En verano, viajamos más que en otras épocas. Muchas veces, son trayectos cortos o medios, pero no por eso son menos viajes. Así que, hoy te quiero contar cómo es la mejor manera de hacerlo, desde el punto de vista de la sostenibilidad.
Siempre puedes compensar tus emisiones con otras actividades
Ya te aviso que siempre puedes compensar tus emisiones con otras actividades. Por ejemplo, plantar árboles o recoger basura, sobre todo si vas a la playa y tienes la oportunidad de sacar plástico. Procura siempre llevar una botella rellenable [que no sea de plástico, claro] y una bolsa de lona que puedas utilizar para muchas cosas [desde hacer la compra, hasta llevar ropa].
Tienes que tener en cuenta, en primer lugar, las emisiones de CO2 por kilómetro
Lo que debes saber
A la hora de calcular o, por lo menos, hacerte una idea de cómo de sostenible es tu viaje, tienes que tener en cuenta, en primer lugar, las emisiones de CO2 por kilómetro. No se trata de extraer el dato exacto, sino de valorar cuál es la que menos genera.
Otro aspecto importante es el número de personas que comparten el transporte. Es decir, no es lo mismo ir solo en el coche, que con otros tres pasajeros. O un autobús, en el que pueden caber hasta 10 veces esa cifra de viajeros [o 20 veces, si es de dos pisos].
También debes valorar qué tipo de combustible usa, si procede de fuentes renovables o fósiles. Y los impactos ambientales adicionales, como el ruido, la infraestructura, los residuos, el daño en los ecosistemas, etc.
Distancias cortas
Para las distancias cortas, ya sabes que nuestra propuesta es la bici. Es más divertida y menos dura de lo que crees. Y no te hablo de ir al pueblo de al lado: yo mismo fui hace unos años desde Badajoz hasta Lisboa en un par de días y luego estuve recorriendo los alrededores de la capital lusa. Puedes cruzar el río Tajo en un ferri y visitar un montón de playas, en la costa da Caparica.
Otra opción es, por supuesto, caminar. El máximo exponente de este tipo de turismo quizá sea el camino de Santiago, pero no es el único. Yo reconozco que prefiero la bici. En primer lugar, te permite ver más cosas y, con unas buenas alforjas, no tienes que andar cargando con todo el equipaje a la espalda.
Pero es verdad que cuando caminas también puedes llegar a sitios a los que no hay otra forma de hacerlo. Y puedes descubrir verdaderas maravillas.
Así que, mi recomendación es, como primera opción, siempre caminar o ir en bici. La eléctrica es un caso aparte, pero tampoco es mala.
Media y larga distancia
Aquí te proponemos dos opciones. Puedes ir en tren o en bus. Por cierto, en ambos casos puedes llevar una bici, para luego hacer recorridos más cortos. Eso sí, te aviso que en la mayoría de los casos tiene que ir plegada o desmontada y con una funda. Mi recomendación es que preguntes antes de sacar el billete, porque las condiciones varían bastante según qué compañía.
Para que te hagas una idea, un tren europeo emite hasta 10 veces menos CO2 que un avión. Así que, ya es una buena idea. Si a eso le sumas que el número de pasajeros suele ser mucho mayor, más sostenibilidad.
Los autobuses también pueden ser bastante sostenibles, si son de última generación. Y, desde luego, son mejores que el coche, siempre. Aunque hay una opción para reducir el impacto de tu vehículo privado, que es compartirlo. No es la mejor, pero es una forma de hacerlo más sostenible.
Larga distancia
El avión es siempre la última opción. Es lo que más contamina y, cuanto más corto, peor. Pero los largos también pueden serlo si hay escalas, porque en el aterrizaje y el despegue se consume más combustible. Elegir un vuelo transatlántico puede suponer más emisiones de las que deberías sumar en todo un año.
Los barcos tampoco son una buena elección, salvo que sea un velero, pero con uno de estos, es difícil que llegues muy lejos, a menos que te unas a Greta Thunberg y te quiera invitar al suyo.
Los cruceros generan, en muchos casos, más emisiones que un avión. Además, usan unos combustibles más pesados que el resto de medios de transporte [como, por ejemplo, el fueloil o fuelóleo], que no solo emiten CO2, sino también óxidos de nitrógeno y azufre y partículas finas.
Por si eso fuera poco, vierten las aguas residuales al mar y el ruido submarino afecta a la fauna marina. Eso, sin tener en cuenta el impacto que suponen en los puertos de destino [date una vuelta por el puerto de Barcelona y nos lo cuentas].
En total, un crucero de una semana puede generar tantas emisiones por pasajero como un coche durante un año entero. Por el contrario, algunos ferris si pueden ser una opción, si sustituyen al avión. Cada vez usan más tecnologías limpias.