Recientemente, el Banco Sabadell adelantaba la posibilidad de que Telefónica y BBVA abandonasen el índice bursátil europeo EuroStoxx 50. Una marcha forzada por su pérdida de peso, de valor en los mercados. En el recién terminado agosto también hemos conocido que la firma Apple ha superado los dos billones de capitalización bursátil, situándose como el valor más valioso en el mundo, lugar que hace unos pocos años ocupaban las petroleras y concretamente Exxon Mobil.

También nos hemos desayunado con que el fabricante estadounidense de vehículos eléctricos vale más que Volkswagen, Ford y PSA juntos. Seguramente si esperamos unos meses más la firma que preside Elon Musk pese a vender muchísimos menos coches acabará teniendo una capitalización superior al resto de la industria automovilística. Y ahí están las famosas FAANG (Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google) que han colocado el tecnológico Nasdaq en máximos históricos y con una ganancia del 37% en el año, en un año de dura crisis económica con el Covid-19 y donde el Ibex 35 se apunta una caída del superior al 20%.

La gran duda que asoma entre los inversores es si estamos en el definitivo cambio de un modelo económico o es una pura cuestión coyuntural que indica una tendencia pero que aún falta por madurar. Algo de burbuja sí que existe, pero con matices. Mientras los valores clásicos como bancos, telecomunicaciones y algunas industrias han registrado abundantes pérdidas, los valores tecnológicos cotizan a precios muy elevados pero están ganando más dinero en plena pandemia.

Por seguir con el ejemplo de los dos valores españoles, Telefónica vale en Bolsa 17.658 millones de euros (la mitad que su deuda) mientras BBVA roza los 17.000 euros. Unas compañías acostumbradas a ocupar los primeros puestos por valor del mercado español y que ahora deben conformarse con los puestos octavo y noveno de un ránking liderado por Inditex e Iberdrola que capitalizan 74.000 y 66.000 millones de euros, respectivamente. Luego se da un gran salto hasta los 32.000 millones de euros y en los primeros puestos se cuelan Cellnex, Endesa, Aena o Amadeus. Curiosamente, dos valores como Aena o Amadeus muy ligados al sector turístico, tal vez el más afectado por el confinamiento de la población con la drástica reducción de viajeros.

Aquel mundo del futuro que lleva años dibujándose empieza a ser una realidad palpable que está provocando un vuelco en el peso de los índices de las Bolsas y en la importancia de las distintas compañías. Y eso que los valores industriales o de telecomunicaciones juegan con una ventaja durante la última década: los bajos tipos de interés. Si los tipos de interés estuvieran en niveles más elevados, seguramente estos títulos ya estarían en la quiebra ante la imposibilidad de cumplir sus compromisos de pago de sus gigantescas emisiones de bonos. Son incapaces de generar rentabilidad y el hecho de tener unos costes financieros bajos les convierten en empresas zombies que pese a todo pueden seguir respirando.

En este cambio del modelo productivo y de la búsqueda de oportunidades, muchas de estas compañías solo se han dedicado a hacer marketing, a vender una transformación que nunca se ha llevado a cabo. Uno de los ejemplos más claros de crecimiento ha sido la firma Cellnex con una apuesta brutal por las torres de telefonía que le ha llevado a capitalizar 26.000 millones de euros. Una firma en la que confían los inversores y que en este verano ha sido capaz de levantar 4.000 millones de euros sin ningún problema.

Otras compañías, sin embargo, no supieron ver el potencial de este negocio cuando termine de popularizarse la tecnología 5G. Otros ejemplos se encuentran en los valores petroleros siempre anunciando su salto hacia energías renovables pero que nunca se acaba de concretar. Una transición energética que lleva a las firmas solares o eólicas a vivir continuas revalorizaciones en Bolsa sin importar mucho si hay o no pandemia. El futuro económico no es ciencia ficción. Está aquí y tendremos que asistir al derrumbe de una empresa clásica que no ha sabido adaptarse al entorno frente a una nueva empresa que marca las tendencias de los consumidores.