A lo largo de la historia la lucha por el poder ha dado lugar a situaciones de lo más peculiares y cómicas. En la mayoría de los casos son los políticos quienes han torturado a los electores con surrealistas spots, canciones o paseos en bicicleta, pero en otros son los votantes los que no solo han permitido este comportamiento, sino quienes han contribuido a que más de un listillo consiguiese sus fines.

Es el caso de Boris Yeltsin, que se hizo con el poder gracias a que 'hipnotizó' al pueblo con una telenovela brasileña. O de Ronald Reagan, que llegó a la presidencia gracias a que le robo sus apuntes a Jimmy Carter antes de un debate. O del cómico Jón Gnarr, que se presentó a unas elecciones municipales para burlarse de los políticos y acabó elegido como alcalde de Reikiavik para gustazo del pueblo. 

Estas son las estrategias más sucias, extrañas o lamentables que han existido. Por suerte o por desgracia, cambiaron el rumbo de la historia:

La raíz del "todo vale"

¿Quieres saber cuándo empezó el uso del "todo vale" en las campañas políticas? Algunos historiadores señalan que fue en los comicios en los que Thomas Jefferson se enfrentó a su amigo John Adams. A pesar de que ambos habían vivido momentos memorables en 1776 redactando la Declaración de independencia de los Estados Unidos, una vez llegaron al poder la situación cambió de forma drástica. Aunque Jefferson obtuvo los votos necesarios para ser el vicepresidente de Adams, esta situación no le agradó en absoluto. 

Por ello, en el proceso electoral de 1800 Jefferson decide sacar todas sus armas para derrotar a su amigo y ocupar su silla. Amparado bajo el lema "el fin justifica los medios", contrata a un periodista de dudosa moralidad llamado James Callender, que diseña una estrategia para acabar con su oponente. Se acusó a Adams publicamente de ser un "pedante", un "hipócrita", un "tirano", un "criminal" y de"tener un carácter hermafrodita, ya que no poseía la gentileza de una mujer ni la fortaleza de un hombre" (entre otras muchas barbarides). Adams respondió a la ofensiva calificando a Jefferson de ser un "libertino ateo", un "cobarde" y un "tipo bajito, hijo de una india mestiza preñada por un mulato de Virginia".

Hay que decir que la campaña dio más resultado al promotor de la idea, Jefferson, que derrotó a su amigo en las elecciones gracias a la campaña de desprestigio. Eso sí, Callender pasó un año entre rejas por difamación.

La verdadera razón de la victoria de Boris Yeltsin

Corría el año 1996 en una Rusia recién desovietizada. Los candidatos preparaban la segunda elección presidencial de su historia. A un lado del cuadrilatero se encontraba el presidente en funciones Boris Yeltsin. Al otro Gennady Zyuganov, líder del Partido Comunista. Ambos estaban muy empatados según los sondeos, por lo que todo el interés de Yeltsin era tratar de evitar la abstención, así que fijó un día de fiesta nacional con este fin.

Para desgracia de Yeltsin, el Sol y el buen tiempo aparecieron. Esto implicaba que los ciudadanos probablemente se marcharían a sus casas de campo a disfrutar del clima y pasarían olímpicamente de ir a votar. Así que ideó un plan B: emitir una telenovela brasileña llamada Tropikanka que, inexplicablemente, era muy popular en Rusia.

Lo cierto es que la estrategia de Yeltsin era tan simple como brillante. Contactó con la productora de la serie y les convenció para emitir tres capítulos completamente nuevos el día del referéndum. Dado que los alojamientos rurales no tenían televisor, era más que previsible que la gente no quisiera moverse de la ciudad para poder disfrutar de la telenovela. Y así fue. Cuando el pueblo se enteró de que habría un triple capítulo de su serie favorita, la gente anuló sus planes y se quedó en la ciudad. La emisión alcanzó los 25 millones de espectadores. Una vez terminó, era demasiado tarde para hacer una excursión al campo, pero no para llegar a tiempo al colegio electoral.

¿El resultado? Con esta estrategia Yeltsin consiguió arañar 10 millones de votos a última hora. Ganó con un 54,4% y mantuvo la presidencia.

La broma que arrasó en las urnas

Islandia, 2010. Los ciudadanos islandeses tienen un cabreo monumental a consecuencia de la grave crisis financiera. Dado el contexto socioeconómico, lo que menos quieren es volver a dar su confianza a alguien que ha demostrado una total negligencia. En ese momento aparece en escena el humorista Jón Gnarr con una peculiar propuesta: el Partido Mejor. La idea pretendía tan solo satirizar acerca del lamentable sistema político que había llevado a Islandia a la ruina, pero se les fue de las manos.

Cuando Gnarr presentó su candidatura a la alcaldía de Reikiavik no tenía ni idea de la que se le venía encima. Parodiando el sistema político actual, colgó divertidos vídeos en Youtube realizando su campaña, haciendo propuestas locas como construir un Disneyland en el aeropuerto de la ciudad, conseguir toallas gratis en los balnearios o prometer que jamás cumpliría sus promesas. Su objetivo no era otro que parodiar la realidad, pero la gente estaba tan cansada de derecha e izquierda y de tener que elegir entre una opción mala y otra peor, que dio su apoyo a Gnarr en masa.

¿El resultado? el humorista salió elegido como alcalde y, probablemente, ha otorgado a los ciudadanos de Reikiavik los cuatro años más divertidos de sus vidas. Se le ha podido ver celebrando el Orgullo Gay con sus electores vestido de de drag queen o de las Pussy Riot, pero también ha realizado una gestión eficiente. La prueba es que los sondeos le garantizaban volver a ser elegido, pero él decidió retirarse de su carrera política: "hasta aquí ha llegado la broma", dicen que dijo.

Reflexión: dadas las similitudes con nuestra situación actual... ¿no hay ningún cómico español voluntario para tan noble propósito? ¿Piedrahieta? ¿Quizás Wyoming? 

Cuando Reagan robó sus apuntes a Jimmy Carter

Sobre el papel, la competición entre Jimmy Carter y un actor de películas B semi-retirado llamado Ronald Reagan parecía una batalla absurda e injusta. Pero lo cierto es que dio mucho juego y la campaña fue feroz. 

En el último momento, los sondeos anunciaban que ambos candidatos estaban prácticamente empatados. Pero aún quedaba un gran evento que podría cambiar las cosas de forma drástica: un debate televisivo entre ambos candidatos. El programa fue anunciado como si dos grandes pesos pesados del boxeo fueran a darse los últimos golpes de sus vidas.

Pero lo cierto es que Reagan temía que, aunque él se manejase bien ante la cámara, Carter sería mejor en discurso. Y así era. Bueno, así tendría que haber sido. El demócrata había preparado cuidadosamente su discurso y un libro con documentos que incluían toda la estrategia de su próximo debate. Días antes del gran evento, el equipo de Carter se percató de que una de las copias había desaparecido. Esto era malo, pero peor fue la paliza que Reagan dio a Carter en directo.

El republicano atacó al demócrata en todos sus puntos débiles, dejándole a él y a todo su equipo a la altura del betún. Como supimos después, Reagan tuvo una gran ventaja. La copia que le faltaba a Carter de su estrategia llevaba días sobre la mesa de su despacho. El actor retirado había tenido tiempo de ensayar el guión de su oponente y darle con su propia medicinaY así fue como Reagan se hizo con el poder: birlando las notas a su oponente.

Cómo Hollande ganó a Sarkozy gracias a un rap

Toda campaña política dispone de miles de estrategias que aseguren la victoria del candidato. Pero hay una de ellas que siempre es el arma decisiva. En el caso del socialista François Hollande fue un rap lo que le permitió imponerse sobre Sarkozy

Como iban más o menos empatados en las encuestas, Hollande decidió marcar la diferencia en algo en lo que su oponente no podría alcanzarle jamás: ganarse el voto de los habitantes de los banlieueslos suburbios marginales de París, en su gran mayoría de origen africano y musulmán. Además de enfocar su campaña potenciando este punto, el equipo de Hollande lanzó un vídeo de campaña en el que podía escucharse de fondo Niggas in Paris, de Jay-Z y Kanye West, quienes dieron autorización para que utilizase la canción en el spot electoral.

Hollande sabía lo que hacía. En un país anteriormente gobernado por un presidente conservador con fama de racista, el anuncio del socialista fue visto como un soplo de aire fresco. El efecto del vídeo fue fulminante y consiguió su objetivo con creces: Hollande ganó las elecciones y Sarkozy quedó fuera del juego. 

Cómo ganar cuando tienes todas las de perder

En el estado de Illinois están casi tan acostumbrados a la corrupción como nosotros. Al menos cuatro de los últimos ocho gobernadores han ido a la cárcel. Pero William Hale Thompson fue diferente en algo. Aunque se le conoce como "el peor alcalde de la historia de América" y por haber sido amigo íntimo de Al Capone, fue suficientemente inteligente como para sacarse un as de la manga y disfrutar de unos años más de mandato cuando ya lo tenía todo perdido.

Fue alcalde de la ciudad desde 1915 a 1923, tiempo en que llevó la ciudad a la ruina gracias a su lamentable y corrupta gestión. A pesar de todo, en 1926 quiso volver a presentarse. Sabía que lo tenía todo en contra a consecuencia de su pésima reputación, pero ideó una estrategia para recuperar su dignidad y de paso el poder: hacer un debate con dos ratas.

El 6 de abril de 1926, ocho días antes de las elecciones de Chicago, Thompson organizó una sesión de debate a la que acudió con una rata enjaulada en cada mano. Tras hacer una introducción normal y responder a las alusiones de los otros dos candidatos, Thompson pasó los siguientes minutos discutiendo en público con las ratas. Él, como si tuviese múltiple personalidad, hacía todas las voces. 

La ridícula situación escondía un significado más profundo. Las cosas que Thompson criticaba de las ratas eran en realidad cosas que él había hecho mal en su anterior etapa como alcalde. Es decir, lo que estaba tratando de transmitir es que había aprendido de sus errores del pasado.

¿Qué ocurrió? Que conquistó al público y volvió a ser reelegido como alcalde, cuestión que permitió que Al Capone, el peor gángster de la historia norteamericana, hiciera y deshiciera a sus anchas por las calles de Chicago.