Las elecciones generales han provocado un movimiento mínimo en Cataluña. ERC vuelve a ser el primer partido aun perdiendo dos diputados y los socialistas se mantienen exactamente igual. Una vez más, la resistencia de JxCat sorprende a todos los sondeos y probablemente también a sus socios de gobierno. Ni la sentencia del TS, ni la virulencia de la reacción en la calle ni la criticada actuación de la policía ha conseguido dar ningún vuelco, salvo la irrupción de la CUP, anunciada por todas las encuestas, cuyo avance se alimenta en parte del retroceso de los republicanos.

La estabilidad electoral con una mínima tendencia a la alza del independentismo (pasa de 22 a 23 diputados) no hace prever cambios ni en la relación interna entre sus partidos ni en la relación con el gobierno central. Los socialistas están donde se situaron en abril y no se han visto afectados por la intensa campaña de ERC contra ellos. La derecha se equilibra con dos diputados para cada partido, situándose al nivel de la CUP. El discurso general es que el soberanismo sube y los resultados en Cataluña se alejan todavía más de los registrados en el conjunto de España, básicamente comparando el ascenso de Vox (limitado a un diputado en Cataluña, superando por poco el 4%), aunque coincidiendo en la debacle de Ciudadanos.

La noche electoral permitió a los partidos independentistas vivir unas singulares horas plácidas de cruce de felicitaciones por el resultado conjunto. Una vez más, JxCat ha resistido a los pronósticos negativos, confirmando que su posicionamiento algo más radical que ERC respecto a la relación con el Estado, más próxima a la CUP, puede ofrecerle alguna esperanza en la perspectiva de unas nuevas autonómicas, cuya urgencia se retomará a partir de los próximos días.

El oxígeno recibido ayer por el partido de Torra desató la euforia entre sus filas, impulsada también por la pérdida de gas de ERC, aun sin expresarlo abiertamente para no romper el encanto de la noche. El diputado ganado por JxCat podría tener un efecto multiplicador en la plataforma de Carles Puigdemont, tras unos meses de ánimo alicaído por el empuje de ERC. Los republicanos podrán disimular perfectamente su retroceso en el hecho de seguir como primer partido y por el aumento porcentual del independentismo.

Los Comunes por su parte han visto confirmados todos los sondeos que desde el primer día anunciaron un retroceso, aunque han salvado sus siete diputados. Su posición en el tablero catalán seguirá prácticamente igual, siempre pendiente de un acercamiento a ERC, con ocasión de los presupuestos, para abrir las puertas a una cierta esperanza de un eventual gobierno de izquierdas en la Generalitat.

El PSC se mantiene estable en Cataluña, algo mejor que el PSOE en el conjunto de España, pero sin poder confirmar ciertas expectativas de mejora en el momento de anunciarse la repetición de las elecciones.  Se ha acercado a ERC, pero sin poder materializar el sorpasso. Su papel, como el de los Comunes, no registrará grandes variaciones en el tablero catalán ni su aportación a un hipotético gobierno del PSOE será demasiado diferente a la que tenía hasta ahora.