El proyecto del circuito urbano de Fórmula 1 en Madrid, impulsado por IFEMA y la Comunidad de Madrid, ha desatado una fuerte polémica entre diferentes sectores. Mientras las autoridades autonómicas defienden que este evento convertirá a la capital en un referente del automovilismo y tendrá un impacto económico millonario, asociaciones vecinales y ecologistas han expresado su rechazo. Denuncian el alto coste de la infraestructura, que podría superar los 100 millones de euros, y alertan sobre las posibles consecuencias medioambientales y urbanísticas. Además, la falta de un informe de impacto ambiental detallado y la incertidumbre sobre cómo se financiará han alimentado las críticas de la oposición, que acusa al Gobierno regional de Ayuso de anteponer intereses privados a las necesidades ciudadanas.
Por otro lado, el trazado del circuito, que recorrería parte de los recintos feriales de IFEMA y las inmediaciones de Valdebebas, también ha generado dudas entre los expertos en urbanismo y movilidad. Se teme que la construcción y celebración del Gran Premio provoque importantes problemas de tráfico y altere la vida de los vecinos durante varios días al año. Asimismo, la apuesta por un evento de esta magnitud choca con los compromisos medioambientales que exige la Fórmula 1 en su estrategia de sostenibilidad, lo que ha llevado a preguntarse si la capital española está preparada para albergar una prueba de esta categoría sin comprometer su planificación urbana.
A todo esto se suma el temor de que Madrid repita el fiasco del circuito urbano de Valencia, un proyecto que nació con grandes promesas y acabó convirtiéndose en un símbolo del despilfarro y la falta de planificación, con infraestructuras abandonadas y una factura millonaria para las arcas públicas.
Las “chapuzas” del circuito de Fórmula 1 en Madrid
Las preocupaciones no son infundadas. Según ha destapado el urbanista y diputado socialista Antonio Giraldo a través de un extenso hilo en X -anterior Twitter-, el circuito de Fórmula 1 en Madrid está plagado de irregularidades desde su origen. Oficialmente, el Ayuntamiento de Madrid ha promovido un Plan Especial (PE) "definitivo", según explica el político en declaraciones a ElPlural.com- para ampliar IFEMA en 13.600 metros cuadrados, un proyecto que, en teoría, responde a necesidades logísticas del recinto ferial.
Sin embargo, los cambios urbanísticos que plantea dejan en evidencia que su verdadero propósito es allanar el terreno para la construcción del circuito de Fórmula 1. "No estamos para nada en contra de las carreras, pero es que no cabe normativamente en la parcela, y además genera un montón de afecciones que son inaceptables", expresa el político en conversaciones con este periódico. Entre las modificaciones clave, el plan introduce un nuevo uso "deportivo", algo que en un futuro facilitará la celebración de carreras, y reordena las zonas verdes, incluyendo la tala de hasta 729 árboles, con el objetivo de liberar espacio para la futura pista. Esta estrategia de encubrimiento ha generado críticas por la falta de transparencia y por el impacto medioambiental que conlleva. "Cabe recurso y valoraremos las posibilidades, pero ya hmos advertido al PP que lo que se aprueba incurre en unas ilegalidades como un elefante de grandes", apostilla Giraldo.
Asimismo, Giraldo también recuerda que uno de los mayores escollos que enfrenta el proyecto es la vía pecuaria que atraviesa el terreno de IFEMA. En 2005, esta senda de paso de ganado fue desviada hacia el norte, pero ahora vuelve a ser un problema porque interfiere con el trazado del circuito. La solución que propone el Plan Especial es tan simple como absurda: superponer la vía pecuaria sobre la zona verde, algo que es ilegal porque supone reducir la superficie de espacios protegidos de la ciudad. Para modificar el trazado de una vía pecuaria o reducir el área verde, sería necesario aprobar una modificación del Plan General de Ordenación Urbana, un trámite que llevaría demasiado tiempo y que no encaja con la prisa que tienen los promotores del circuito. El resultado es un proyecto con graves deficiencias legales que podría quedar bloqueado en los tribunales.
Las alegaciones presentadas por colectivos vecinales y ecologistas han sido rechazadas en su totalidad bajo el argumento de que el Plan Especial no tiene nada que ver con la Fórmula 1, sino únicamente con la ampliación de IFEMA. Sin embargo, la propia Comunidad de Madrid ha evidenciado la contradicción al exigir que se incluyan consideraciones medioambientales específicas para eventos de este tipo. Es decir, la administración regional admite que el circuito es una realidad y no una mera especulación. Además, el plan ha sido diseñado con tantas prisas que ni siquiera detectaron la existencia de la vía pecuaria hasta que Giraldo y su equipo la señalaron en sus alegaciones.
Otro punto polémico es el coste real del proyecto. A pesar de que el alcalde José Luis Martínez-Almeida ha insistido en que la Fórmula 1 no costará "ni un solo euro a los madrileños", la valoración económica del expediente desmiente esa afirmación. De entrada, ya se han aprobado 47 millones de euros para la ampliación de IFEMA, aunque expertos advierten de que la cifra final será mucho mayor. Además, el propio Ayuntamiento reconoce que el retorno económico del circuito no se producirá hasta dentro de 30 años y que, incluso en el mejor de los escenarios, seguiría en números rojos al menos hasta 2037. Este modelo recuerda peligrosamente al caso de Valencia, donde el circuito urbano dejó una deuda de 300 millones de euros y acabó siendo abandonado tras unos pocos años de actividad.
Pero más allá del coste económico y los problemas legales, la construcción del circuito en IFEMA también ha generado dudas sobre el trato de favor que ha recibido el proyecto. Mientras otros propietarios tardan meses o incluso años en obtener licencias urbanísticas para construir en la ciudad, la Fórmula 1 ha conseguido que se le tramite una licencia de forma paralela al Plan Especial, garantizando que no haya trabas burocráticas. Esta agilidad contrasta con los retrasos habituales en otros sectores y refuerza la sospecha de que las administraciones madrileñas están poniendo todos sus recursos al servicio de este evento sin importar los riesgos que conlleva.