El Bitcoin cayó un 10% el lunes pasado continuando una fuerte caída y desligándose de su reciente correlación con la bolsa y el petróleo, que experimentaban un modesto repunte.

La criptomoneda se cotizó por debajo de los 4.000 dólares durante el fin de semana y cayó por debajo de los 3.650 dólares el lunes por la noche.

La semana pasada, perdió casi un tercio de su valor, una de sus peores ventas semanales registradas.

En las dos últimas semanas el activo digital ha experimentado una pérdida del 45% y hasta un 80% desde sus niveles máximos de cotización, cerca de los 20.000 dólares a fines del año pasado.

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Cotización del bitcoin

Un verdadero movimiento de pánico que no tiene parangón en los activos financieros tradicionales y que despierta dudas sobre su utilización como activo de inversión. Recientemente bancos de inversión entre los que se encuentra el prestigioso Morgan Stanley han publicado informes en los que consideraban a las monedas digitales como activos idóneos para la inversión financiera.

Debido a las caídas sufridas por estos activos, muchos especuladores han huido del mercado, como lo demuestra la caída de los volúmenes de negociación.

La escisión y pérdida de valor consiguiente de una moneda digital de menor tamaño llamada Bitcoin Cash ha creado tensiones ante la perspectiva de que los grandes inversores vendan Bitcoin para cubrir los riesgos de una caída en el valor de sus inversiones en Bitcoin Cash y esto ha influido en gran medida en esta pérdida de confianza.

Además, ha surgido otra preocupación: los mineros de criptomoneda, los equipos que resuelven ecuaciones complejas para generar nuevas monedas digitales, parecen estar perdiendo interés. La cantidad de esfuerzo informático gastado por los mineros, conocida como “hash rate”, ha comenzado a disminuir.

El “hash rate” aumentó durante gran parte del año, incluso cuando los precios de la criptomoneda se desplomaron, lo que sugiere que el ánimo se mantuvo optimista sobre la recuperación de los precios.

Pero ha disminuido considerablemente en las últimas semanas y esto indica que menos mineros están incorporándose al sistema. Si los mineros dejan de minar, la plataforma de blockchain no funcionará y el mercado en general perderá confianza.

Las monedas digitales rivales, como Ripple y Ether, también han caído fuertemente. El valor de mercado total de las criptomonedas es de alrededor de 130 mil millones de dólares, bien por debajo del récord de más de 800 mil millones en enero.

El estado de ánimo contrasta con el de hace un año, cuando las criptomonedas capturaron la atención de los inversores privados al mismo tiempo que los precios se disparaban.

Las opiniones en estos momentos son dispares: los hay quienes piensan que el futuro será favorable pero también quienes creen que todavía queda mucha corrección en el mercado.

Algunos inversores comparan la situación a la ocurrida con la crisis de los valores tecnológicos ligados a internet a comienzos del milenio.

En ese entonces, Amazon.com perdió el 95% de su valor desde diciembre de 1999 hasta octubre de 2001. El gigante minorista on-line se ha recuperado desde hace mucho tiempo hasta su valor actual de 774 mil millones de dólares.

¿Nos encontramos ante una situación similar?

La tecnología en la que se fundamentan los activos digitales que han venido a llamarse criptomonedas es la del blockchain.

El blockchain es una plataforma, un enorme diario de cuentas, que contiene una gran base de datos protegidos y cifrados que garantiza la veracidad de las transacciones y cuya principal característica es la descentralización, el control del proceso no depende de una única entidad, de un banco, sino que se lleva a cabo por todos los usuarios.

El blockchain elimina intermediarios, abarata el coste de las transacciones y las agiliza exponencialmente, planteando una enorme evolución no tan solo en la economía sino en todo tipo de ámbitos.

Se habla ya de esta innovación tecnológica como la segunda generación de internet y de la misma manera que ocurrió con la primera internet , la mayoría de sus aplicaciones están todavía pendientes de desarrollo, las apuestas que hoy en día se hacen se realizan sobre futuribles que difícilmente podemos valorar, pero sin temor a equivocarnos podemos asegurar que nos encontramos en los comienzos de uno de los grandes hitos de la evolución tecnológica que traerá consigo notables avances en el terreno económico y en la sociedad en general.

Las principales entidades financieras del mundo observan con inquietud este proceso que pone en peligro su privilegiada y oligopólica situación anterior, algunas de ellas ya han dado el paso y o bien desarrollan su propia tecnología o han establecido alianzas con las nuevas empresas tecnológicas financieras, las llamadas “fintech”, que por su estructura y su flexibilidad son mas propicias a beneficiarse de este nuevo avance.

Para el inversor, tanto privado como institucional, se le presenta sin duda una oportunidad que en el medio o largo plazo se materializará en rendimientos extraordinarios, aunque de momento carecemos de datos fundamentales para establecer una previsión sólida. El tiempo nos lo dirá y muy probablemente no tendremos que esperar mucho para saberlo.