“Las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia han escalado rápidamente y se han convertido en crisis compuestas. Las emisiones de carbono han crecido al estallar la economía global post-pandemia”. Con estas palabras, Saadia Zahidi, máxima responsable del World Economic Forum, presenta la situación actual en la introducción del recién publicado Informe sobre riesgos globales 2023 de la institución.

Zahidi asegura que “la comida y la energía han sido convertidas en armas por la guerra de Ucrania, lo que ha empujado la inflación a niveles no vistos en décadas, lo que ha globalizado una crisis del coste de la vida y ha avivado el malestar social”.

Una circunstancia que ha provocado “un cambio en la política monetaria” que “marca el final de una era económica caracterizada por acceso fácil a deuda barata”. Esto “tendrá enormes ramificaciones para los gobiernos, las empresas y las personas”, que “incrementará la desigualdad dentro y entre los países”.

El coste de la vida domina los riesgos globales para los próximos dos años

Coste de la vida

Según el informe, “el coste de la vida domina los riesgos globales para los próximos dos años y el fracaso de la acción climática domina la próxima década”. Por tanto, los próximos diez años estarán caracterizados por crisis medioambientales y sociales, “dirigidas por tendencias geopolíticas y económicas subyacentes”.

Además, afirma que “la crisis del coste de la vida” es uno de los riesgos globales más severos de los próximos dos años, aunque su pico se alcanzará “en el corto plazo”.

Otro aspecto que se sitúa a la cabeza de las preocupaciones para la próxima década es “la pérdida de biodiversidad y el derrumbamiento de los ecosistemas”, cuya deterioro se acelerará.

De un total de 10 factores, 9 aparecen tanto a corto como a largo plazo

Riesgos a corto y largo plazo para el medioambiente

De los riesgos señalados como más importantes, seis relacionados con el medioambiente se encuentran tanto en la lista a corto como en la de largo plazo. Y, en total, 9 de 10 aparecen en ambas.

Entre ellos, se encuentran la confrontación geoeconómica, la erosión de la cohesión social y polarización de la sociedad, además del cibercrimen y la ciberinseguridad. Por último, las migraciones involuntarias a gran escala también se sitúan en el top 10.

Las crisis derivadas del incremento de los tipos de interés impactarán especialmente “en los segmentos más vulnerables de la sociedad y estados ya frágiles”, lo que contribuirá a “incrementar la pobreza, hambre, protestas violentas, inestabilidad política e incluso derrumbamiento del estado”.

La tecnología aportará soluciones para los países que se la puedan permitir

Tecnología

La tecnología también se encontrará entre “los objetivos centrales de políticas industriales más fuertes y mayor intervención estatal”. El gasto público y privado, sumado al militar, impulsarán la investigación y “el desarrollo de tecnologías emergentes” que provocarán “avances en inteligencia artificial, computación cuántica y biotecnología”, entre otras.

Pero no para todo el mundo, para “los países que se lo puedan permitir”, que podrán optar a “soluciones parciales” para un amplio abanico de crisis emergentes.  

Entre las áreas que mejorarán, se encuentran la salud [que deberá afrontar nuevas amenazas], la seguridad alimentaria y la mitigación de los efectos del cambio climático.

La tecnología provocará un incremento de la desinformación y una rotación ingestionable

Desigualdad y amenazas

Sin embargo, muchas naciones no tendrán la capacidad de incorporar la tecnología, lo que provocará mayor “desigualdad y divergencia”. Aun así, en todos los casos esas innovaciones “también traerán riesgos, desde el incremento de la desinformación y mala información, hasta una rotación ingestionable tanto en trabajos de oficina, como de fábricas”.

“El rápido desarrollo e implementación de nuevas tecnologías, que a menudo trae sus propios protocolos que gobiernan su uso, crea sus propios riesgos”. Por un lado, “el incremento del cibercrimen”, con ataques contra la agricultura y el agua, los sistemas financieros, la seguridad pública, el transporte, la energía e infraestructuras de comunicación domésticas, en el espacio o submarinas”.

Los riesgos climáticos son los mayores y para los que estamos menos preparados

Clima

En cuanto al clima y el medioambiente, despiertan las mayores preocupaciones para la próxima década “y son para los que estamos menos preparados. La falta de progreso concertado y en profundidad de los objetivos de clima han puesto de manifiesto la divergencia entre lo que es científicamente necesario para conseguir las cero emisiones netas y lo que es factible políticamente”.

El informe señala “el papel infravalorado en la economía global y la salud del planeta en su conjunto” de los ecosistemas naturales. “La pérdida de naturaleza y el cambio climático están intrínsecamente interrelacionados: un fallo en una esfera provocará un efecto en cascada en la otra”.

Si no se produce un cambio “significativo” en las políticas o en las inversiones, “la interacción entre el cambio climático, pérdida de biodiversidad, seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales acelerarán el derrumbamiento del ecosistema, amenazarán los suministros de comida y las formas de vida en economías vulnerables, amplificarán los impactos de los desastres naturales y limitarán futuros progresos en la mitigación climática”.