Iván Martínez es ingeniero industrial, una profesión que no había ejercido durante años. A sus 50, con una trayectoria consolidada en el mundo corporativo, se enfrentó a un desafío demoledor que cambiaría su vida y, potencialmente, la de millones de personas con discapacidad.
Cuando su padre sufrió un ictus, se dio cuenta de que tenía que hacer algo
La tragedia personal de su padre no solo fue el catalizador de su cambio profesional, sino el nacimiento de Robopedics, una startup de hardware que busca democratizar la rehabilitación robótica para aquellos que han sufrido un ictus.
Hoy nos cuenta, en primera persona, los obstáculos de la financiación en el sector del hardware industrial y cómo su innovador exoesqueleto monopodal está a punto de revolucionar la vida de los pacientes.
El origen
La génesis de Robopedics es una historia de superación familiar. El padre de Martínez, una persona muy activa de 70 y pico años, sufrió un “ictus severo”. Aunque los hospitales le salvaron la vida, cuando le mandaron a casa, la noticia fue devastadora: “le dicen que está desahuciado y que no va a volver a caminar nunca más”.
Como familia, atravesaron el proceso de incredulidad inicial: “no puede ser que hace un mes estuviera jugando a golf y ahora esté en silla de ruedas”– hasta la aceptación de que lo dicho por los médicos era cierto. Fue entonces cuando empezaron a buscar “soluciones un poco más creativas” y descubrieron los exoesqueletos.
Soluciones insuficientes
Los exoesqueletos que probaron, que son "robots que están en el mercado", permitían a su padre "levantarse y volver a caminar". Pero aquí surgió el primer gran obstáculo: el coste. Los precios de estos dispositivos estaban “en torno a los 100.000 euros”.
Además de ser inaccesibles económicamente, no estaban diseñados para el hogar. “No te los venden porque están especificados para uso de rehabilitación en un hospital”. Y aun si pudieran pagarlo y llevarlo a casa, son "cacharros que pueden pesar 20 kilos", lo que los hace muy difíciles de manejar para sus cuidadores sin asistencia profesional.
El encontrarse con una solución que era inalcanzable generó un momento de “mucha rabia y de mucha frustración,” lo que impulsó a Iván a actuar. Aunque su padre falleció en 2020, el propósito de la empresa se mantuvo intacto: "mi padre no está, pero hay millones de personas que están igual en sillas de ruedas y hay una tecnología que les puede ayudar". Así nació Robopedics en el año 2021.
El exoesqueleto monopodal
El principal diferenciador de Robopedics reside en su diseño técnico, optimizado para pacientes de ictus. La mayoría de la gente que está en sillas de ruedas en la calle debido a dificultades para caminar ha sufrido un ictus y frecuentemente tiene “la mitad lateral del cuerpo paralizado”.
Martínez explica que los exoesqueletos tradicionales son “de dos piernas”. Si bien ayudan a caminar a la pierna afectada, el problema es que están “forzando a caminar de una forma que no es natural” a la pierna sana. La solución de Robopedics es un dispositivo de “una pierna”, lo que permite mantener la actividad de la sana.
Financiación y hardware
Uno de los retos más duros que ha enfrentado la empresa ha sido el económico, más incluso que la complejidad técnica de hacer un dispositivo "universal y que se pueda adaptar a cualquier paciente". La compañía ha invertido “más de 3 millones de euros” para llegar a su estado actual.
Martínez subraya la diferencia abismal entre desarrollar software y hardware. Mientras que un programador puede picar código, confundirse y corregirlo en “unas horas,” si se hace un diseño erróneo en un equipo físico, hay que volver a proveedores, comprar material y mecanizarlo, lo que hace que las iteraciones sean “mucho más pesadas, más complicadas y más caras”.
Para convencer a los inversores, Martínez es muy claro: "Al final, cuando se pone dinero, por mucho que sientan los colores y que esté pensando en hacer impacto, buscan la rentabilidad”. Para que la vean, deben percibir que hay un potencial de negocio “brutal” y que el proyecto tiene "visos de que salga adelante".
Certificación y futuro
El precio de venta que ha logrado Robopedics es la clave de su misión democratizadora. El objetivo es venderlo por “15.000 euros”, y planean financiarlo “en 36 cuotas de 500 euros”.
Sin embargo, a pesar de tener el producto desarrollado, aún no pueden venderlo. El dispositivo es un producto sanitario, lo que implica un proceso de certificación con la reglamentación europea "súper largo". Este proceso regulatoria les va a costar unos 4 años. Actualmente, están en la fase final. Esperan obtener la marca CE (certificación europea) el año que viene, lo que les permitirá empezar a comercializar.
Renunciar a lo fácil
Martínez relata el profundo sacrificio personal que implica este emprendimiento. De ser un directivo con alta responsabilidad y un buen sueldo, pasó a “no tener un salario” y estar autofinanciando la compañía al inicio. “Yo no había ganado tan poco dinero desde que tenía 20 y pocos años,” reconoce. Es una apuesta personal que, en su caso, "tiene mucho de historia personal".
En cuanto al futuro, la visión de Robopedics es global. "Tenemos muy clara la idea de que el ictus es un problema global... y nosotros queremos llegar a todas las personas" afirma Martínez.
Una vez obtenida la certificación, las prioridades son muy claras: "En la segunda mitad del año que viene deberíamos estar vendiendo en España y, a partir de ahí, escalar en Europa y después Estados Unidos y el resto del mundo".
Además, el proyecto cuenta con un apoyo industrial muy sólido. Su principal inversor es la Corporación Mondragón, el segundo grupo industrial de España. Con ellos tienen un acuerdo que les permitirá apoyarse en sus fábricas para escalar la producción a nivel internacional, lo cual “refleja muy bien lo sólido que es el proyecto”.
Finalmente, Robopedics colabora estrechamente con la Fundación Visible para realizar estudios sobre la calidad de vida después del ictus. Estos estudios confirman que, tras salir rápidamente del hospital, los pacientes se sienten “totalmente solos, desamparados, sin apoyos ni soluciones”. Es en ese momento donde Robopedics quiere intervenir, siendo esa "piececita que ayuda a mejorar la calidad de vida de estas personas" y todo su entorno de cuidadores, padres e hijos.
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