Grecia deja este lunes atrás el tercer rescate y ocho años bajo la tutela de los acreedores, un periodo sin precedentes en Europa que ha costado al pueblo numerosos sacrificios y ha dejado al país exhausto y con numerosas heridas abiertas.

En esta fecha emblemática, el tono del Gobierno ha sido de moderación y, aunque el viceprimer ministro, Yannis Dragasakis, ha hablado de un día “histórico”, la tónica general ha sido apuntar a los próximos desafíos y recalcar que es el momento de asumir “responsabilidades” propias.

“Hay que aprovechar esta oportunidad para curar las heridas de la crisis y el trauma de la larga austeridad, para terminar con los males del pasado y poner en marcha una transformación que proteja a la sociedad de futuras crisis”, dijo Dragasakis en una entrevista con el diario “Efymerida ton Syntakton”. Según Dragasakis, la nueva etapa que se abre hoy en Grecia debe convertirse en “punto de partida” para una “gran alianza social”.

Se espera que también el primer ministro, Alexis Tsipras, ponga el acento en los retos del futuro en el discurso que previsiblemente pronunciará este martes.

El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) ya ha advertido que todavía son muchas las reformas que debe aplicar el país para hacer que el crecimiento económico (1,4% en 2017) sea sostenible. La modernización del sistema de pensiones, la reforma de la administración pública, concluir el proceso de privatizaciones o la lucha contra la economía sumergida son solo algunas.

Mirando hacia el futuro

A pesar de que Grecia volverá a asumir las riendas de su destino tras ocho años bajo la tutela de los acreedores, seguirá sujeta hasta 2022 a una estrecha vigilancia, y cada tres meses deberá rendir cuentas de su situación financiera, en lugar de hacerlo de forma semestral como ocurrió con los otros países que se acogieron a un rescate.

Tras el desembolso hace dos semanas del último tramo del tercer rescate, por un total de 15.000 millones de euros, el país cuenta ahora con un colchón efectivo de unos 24.000 millones que deberá servir para, en caso de necesidad, cubrir sus necesidades financieras durante 22 meses.

Si bien la intención del Gobierno de Alexis Tsipras es salir cuanto antes a los mercados, tras la crisis italiana y la actual en Turquía el bono a diez años no logra situarse por debajo del 4%, un nivel que encarece mucho la financiación a través de los mercados.

 

Las agencias de calificación no ven todavía al bono heleno en grado de inversión, a pesar de que todos, políticos y economistas, se deshacen en elogios sobre los esfuerzos fiscales -sin parangón en la Unión Europea- que ha hecho el país.

Desde la firma del primer programa de asistencia en 2010 -en total las instituciones acreedoras han desembolsado 288.700 millones de euros- Grecia ha perdido el 25% de su producto interior bruto (PIB) y la deuda se ha disparado del 127% a casi el 180% del mismo.

Al mismo tiempo ha vivido un éxodo de su población joven, y más de medio millón de griegos abandonaron el país en busca de mejores oportunidades en el extranjero, una sangría importante en un país que ahora pretende levantarse de las cenizas y necesita capital humano para ello.

Levantar el país no será fácil, teniendo en cuenta que el Gobierno se ha comprometido a generar superávits primarios del 3,5% hasta 2022, y del 2,2% de media hasta nada menos que 2060.

Aun así, hay datos económicos positivos: en mayo el paro bajó al 19,5% situándose por primera vez por debajo del 20% desde septiembre de 2011; en los ocho años bajo programas de asistencia, el país pasó de la recesión (el PIB cayó un 5,5% en 2010) al crecimiento (1,4% en 2017) y del déficit (11,2%) al superávit (0,8%).

Los que se quedan atrás

En un país en el que la crisis y la aplicación de los consecutivos recortes -sin precedentes en Europa en tiempos pacíficos- dejó a más de un millón de personas sin empleo, que ha visto mermar su economía en un 25% y disminuir sus pensiones en un 40% de promedio, el sentimiento general es de desesperanza.

Grecia sale de los rescates, pero los jubilados nos quedamos. Las pensiones sufrirán un nuevo tijeretazo y el impuesto sobre la renta aumentará. Todo eso me da miedo. No creo que el Gobierno pueda hacer algo para evitar el recorte. Tiene las manos atadas”, señaló hoy Damianós Manóloglu, un jubilado de 81 años, que regentó durante décadas un restaurante en Atenas.

Como muchos ciudadanos, Manóloglu no confía ya en ningún político y no cree que otro Gobierno hubiera sido capaz de hacer las cosas mejor que el izquierdista Syriza. Tampoco lo hicieron sus antecesores, el socialdemócrata PASOK, firmante del primer rescate en 2010, ni la conservadora Nueva Democracia, bajo cuyo mandato se cerró el segundo programa de asistencia en 2012.

“Son todos iguales. Creo que cuando dicen que no aplicarán los recortes, se burlan de nosotros”, añade Manóloglu, en alusión a la promesa de Tsipras de que evitará aplicar el nuevo tijeretazo a las pensiones y la subida de impuestos, dos medidas prometidas a los acreedores para 2019 y 2020, respectivamente.

El futuro de Tsipras

A pesar de que el director gerente del MEDE, Klaus Regling, volvió a dejar muy claro este fin de semana que Grecia debe cumplir con “todos” sus compromisos, Tsipras parece determinado a evitar al menos el nuevo recorte a las pensiones y un coste político aún más dramático al que le auguran ya ahora las encuestas electorales.

En 2019 habrá elecciones y, a pesar de que los Gobiernos que precedieron al de Tsipras, como el de Nueva Democracia bajo Andonis Samarás, cayeron por la impopularidad de los recortes aplicados, los conservadores saldrían a día de hoy como claros vencedores, con una ventaja de al menos ocho puntos sobre Syriza.

Se espera que en los próximos días Tsipras intente dar un golpe de timón y anuncie una remodelación de Gobierno, con nuevas caras que sirvan para abrir esta nueva etapa, en la que pretende dar a su política un acento más social.

El cambio en la sociedad

Vasilis Giselis, un camarero de 20 años cree que en Grecia nada puede cambiar si no cambian los propios ciudadanos, y que el mal que sufre el país no es un problema de los últimos años, sino de errores acumulados (como el clientelismo) durante al menos cuatro décadas, con los Gobiernos de PASOK y Nueva Democracia.

“Yo aprendí a resolver mis problemas solo, a buscar trabajo y a ganarme la vida... No espero ayuda de Syriza. Creo que para que cambie el país, primero tenemos que cambiar nosotros, ayudarnos unos a otros y no esperar que vayamos a obtener algo sin antes ofrecer”, sostiene este joven que representa a la generación de los políticamente desafectados.

Vasilis ha optado por quedarse en Grecia. Muchos de sus coetáneos -medio millón de los 11 millones de habitantes- han buscado en estos años un futuro mejor en la emigración.

El apoyo desde Europa

En Bruselas, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ha celebrado el fin “histórico” de ocho años de programas de rescate que fueron “dolorosos” para el pueblo heleno.

 “Seguiremos al lado de Grecia, trabajaremos duro para que los sacrificios del pasado no sean en vano”, aseguró el comisario francés, quien anunció que la primera misión comunitaria en el país tras el cierre del programa de asistencia tendrá lugar en la semana del 10 de septiembre.

El servicio de apoyo a las reformas estructurales de la Comisión “continuará asistiendo a las autoridades griegas, si lo solicitan, en el diseño e implementación de reformas que refuercen el crecimiento”, según la Comisión Europea (CE).

Estos son los principales recortes y medidas de austeridad de los ocho años de programas de asistencia financiera:

Primer rescate (2010):

- Primeros tijeretazos a los salarios de los funcionarios y a las pensiones, con la eliminación de las dos pagas extras a ambos grupos.
- El impuesto sobre el valor añadido (IVA) pasa de 19 % al 23 %. Además, aumentan los impuestos al gasóleo, al tabaco y a las bebidas alcohólicas, así como la tasa de importación de coches.
- El ingreso mínimo exento de imposición se reduce de los 12.000 euros anuales a los 5.000.
- A los contribuyentes con ingresos superiores a los 12.000 euros anuales se les impone un gravamen especial y a los autónomos una tasa profesional.
- Se introduce por primera vez un impuesto sobre bienes inmuebles que se paga a través de la factura de electricidad (a partir de 2013 el impuesto lo cobra directamente Hacienda).
- Los jubilados sufren nuevos recortes de pensiones.
- Alrededor de 7.000 trabajadores de organismos del Estado bajo reestructuración pasan a la reserva laboral. Durante un año siguen percibiendo el 60 % de su salario para facilitarles la reinserción en el mercado de trabajo.

Segundo rescate (2012):

- El salario mínimo interprofesional se reduce en un 22 % (de los 751 euros brutos pasa a los 586), recorte que alcanza el 35 % para los menores de 25 años (490 euros brutos).
- Además, se eliminan los convenios colectivos y se imponen los contratos individuales y acuerdos salariales dentro de las empresas.
- Todos los jubilados con pensiones superiores a los 1.000 euros mensuales sufren nuevos recortes.
- Se imponen recortes drásticos al gasto farmacéutico, al presupuesto del ministerio de Defensa y al programa de inversiones públicas.

Tercer rescate (2015):

- Reforma del sistema de pensiones, que conlleva un nuevo tijeretazo de entre 7 % y 40 % a los jubilados. Se incrementan en un 2 % las cotizaciones al seguro médico de los jubilados.
- Nuevo incremento del IVA del 23 % al 24 %.
- Se eliminan las exenciones de impuestos, aumenta la tasa de imposición de las empresas de 26 % al 29 %.