El presidente del Parlament, Roger Torrent, ha diseñado con Carles Puigdemont, desde Bruselas, el debate de investidura. El próximo martes 30 de enero, la Cámara catalana abrirá sus puertas para hacer la duodécima investidura de un presidente de la Generalitat desde la recuperación de las instituciones catalanas en 1980. Esta, no osbtante, será atípica. El candidato propuesto vive en Bruselas y si nada cambia no piensa volver de ninguna de las maneras, por más que ahora juegue al gato y el ratón con el Estado. Resulta, incluso, esperpéntico, que los policías busquen a Puigdemont por Barcelona o vigilen las fronteras en el mismo momento que todo el mundo sabe que está en Bruselas. El primero que lo conoce es el Ministerio de Interior, pero se cree más importante hacer un espectáculo mediático buscando por las cloacas del Parque de la Ciutadella, que no poniendo los mecanismos para tener controlada a una persona imprevisible.

Dentro de los cambios de estrategia de Puigdemont, ha pasado de querer una investidura telemática y pretender gobernar vía skype, a mantener la ilusión de que volverá pronto a Cataluña si el Estado le asegura que no será detenido. Él ya sabe que el Estado no lo hará. Se mantiene la orden de detención en España. Para la Justicia es un prófugo acusado de los delitos de rebelión, sedición y malversación de capitales. Por eso mismo, Oriol Junqueras y Joaquim Forn (quién ha renunciado al acta de diputado) están en la prisión de Estremera.

La intención de ERC y JxCat es mantener la candidatura hasta que el Tribunal Constitucional obligue a parar. Ni ERC ni el propio partido de Puigdemont (PDCat) están dispuestos a aparecer ante la opinión pública independentista como los que han traicionado la promesa de que Puigdemont sería restituido en su cargo. Así, sería el Estado el que lo prohibiría.

A estas alturas, la mayoría independentista en la Mesa del Parlament les da suficiente margen. El formato del debate es a un solo día, cuando la tradición siempre ha sido hacerlo en dos jornadas: la primera para el discurso del candidato y la segunda para el debate y la votación. En esta ocasión, no obstante, se pretende ir más rápido, esperando que el Estado no intervenga hasta después de la votación. Si los independentistas persisten en qué Puigdemont es el candidato, lo más habitual sería que los grupos de la oposición pidieran una reconsideración de la decisión a Mesa y una reunión de la junta de portavoces y presentaran un recurso al TC. Torrent y los suyos se mantendrían en la decisión, aunque el nuevo presidente de la Cámara, a diferencia de su antecesora, Carme Forcadell, ha asegurado que pensaba hacer caso de los informes de los letrados. Pero el Estado ya estará preparado. A primera hora el Gobierno habrá pedido al Constitucional que pare el plenario y no sería nada extraño que en poco tiempo llegue la resolución al Parlament. Llegado a este punto, los independentistas, como mínimo ERC, harán caso de la interlocutoria del Constitucional y frenará el intento de saltarse las leyes y los reglamentos.

Culpar al Estado

Con esta estrategia se pretende mantener contenta la ciudadanía independentista y, a la vez, culpar en el Estado de qué Puigdemont no se habrá podido investir. A la vez, ni ERC ni el PDCat serán los culpables y el presidente Torrent tendrá que abrir nuevas consultas. Aún así siempre y cuando Puigdemont se mantenga en Bélgica y no aparezca por sorpresa por el Parque de la Ciutadella.  Estos últimos dos días Puigdemont ha cambiado de estrategia y ahora dice que quiere estar en el Parlamento.  Al ministro Zoido ya se le escabulló en una ocasión. Puigdemont mantiene ahora que lo que él quiere es una investidura presencial, pero pone condiciones "inaceptables" por el Estado.

En el caso de que Puigdemont se presentara en la Cámara, la policía sólo puede actuar dentro del edificio del Parlamento a instancia del presidente de la Cámara.

Torrent se ha reunido hoy en Bruselas con Puigdemont, y no vía skype, y los otros cuatro diputados que viven allí. Aunque la reunión estaba prevista que se hiciera a la Delegación de la Generalitat en la capital comunitaria, el Gobierno español ha decidido cerrarla y dar fiesta a los trabajadores. La delegación se ha trasladado, entonces, a la sede de la Alianza Libre Europea, grupo del que forma parte ERC. Allá, Puigdemont y Torrent se han reunido una hora a solas. Torrent le ha pedido a Puigdemont un gobierno efectivo en el territorio. Este es el mecanismo por el que dejará de aplicarse el 155. Después se  han añadido Toni Comín, Meritxell Serret, Lluís Puig y Clara Ponsatí. Se espera que los tres últimos presenten antes de sábado su renuncia al acto de diputado. Así, con sus sustitutos, la mayoría independentista sumaría 68 votos, sin contar con qué ni Puigdemont ni Comín podrían ejercer su derecho mientras estén en Bélgica, lo cual sí que se permitirá los dos diputados que siguen encarcelados, Oriol Junqueras a Estremera y Jordi Sànchez en Soto de Real.

La reunión en Bruselas ha coincidido con la entrada y registro de la Guardia Civila las sedes de Òmium y la Asamblea Nacional (ANC). Por orden del juez Pablo Llarena, han copiado todos los correos electrónicos de Sànchez y Jordi Cuixart.