El viaje se ha desarrollado sin inconvenientes y el tren ha llegado incluso con tiempo de antelación. Asturias está de enhorabuena, el tan ansiado AVE ha llegado al paraíso 20 años, siete legislaturas, cuatro presidentes del Gobierno, ocho ministros de Transportes y 4.000 millones de euros de inversión después. Muchas promesas se han pronunciado durante estas dos décadas, pero ha sido este miércoles, 29 de noviembre de 2023, cuando las 350 toneladas han tardado bastante menos en hacer el recorrido Madrid-Oviedo/Uvieu.

Ninguna personalidad quería perderse el viaje inaugural y los vagones estaban a rebosar de personas trajeadas. Antiguos ministros, aunque tan solo tres de los siete implicados en el eterno proyecto, familiares cercanos, cabezas autonómicas visibles de los dos grandes partidos y una horda de periodistas se agolpaban en los asientos (más amplios y cómodos de lo que recordaba el asturiano que escribe estas líneas). Por delante, tres horas y diez minutos, de las 13:35 a las 16:45 horas, por delante para compartir confidencias a altas velocidades.

El traqueteo se agudizaba según se alcanzaban tierras norteñas y tan solo la explosión de una lata de refresco en el interior de un carrito ha conseguido perturbar por un segundo la tranquilidad del viaje. Unos iban y otros venían, buscando la cafetería, corriendo al baño o simplemente paseando por los pasillos. Sin embargo, entre tanta figura, cuatro de ellas destacaban en una mesa enfrentada, en la que disfrutaban de la misma comida que el resto de pasajeros (salmón y una selección acertada de ibéricos fríos).

En el sentido de la marcha, el rey Felipe VI, pegado a la ventana, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compartían conversación con los desafortunados que miraban hacia el atrás, los presidentes autonómicos a los que correspondía estar en el viaje. Del lado interior, Alfonso Fernández Mañueco, líder de Catilla y León y último de la comitiva en subirse al tren, arribaba en León. Del otro, Adrián Barbón, máximo representante del Principado, era incapaz de ocultar la alegría e ilusión. A pocos metros, el ministro de Transportes, Oscar Puente, completaba la instantánea junto con su secretario de Estado.

Los protagonistas, a parte del pueblo asturiano, tenían la suerte de acompañar al maquinista y ver los doces túneles que se suceden en los 40 kilómetros de tramo nuevo, quién sabe si daría tiempo a una partida de cartas o quizá a intercambiar un chascarrillo. El resto de mortales nos conformábamos con ver las imágenes desde las pantallas de los vagones, donde se proyectaba el exterior como si de la on board de un fórmula 1 se tratase. Poco más sucedería durante el resto del trayecto hasta llegar a Oviedo, una hora más rápido de lo habitual, donde comenzaría el acto institucional.

“Esta es la obra más singular del sistema ferroviario español”, comenzaba Puente, quien se ponía poético pronto. “Obras como esta nos permite subirnos a otro tren, el de la modernidad” y “la ingeniería no es la mayor aportación, sino acercarnos, acortar el tiempo que nos separa y facilitar los intercambios que nos unen”, son algunas de las perlas del ministro, que cerraba su intervención a golpe de dato positivo.  “Renfe prevé que se alcancen los 1,25 millones de pasajeros en su primer año, un 42% más que este año”, lo que además “aumentará la cuota de mercado del tren frente al avión”.

El turno siguiente era para los presidentes autonómicos. Un Mañueco institucional reclamaba más, señalando que en el futuro se debe “hablar de la vertebración, cohesionar y unir”. “Hay que reivindicar aquellos que nos une, los principios que nos unen a todos, la cohesión territorial y la igualdad de las personas”, zanjaba el castellanoleonés, dejando paso a la persona más feliz de la tarde. “Desde el corazón de un asturiano que tiene el inmenso honor de ver acabada esta obra”, arrancaba Barbón.

“Esto supone una ruptura de un cerco mental, de esa sensación de aislamiento secular que sentíamos los asturianos, para los que hoy es un día de nuestra historia”. Agradecimientos a los trabajadores, al Gobierno central y a todo el que pasaba por allí después, el presidente asturiano ha acertado a considerar el proyecto como “una obra de titanes”. Después, ha sonreído por última vez, por lo menos en un acto público, y ha dejado paso al que clausuraría el acto, Pedro Sánchez.  

El presidente ha comenzado llamando a la unidad y ha zanjado citando a Jovellanos. “Lo único que a esta tierra le hace falta es luces y comunicaciones. Las luces de la educación y la ciencia para el pueblo y las comunicaciones para superar las barreras geográficas”, concluía. Antes, ponía en valor la que algunos consideran la tierra más bonita de la tierra. “Desde hoy no solo Asturias está más cerca del resto de España, sino que España se acerca más a esta comunidad extraordinaria”.

La reivindicación y defensa del Gobierno y el país han estado también muy presentes. España ya no es el antiguo país atrasado, ahora está a la vanguardia y cuenta con más de 4.000 kilómetros de alta velocidad. La inversión asciende 65.000 millones de euros en una red que ya conecta a 33 provincias y 9.000 millones de euros está sobre la mesa para llegar a otros territorios.  “Algo más que un camino de hierro, un camino de soluciones” que si algo es para el presidente es “una mano tendida para unir territorios de un país encantado de su diversidad”.