Hace dos navidades un regalo destacó por encima de todos: el dron. Estos artilugios se convirtieron en todo un boom al alcance de todo el mundo. Desde unos precios bajos, limitados en lo que a tecnología se refiere, hasta miles de euros, los drones, de juguete de Reyes Magos o de cumpleaños del pequeño de la casa, ha pasado a convertirse en todo un negocio, y no ya por el dinero que mueve, sino por la cantidad de empresas que han abierto al calor de su popularización.

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Pero estos aparatos para uso doméstico tienen su origen en los artilugios militares que se utilizan para labores de espionaje o, incluso, bombardeo.

Este es uno de los motivos -su génesis en despachos de la inteligencia militar estadounidense- por el que, al margen de los que se utilizan para regalar, también es uno de los dispositivos que incorpora mayores avances tecnológicos.

El último, que ya se comercializa, se denomina R1 y lo fabrica una startup de Silicon Valley. Se trata de Skydio, una empresa de base tecnológica que, a la vista de cómo se presenta en su página web, cumple los parámetros no escritos (o sí) para estar presentes en la meca de la innovación y la tecnología, incluida foto de trabajo en garaje.

"Drones elegantes e inteligentes"

Al margen de lo anecdótico, el Skydio R1 no es un dron cualquiera que ha llamado la atención también del New York Times. Sigue lo que los responsables de la compañía describen en su página web: “Nuestro objetivo es empujar constantemente los límites de lo que es posible en este nuevo mundo (…) Hoy, cuando las personas piensan en drones, lo hacen en cosas poco fiables que se cuelgan o chocan todo el tiempo. Queremos construir un futuro de asistentes de vuelo elegantes e inteligentes”.

Dicho y hecho porque el R1 bebe de la inteligencia artificial, pero también de cámaras de vídeo normales y software de código abierto. Pero ¿qué le diferencia de otros drones? Imagina que en lugar de un perro tienes un pájaro que primero te busca y rastrea; luego te sigue por donde vas para, a continuación, grabar lo que haces. Pues eso es lo que es capaz de realizar este artilugio que sigue a una persona de manera constante y evitando los posibles obstáculos que se pueda encontrar en su camino.

La duda que surge alrededor de este invento es el posible uso que se pueda hacer de él con fines nada románticos o legales. Mejor no pensar en lo que, por ejemplo, podrían hacer algunos programas de televisión que viven del seguimiento a personajes famosos... Dejémoslo aquí. Por cierto, el R1 está a la venta y tiene un precio nada desorbitado de poco menos de 2.500 euros. Para hacerlo funcionar, basta poner en marcha una aplicación en el teléfono móvil.