Correos ha emitido hoy un sello dedicado a Elena Fortún, una de las figuras más relevantes de la literatura infantil y juvenil española de la primera mitad de siglo XX. En ella tiene lugar la simbiosis de tres personajes: el de Encarnación Aragoneses Urquijo, nombre real de la escritora; el de Elena Fortún, pseudónimo que utiliza en su creación literaria, y el de Celia, personaje de ficción, su personaje.

Elena Fortún comprendió como nadie la psicología de los niños y de los jóvenes de su época, y primero con Celia, la heroína que tan buenos ratos hizo pasar a los niños de la década de los 30 y 40, y después con Cuchifritin y Matonkiki, consiguió la identificación de sus pequeños lectores con estos personajes, nutriendo las fantasías de una infancia ingenua con unas historias en las que entrelaza, con una pericia magistral, lo cotidiano, poético, simbólico, histórico y moral.

Elena Fortún nace el 18 de noviembre de 1886 en Madrid y el hecho de que el matrimonio no tuviese más hijos motivó que la niña creciera en un ambiente caracterizado por un excesivo proteccionismo de parte de la madre y el cariño y la complicidad del padre, al que siempre estuvo muy unida. En sus ensueños de niña enfermiza y solitaria, durante su infancia imaginó parte de las historias que después aparecerían en el periódico La Prensa a partir de 1922.

Dos años antes, en 1920, Elena recibe el golpe más fuerte de su vida del que nunca se recuperaría: la muerte, con tan sólo diez años de su hijo menor. A partir de entonces la escritora comenzó a participar de manera activa en la vida cultural de Madrid, que vivía un momento esplendoroso: frecuentaba la Residencia de Señoritas de María de Maeztu, el Lyceum Club Femenino y, junto con otras autoras, como Carmen Conde, María Lejárraga o Ernestina de Campourcín, formó parte de los debates públicos que en aquellos momentos discutían en prensa sobre las aspiraciones de las mujeres.

Elena Fortún se había casado a los dieciocho años con el escritor Eusebio de Gorbea, pero el matrimonio no fue feliz y su marido no asimiló el éxito cada vez mayor de Elena, que saltó desde el suplemento del ABC a prácticamente toda la prensa de la época. Por su parte, Elena mantuvo una relación con la grafóloga Matilde Ras.

En 1928 la escritora comenzó a publicar en el suplemento infantil Gente Menuda las aventuras de Celia, una niña madrileña que quería ser escritora. A través de ella y de los otros protagonistas realizó una crónica de los años más convulsos del siglo XX español, de los años previos a la Guerra Civil, de su exilio en Buenos Aires y de su regreso a España.

Retrato de una época

El personaje de Celia, una niña que no acepta ni entiende el mundo que le rodea, gozó de tal aceptación que desde 1935 protagonizó una novela y finalmente una saga que, tras la guerra, mostraba cómo los sueños de la pequeña, al igual que los de muchas mujeres de la época, se habían truncado por completo. De hecho, tras el apoyo mostrado por Elena y su marido a la República, ambos se exiliaron a Argentina tras la caída de Madrid, lo que la autora refleja en la muy amarga Celia en la revolución.

Celia lo que dice, Celia en el colegio, Celia y sus amigos fueron algunos de los primeros títulos que se publicaron antes de la Guerra Civil y que fueron llevados a una serie de televisión de José Luis Boreau y adaptada por Carmen Martín Gaite en los 90. A estos títulos, les siguieron muchos más, entre ellos Celia madrecita y Celia institutriz que crearon contexto para otros títulos como Oculto sendero, que no vio la luz hasta 2016 y en el que abordaba -en clave autobiográfica- el conflicto que le supuso aceptar su lesbianismo y las dificultades que afrontó como creadora, y El pensionado de Santa Casilda, en el que también reflexiona sobre la identidad de género.

Los veinte libros de Celia son una enorme novela de aprendizaje, cuyo último objetivo es ofrecer el retrato de una época y un lugar, que es Madrid. Su extensa obra sería revisada y reivindicada décadas después por su atención a la psicología infantil y lo disruptivo de muchos de sus inolvidables personajes.

A los sellos dedicados a Clara Campoamor, Isabel Zendal, Almudena Grandes, Dolors Aleu, Concepción Arenal, Elidà Amigó, María Blanchard, Luisa Roldán (La Roldana) y Maruja Mallo, María de Maeztu dentro de la colección #8MTodoElAño, se une ahora el de Elena Fortún.

Todos los sellos de esta serie han sido diseñados por la artista Isa Muguruza, ilustradora española capaz de crear un universo único que empodera, mediante el arte, la figura de la mujer; una oda a la energía y al cuerpo femenino representado a través de un estilo que mezcla el realismo, la psicodelia y lo metafísico.