Pedro Moreno Brenes, es un reputado profesor universitario de la UMA con un largo recorrido en la administración y con fama de persona honesta, formada y coherente. Profesor titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga, ha sido Secretario de Administración Local (categoría superior) y siempre ha estado inmerso en la defensa de causas nobles para Málaga. También fue portavoz de IU en el Ayuntamiento de Málaga aunque Moreno Brenes ya no milita en ninguna formación política. El pasado 2 de marzo su nombre salió publicado en el BOE por haber ganado el concurso que le adjudicaba una plaza como letrado del Tribunal Supremo.
Desde hace meses lidera un movimiento ciudadano surgido en Málaga, la plataforma 'Salvemos Unicaja', en la que se cuestiona la figura del todopoderoso expresidente de la entidad y responsable de la Fundación, Braulio Medel. La plataforma, con amplio respaldo ciudadano quiere esclarecer si la fusión de Unicaja con Liberbank se hizo en condiciones favorables para la entidad que engloba Cajastur-Banco CCM y las cajas de Cantabria y Extremadura. El objetivo es conocer si Unicaja y Málaga salieron perdiendo en esta operación al sospechar que se realizó en condiciones de inferioridad para la caja andaluza.

En una semana “horribilis” para el propio Braulio Medel al que la Vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño le ha enseñado la puerta de salida de la entidad y la Junta de Andalucía le ha pedido que se vaya, ahora Moreno Brenes hace pública una carta que, cuando menos, se puede calificar como demoledora para los intereses del que fue el gran “banquero andaluz” y que hoy está cuestionado masivamente y tal vez viva sus últimos días en el cargo.

Carta de Pedro Moreno Brenes a Braulio Medel

Puede que ahora esté usted rodeado de asesores que le dicen lo que quiere escuchar.

Obran mal. Ellos por portarse como mercenarios indecorosos, para incrementar sus

cuentas corrientes con minutas o nóminas que debían dedicarse a la Obra Social de la

Fundación, y usted por imponer su ego desbocado y no cumplir con la moral y con la ley.

Le están mintiendo de forma descarada si le dicen que usted puede permanecer en su

cargo de Presidente de la Fundación Bancaria Unicaja.

Las autoridades competentes (con retraso injustificado), al amparo de la normativa vigente, han iniciado el procedimiento para restablecer la legalidad, y la Justicia tendrá que dilucidar su futuro procesal. Usted cuenta solo con dos posibilidades. Puede dimitir, o puede someter a las entidades que le han dado todo lo que tiene (la Universidad fue para usted un breve episodio) a una agonía en una terrible crisis reputacional, de la que solo usted, y sus lacayos, son responsables.


Ha logrado usted la máxima unanimidad social, política e institucional en torno a la

necesidad de que dimita. Pero me temo que lo que es evidente para cualquier mortal que

aglutine en su cuerpo un gramo de decoro, para usted es un aparente tropiezo del que,

como siempre, cree que saldrá airoso. Tiene usted la arrogancia del que siempre se ha

sentido impune, sensación totalmente explicable dado el alto nivel de protección del que

ha gozado por demasiados responsables institucionales y políticos y durante demasiados

años. Confío en que la ciudadanía sepa valorar donde ha estado cada uno en esta refriega,

pero yo al menos nunca olvidaré que unos, con independencia de colores y condiciones,

han defendido la legalidad y los intereses generales de Málaga, Andalucía y España, y

otros, hasta ayer mismo, han sido sus mejores aliados en su contumaz pasión por

destrozar Unicaja.

 

La prueba del algodón. Los que han luchado por la defensa de Unicaja han dejado el

rastro de la paciencia, la generosidad y la valentía, frente a los que han resaltado por sus

notorios silencios, y en algún caso, por indignantes loas a su adorado líder. Leamos los

medios de comunicación y comprobaremos donde se han ubicados unos y otros. Entre los

dignos, es de justicia mencionar a los miles de ciudadanos aglutinados en torno a la

Plataforma “Salvemos Unicaja”, a los sindicatos y partidos que no claudicaron ante usted

y a los tres patronos de la fundación que no se resignaron a ser comparsa de nadie. Y sin

olvidar al periódico donde esto escribo, clamando en el desierto casi en solitario. Pero

tampoco olvidaré a sus entusiastas partidarios, los que le mantienen con su voto aún en el

cargo, y los que, aparentando perfil técnico, siguen dando, con sueldo por medio,

“justificación” a sus atropellos a la legalidad.
 

No se puede usted imaginar la cantidad de personas que me están llamando desde ayer

para felicitarme por mi impulso a la Plataforma en defensa de Unicaja. La inmensa

mayoría son sinceros, pero otros se han apuntado ahora al carro, y hasta hace tres días lo

defendían a capa y espada. Suele pasar. Comentaba mí querido amigo y camarada

Leopoldo del Prado, que a la muerte de Franco, casi todo el mundo se decía

antifranquista. Por experiencia propia, cuando cayó Gil, todo el mundo había sido

antigilista. Son los ·valientes” de última hora, cuando ya conviene el cambio de tercio.


La semana que viene se celebrará la Junta General Ordinaria de Accionista de Unicaja,

cuyo orden del día abordará el punto quinto: “Nombramiento y reelección de

Consejeros”. Solo su inmediata dimisión podrá evitar que se consume la abyecta traición

a Málaga. Si usted no permite que, de forma rápida, el Patronato de la Fundación se

encamine a la legalidad en su gestión, y como primera medida revoque la actual propuesta

de consejeros dominicales (los mismos que han remado con el Sr. Menéndez y usted para

desmantelar Unicaja), el quinto banco de España (y elemento esencial para la salud

económica de nuestra tierra), se irá al garete y se impondrá para siempre el “estilo” del

Sr. Menéndez: sumiso con los clientes poderosos, y despiadado con los trabajadores del

banco y con los clientes modestos.


A los seres humanos, al fin y al cabo, nos queda como testimonio de nuestro paso por la

vida, las buenas o malas acciones que tengamos. Tiene una magnífica oportunidad de,

probablemente por primera vez en su vida, tener un gesto de altura más allá de su

acreditada avaricia y prepotencia. Haga lo correcto, su conciencia se lo agradecerá.