Dragó vincula la protesta a favor del aborto con el grito "¡Viva la muerta!" del falangista Millán Astray en la Universidad de Salamanca en 1936 contra su rector, Miguel de Unamuno. Y en seguida, con su habitual prepotencia, supone que "las tres energúmenas -basta con ver las muecas deformes de sus rostros para calificarlas así- (...) no tienen ni zorra idea de quiénes eran Carmen Polo, Unamuno y Millán Astray".
Zorras
Acto seguido, Dragó suelta su mejor perla: "Lo de zorras no lo digo con segundas, aunque no faltará por ahí gente de bien que aplaudiría y compartiría estas". El columnista tacha a las activistas de "pandilla de nudistas deseosas de chupar cámara en los estudios de la telebasura que exhiben sus domingas a troche y moche en lugares públicos".
El bottomless
Pero a Dragó esas "domingas" se le quedan cortas y enseguida pide más: "Mejor sería, ya puestas, el bottomless, pues así veríamos el lugar del cuerpo femenino que sirve, según ellas, no sólo para nacer, sino también para morir y matar".
Lección de arquitectura
"Las tetonas del Congreso, aclamadas por los diputados de Izquierda Unida y acogidas con sonrisas benevolentes por el resto de los abortistas, son gárgolas, grecas y cariátides de la efigie de Millán Astray", continúa Dragó, para volver a su pedantería habitual: "¿Cariátides, grecas, gárgolas? ¡Tranquilas, nenas! Consultad el diccionario, que no muerde. No son insultos, aunque os los mereceríais".