Díaz Ferrán tenía por casa apenas 150.000 euros y un lingote de oro valorado en otros 60.000 euros. Como siempre es desagradable lo de andar con dinero suelto, era su socio Ángel de Cabo quien disponía en su despacho de cierta calderilla añadida, 400.000 euros. Teodoro, su cuñado, rellenaba la almohada con otros 380.000 y Susana, la secre, guardaba entre tintes y cosméticos otro millón de euros en metálico “porque ella lo valía”. Sin la más mínima pesquisa, la policía se ha visto obligada a rellenar las primeras sacas para no tropezar con tanto "fleco suelto" y poder de una vez, iniciar en serio la investigación.

Hasta 50 millones de euros, se presume por ahora, que ha podido evadir Díaz Ferrán más lo que pueda derivarse de la posterior instrucción del juez. Su patrimonio, ganado con el sudor de otras frentes, (que como él mismo dijo “deben trabajar más y cobrar menos”), incluye chalets de lujo, fincas de caza en Toledo o Portugal, propiedades en Nueva York, Holanda, Méjico... Como ya ocurriera en la época de los Austrias, en la Hacienda de Díaz Ferrán no se pone el sol. A ello hemos de sumar el cutrerío propio del ADN hispánico: los yates de turno, aparatosos coches de alta gama, leones disecados, leopardos, antílopes, búfalos, cabezas de elefante... ¿Repetirá "Dalí" en el baño? Desgraciadamente, parece que Díaz Ferrán tendrá difícil asumir la fianza impuesta por el juez, al haberse declarado él mismo "insolvente" y asegurar recientemente que su salario apenas alcanzaba los 317 euros al mes, gracias a su labor como administrador de una gasolinera.

Siga leyendo en el blog de Alex Vidal