La energética, propiedad en un 70 por ciento de la eléctrica italiana Enel, cuyo principal accionista es a su vez el Estado italiano, se sitúa a la caza de los fondos europeos. Concretamente, Endesa pretende montarse sobre la ola del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) anunciado por el Gobierno de España y por ello ha anunciado un plan inversor, con el que espera dar la talla, de 25.000 millones de euros para 2030, destinado a impulsar las renovables y la digitalización de la red. Sin embargo, la filial necesitará algo más que un plan estratégico para conseguir reciclar su modelo eléctrico y gasístico y caminar por la senda de las energías renovables.

Hasta el momento los ‘italianos’ plantean destinar 10.000 millones de euros a una nueva potencia renovable y 10.000 millones de euros a digitalización y modernización de la red eléctrica. Una red que, por cierto, en el último año ha sufrido en España varios incidentes.

Hasta en dos ocasiones los habitantes de Tenerife han sido testigos de un ‘apagón’ total o como se dice en el argot, ‘cero energético’, debido a problemas en la subestación de salida de la energía, como aseguró Endesa. Situaciones que se reproducen en otros puntos de la geografía española. Por ejemplo, en los últimos días los vecinos del Raval de Barcelona mantienen una protesta desde sus balcones contra los continuos cortes de luz que se prolongan por más de 20 días, una situación que afecta a cientos de familias y empleados que teletrabajan desde sus hogares, ahora sin luz y muchos de ellos, también sin calefacción. Además, los comercios de la zona evidentemente se han visto afectados por los cortes en el suministro, lo que agrava, aún más si cabe, su situación económica en el contexto de la pandemia.

Sin embargo, Endesa continúa con su hoja de ruta dejando a un lado la disconformidad de los ciudadanos y anuncia un ‘megaplan’ que cuenta con el aval de la empresa matriz, Enel, para el que se destinarán 7.900 millones de euros en los próximos tres años para incrementar energías limpias y 2.600 millones de euros para la digitalización de la red. ¿Renovarse o morir?

Un buen año en cifras

Lo cierto, es que este 2020 en el que la crisis sanitaria ha puesto en jaque los modelos productivos y modificado nuestros hábitos de vida y consumo, no ha sido especialmente duro con la compañía, que ha sorteado las catástrofes eléctricas y las crisis reputacionales. De hecho, prevé repartir el cien por cien de los dividendos obtenidos con Enel, que ha encontrado su gran nicho energético en España.

Tan sólo este año la filial española ha obtenido un beneficio neto de 1.511 millones de euros entre enero y septiembre. Es decir, ocho veces más que los 176 millones de euros obtenidos en el mismo periodo en el año 2019. Beneficios que terminarán revirtiendo en las arcas italianas, en lugar de repercutir en el bolsillo de los españoles, especialmente agujereado por los efectos económicos de la pandemia. Es decir, serán los italianos quienes disfruten del ‘sudor’ que le ha costado a los españoles pagar esas facturas.

Pero además, Endesa puede ‘presumir’ un año más de encontrarse entre las compañías que atribuyen sueldos más elevados -15 millones de euros- a su primer ejecutivo. De hecho, el pasado año la compañía, pasó a cuadruplicar la retribución de su máximo responsable, según el informe ‘La Hora del Compromiso: Las empresas del Ibex 35 ante el reto de la pandemia’, publicado por  Intermón Oxfam.

Brecha salarial

Elevados salarios en niveles directivos; reorganización del modelo productivo y pérdida de identidad. Podrían ser los únicos problemas a los que se enfrentara la compañía pero no es así. A la energética le queda un arduo trabajo por delante en materia de brecha salarial de género, que continúa siendo uno de los graves temas tabú que debe afrontar la compañía.

De hecho, según un informe publicado por Intermón Oxfam, un 40 por ciento de las empresas del parqué madrileño presenta una brecha salarial entre hombres y mujeres superior al 20 por ciento. En el caso de Endesa, la brecha salarial de género se situaría en el 30 por ciento, lo que la sitúa en la segunda peor posición respecto a paridad salarial.