El impulso del vehículo eléctrico es una de las claves de la transición energética actual y una de las grandes apuestas para avanzar en sostenibilidad. España está inmersa en esta transición energética hacia una sociedad descarbonizada y, por ende, en el despliegue del vehículo eléctrico como un nuevo modo de transporte sostenible. Para ello, ha desplegado una amplia Hoja de Ruta del Vehículo Eléctrico para este año con el que pretende alcanzar varios objetivos.

Las empresas del sector juegan también un rol clave en este proceso de transición energética, que van desde su apuesta histórica por los combustibles tradicionales hacia una nueva economía descarbonizada. Es el caso de Cepsa, una de las grandes del sector energético, que se ha marcado una serie de objetivos numéricos para alcanzar a lo largo de este año.

La multienergética ha incluido entre sus planes la instalación de una serie de puntos de recarga ultrarrápida en sus estaciones de servicio, con la estimación de contar entre 80.000 y 110.000 puntos de recarga pública este año. En esta línea, las estimaciones de Cepsa pasan por alcanzar hasta 250.000 vehículos eléctricos en España a lo largo de 2023. Unos objetivos a corto plazo que continuarán con el impulso a medio y largo plazo. Tanto que Cepsa prevé alcanzar en 2030 el objetivo español de contar con 5 millones de vehículos eléctricos.

La hoja de ruta del vehículo eléctrico nacional coincidirá en algunos momentos con la europea. El primer gran objetivo de Europa es que, en 2025, haya 13 millones de vehículos de emisión cero y un millón de estaciones públicas de recarga a nivel europeo. Un primer punto de partida que irá reforzándose con nuevos compromisos en 2026, 2030 y 2035, hasta llegar este último año a la prohibición de la venta de coches nuevos con motor de combustión que ha aprobado el Parlamento Europeo hace apenas unas semanas.

¿Está España preparada para cumplir los objetivos del Vehículo Eléctrico?

La apuesta por el vehículo eléctrico está clara sobre el papel. No obstante, el despliegue no es homogéneo en toda Europa. Así, mientras la cuota de ventas de coches eléctricos puros en Noruega alcanzó el 80% en 2022, España está aún en el 3,8%, muy lejos de otros países europeos. En cifras, en España se vendieron 36.450 unidades a lo largo del último año.

El ritmo de despliegue en España está aumentando, aunque lo hace a un ritmo más bajo que los países europeos. Prueba de ello es que, en 2022, las ventas de vehículos eléctricos aumentaron un 20% en España mientras en Alemania y Francia crecieron más de un 100%. Todo esto lleva a que, a día de hoy, el peso de los coches eléctricos en el conjunto del parque es todavía limitado, con un total de 210.000 vehículos, de los que 110.000 son turismos, el 0,4% del parque.

Más allá de las cifras de compraventa, la Encuesta del Clima del BEI de 2022 revela que el 34% de los españoles reconoce que optaría por adquirir un vehículo eléctrico, frente al 22% que compraría un vehículo diésel.

El mercado del vehículo eléctrico tiene dos partes muy diferenciadas. Por un lado, la propia venta de los vehículos y, por otro, las infraestructuras de recarga para ello. España tiene a día de hoy más de 16.000 puntos públicos operativos, en una proporción de 1,6 por cada 100 kilómetros, todavía lejos del objetivo de los 110.000 previstos para finales de 2023, y del resto de los países europeos. De estos, todavía muy pocos de ellos son puntos ultrarrápidos y son estos los únicos que permiten viajes de largo recorrido. Según las cifras de Anfca, el 0,8% de los cargadores en España es ultrarrápido, con una potencia mayor de 150 kW.

El sector privado nacional está impulsando ahora el desarrollo de infraestructuras, con Cepsa entre ellas, pero más de 42.000 solicitudes se encuentran todavía a la espera de tramitación, tal y como cifra el IDAE. Para agilizar este proceso se han sustituido las licencias de obra por declaraciones responsables, aunque muchos permisos específicos continúan sin solución a día de hoy.

2023 supone un punto de inflexión para el vehículo eléctrico, con el crecimiento de las ventas registrado en 2022, frente al retroceso del diésel y de la gasolina (con un 18% y un 12% menos respectivamente; el impulso del sector energético, tanto público como privado, como es el caso de Cepsa; la remodelación del PERTE VEC; la renovación del parque de automóviles, a día de hoy envejecido, y la nueva normativa, con la implantación de las Zonas de Bajas Emisiones y la Ley de Movilidad Sostenible como claves para la transición hacia el vehículo eléctrico. Cepsa trabaja, a día de hoy, para instalar, al menos, un cargador ultrarrápido cada 200 kilómetros en las principales carreteras y vías interurbanas nacionales.