La Fundación Pasqual Maragall, en colaboración con la Fundación “la Caixa”, ha desarrollado un nuevo biomarcador del envejecimiento cerebral que puede ser determinante en el avance en la lucha contra el Alzheimer. Este biomarcador, que se ha basado en casi 25 mil imágenes por resonancia magnética, demuestra, por primera vez, el envejecimiento cerebral está directamente relacionado con la presencia de alteraciones patológicas del Alzheimer. Este desarrollo permite abrir nuevas esperanzas en la lucha contra esta enfermedad.

El estudio ayuda a entender de manera más clara la relación existente entre el proceso de envejecimiento cerebral y las enfermedades degenerativas, algo que permitirá desarrollar mejores estrategias ante un envejecimiento de la población que aumenta año a año. ¿Pero qué son los biomarcadores? Son medidas objetivas que brindan información sobre cada enfermedad o cada proceso biológico. En el caso específico de nuestro cerebro, estos biomarcadores se centran en sus características morfológicas, como el grosor o el volumen alterados en zonas concretas, algo que puede tener como consecuencia un envejecimiento acelerado.

Por primera vez se ha demostrado la relación entre la edad biológica cerebral y la presencia de biomarcadores, así como de factores de riesgo de Alzheimer, en una muestra de casi 2.500 personas cognitivamente sanas o con un deterioro cognitivo bajo. Estamos hablando de una muestra sin precedentes hasta la fecha, dividido en cuatro cohortes independientes: ALFA +, que cuenta con el impulso de la Fundación “la Caixa” (380 personas), ADNI (719 personas), EPAD (808) y OASIS (407). No solo se trata de indicadores que nos pueden hacer entender mejor el proceso del Alzheimer, también se muestra una relación directa entre el envejecimiento cerebral y marcadores de neurodegeneración y patología cerebrovascular, lo que hace que este nuevo indicador pueda convertirse en una herramienta muy útil en el diagnóstico de diversas enfermedades cerebrales, como corrobora la revista científica Elife, que ha publicado estos hallazgos.

Dr. Juan Domingo Gispert, responsable del Grupo de Investigación en Neuroimagen del BBRC

Se puede producir una diferencia entre la edad biológica, que es el tiempo transcurrido desde el nacimiento, y la edad cerebral biológica, que se calcula a partir de técnicas de neuroimagen. Son los casos en los que el cerebro ha envejecido más rápidamente de lo esperado o, al contrario, aquellos en los que la edad cerebral se estima inferior a la edad cronológica. Es decir, el cerebro puede ser “más viejo” o “más joven” que el propio cuerpo. La diferencia se conoce como el delta de la edad cerebral. Irene Cumplido, una de las autoras del estudio, asegura que aunque la edad es el principal factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer y la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, los mecanismos biológicos que explican esta asociación aún son poco conocidos. “Para el estudio de la edad, es necesario disponer de marcadores objetivos de envejecimiento biológico cerebral, más allá de la edad cronológica, del mismo modo que se dispone de biomarcadores para el Alzheimer”, añade, para concluir que “sabemos que en trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer se ha encontrado un envejecimiento acelerado del cerebro, pero era necesario comparar estos datos con marcadores biológicos específicos de la enfermedad”.

También es interesante la novedosa forma en la que se ha realizado la investigación, ya que se utilizó la inteligencia artificial. En tiempos de demonización de esta técnica, no está demás recordar que una tecnología no es perniciosa en sí misma, sino que lo que la puede hacer perniciosa es su mal uso. En este caso, la inteligencia artificial se encuentra al servicio de las ciencias de la salud, y permite conocer datos que, de otra manera, estaría vedados a nuestro conocimiento. Se utilizaron más de 20 mil medidas obtenidas por resonancia magnética, provenientes de una base de datos biomédica a gran escala, disponibles en el UK Biobank. Según explica la doctora Verónica Vilaplana, otra de las autoras del estudio, estos modelos “aprenden la asociación entre la edad cronológica y las características morfológicas cerebrales extraídas de las imágenes por resonancia magnética, lo que predice una edad cerebral para cada individuo”.

La conclusión del estudio es que la estimación del envejecimiento cerebral acelerado queda asociada con depósitos anormales de beta amiloide, etapas más avanzadas de patología de Alzheimer y la presencia del genotipo APOE-e4. Estos resultados resultan particularmente útiles para potenciales intervenciones de prevención.