Los nuevos impuestos temporales sobre los beneficios extraordinarios de las grandes compañías energéticas y entidades financieras que impulsa el Gobierno afrontan este martes en el Pleno del Congreso la toma en consideración de la modificación sugerida por el Partido Polular de cara a "facilitar el suministro eléctrico en condiciones competitivas a los consumidores estacionales", es decir, para cambiar "las condiciones particulares de aplicación a contratos de acceso para regadío y actividades económicas sujetas a estacionalidad".

Estos impuestos han sido también asumidos por Europa, emulando la política energética española, que anunció la pasada semana, en palabras de la presidenta von der Leyen, la intención limitar los beneficios extraordinarios de las energéticas y productoras de electricidad (asumido en España en octubre del pasado año) e implantar un impuesto a las productoras a partir de combustibles fósiles (gas, carbón y petróleo). No obstante, el PP sigue proponiendo modificaciones para justificar su negativa a apoyar los gravámenes. 

España se adaptará al modelo europeo

La vicepresidenta y Ministra de Asuntos Económico y Transformación Digital, Nadia Calviño, ha defendido en reiteradas ocasiones que “el gravamen trata de asegurar que no se puede utilizar detalles para reducir la tributación'' y que, ''a lo largo de la tramitación, si hay que adaptarlo se adaptará y si no se adaptará cuando se adopte el modelo europeo''.

En este sentido, la ministra ha declarado que todos los estados miembros tienen intención de hacer ''un reparto justo del impacto de la guerra'', ya que la inflación afecta especialmente a los colectivos ''más vulnerables'' y ''todos tenemos interés de que aquellos sectores con beneficios extraordinarios arrime el hombro, para poder destinar ayudas a las personas que menos tienen'', aseguró. Además, asegura que cada país deberá ver cuál es la forma ''más eficaz'' para calcular los beneficios extraordinarios y adaptarlos a los sistemas fiscales de cada uno.

El PP en contra de Europa

El propio Feijóo ya calificó en julio de “demagogia” y “engaño” la propuesta de Sánchez de gravar los beneficios de las grandes compañías eléctricas: “Sánchez podía inspirarse en Pablo Iglesias, fundador del PSOE; o Pablo Iglesias, fundador de Podemos. Y ha optado claramente por parecerse a Pablo Iglesias fundador de Podemos. Podemizar el Gobierno, activar el mayor populismo en política económica y fiscal de Europa es sin ninguna duda un flaco favor al PSOE y al progresismo de nuestro país”.

Ante la posición del PP europeo de apoyar dicho impuesto, Feijóo se desdice y ha pasado de calificar el gravamen propuesto de poco menos que medida comunista a apoyar la proposición de ley del Gobierno con la que prevé limitar las ganancias de las empresas energéticas siempre y cuando deje fuera el impuesto a la banca.

De esta forma, el PP español se encuentra entre la espada y la pared, tras varios giros discursivos y después de votar en contra de la admisión a trámite de la norma el martes pasado, el PP tiende la mano a la Moncloa para negociar y pactar los nuevos gravámenes, siempre y cuando "rectifique" y adapte su plan a la figura tributaria propuesta por Bruselas.

Así pues, la foto del PP resulta dramática, por un lado, de aceptar el gravamen y asumir los postulados de los populares europeos, el partido de Feijóo estaría dando luz verde a una propuesta que ya tildó de comunista. Por otro, el oponerse al impuesto implicaría ir en contra no solo de la Comisión Europea, sino también contra su propio grupo en la Eurocámara.