El conde de Atarés y marqués de Perijaa, Fernando González de Castejón, presunto autor del crimen de la calle Serrano de Madrid, que acabó con la vida de su mujer y a una amiga, no tenía licencia de armas ni había sido denunciado por las víctimas. Así lo ha explicado en la mañana de este martes la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González.

En una entrevista concedida a Telemadrid, González ha asegurado que todo apunta a un caso más de violencia. Además, ha subrayado que su mujer, Gemma, no había denunciado al presunto asesino y por tanto no constaba en el sistema VioGén. Sí que actuó de oficio en 2018 la Policía Nacional por un incidente, pero ella no llegó a denunciar. De hecho, reanudaron la convivencia ese año. No obstante, sí le constaban antecedentes de violencia doméstica con su madre y hermana, con orden de alejamiento sobre ellas puesta en 2009.

La representante del Gobierno central en Madrid ha destacado que el aristócrata en ningún momento tenía permiso de ninguna de las armas halladas en su domicilio, donde los agentes hallaron una vitrina con bastantes armas cortas y largas, así como munición, silenciadores, ballestas y puñales. "La Guardia Civil no tiene constancia de licencia y si las recibió de herencia o donación familiar tiene que comunicarlo", ha apostillado.

No hay denuncias por parte de los vecinos

González también ha indicado que a la Policía Nacional tampoco le constan denuncias de vecinos por problemas de convivencia o prácticas de tiro en el patio de la comunidad, un hecho que ayer subrayaron algunos residentes.

La representante gubernamental ha confirmado que fue un vecino quien vio ayer por la mañana por la ventana de su casa un cadáver, por lo que llamó al portero y luego a la Policía, que entró en la casa. Allí se encontró a dos cadáveres en el suelo y uno en la cocina. En la primera estancia estaban el presunto asesino y su mujer, ambos con un tiro en la sien y cerca el arma corta utilizada.

En la cocina se hallaba la amiga de Gemma, que murió por un tiro que le desfiguró la cara. Los agentes tardaron un tiempo en identificarla, por lo que al principio creyeron que era una persona del servicio doméstica. Ella cuidaba de vez en cuando a la hija del matrimonio, una niña de 10 años que ayer se encontraba en París a la espera de volver a España. Ha quedado bajo la tutela de otro miembro de la familia, según ha avanzado la delegada del Gobierno.