Fueron muy felices aquellos hermosos tiempos de vino y de rosas. Los pijos populares admiraban a sus héroes. José María Aznar había vencido por los pelos a Felipe González, aunque casi rozando el larguero.

Alejandro Agag se había convertido en el novio de Ana, la hija del presidente y de su esposa, Ana Botella. Y era Agag, il capo di TuttiCapi!, como puede leerse en el excelente libro Los PPIJOS, escrito por los periodistas Carlos Ribagorda y Nacho Cardero.

Cerca de Agag aparecieron dos hombres. Uno era El Bigotes. El otro, Francisco Correa, el jefe de la trama Gürtel

Y llegó la boda imperial, con más de mil invitados. El monasterio del Escorial lo mandó construir el rey Felipe II, pero aquella tarde estaban ahí el rey Juan Carlos I y la reina Sofía. Bendecía el cardenal Rouco Varela, junto a Silvio Berlusconi, Tony Blair y il tutti quanti. La familia Aznar/Botella y amigos y amigas de la élite popular vivieron fascinados. Cerca de Agag aparecieron dos hombres. Uno se llamaba Álvaro Pérez, El Bigotes. El otro, Francisco Correa, el jefe de la trama Gürtel.

 Ambos eran amiguetes del novio. ¡Qué bonito, qué bonito! ¡Y también los conocía bastante el entonces presidente del Gobierno de España! Además, poco después, Aznar se empeñó -contra la mayoría de los ciudadanos españoles- en montar la guerra de Irak, con el presidente norteamericano Bush y el primer ministro inglés, Blair. ¡Qué cabrones! ¡Qué cabrones!

El Gran Agag se refugió de pronto en Londres con su mujer, la hija de los Aznar

Luego, se produjo una especie de exilio. El Gran Agag se refugió de pronto en Londres con su mujer, la hija de los Aznar. Y se acabó el poder de este tipo. ¿Por qué? ¿Qué hace? Sabemos que, Jacobo Gordon, íntimo del yerno del expresidente Aznar, está a punto de pasar 10 años en la cárcel, debido a la trama Gürtel y, sobre todo, a la Justicia.

El silencio de Agag, al respecto, es también el de su suegro. Las voces que los jaleaban dan la impresión de que ya no lo hacen. Aquellos tiempos felices desaparecieron debido a los corruptos. Eran guapos y guapas. Eran gozosamente populares.

Probablemente el Partido Popular tendrá que asumir que Aznar y Rajoy lo único que supieron fue mirar hacia otro lado. Se lavaron las manos y no han querido limpiar tanto barro. Así, pues, estamos.

Es urgente que no vuelva a ganar el PP de Mariano Rajoy Brey. Los ciudadanos que voten a un partido quebrado por la corrupción sepan que están ayudando a quienes no desenmascaran a sinvergüenzas y a ladrones. El PSOE, Podemos, Ciudadanos y a todos los partidos democráticos para que, juntos, acaben con los populares actuales. ¡PP, basta ya!