Xavier García Albiol dejará de ser alcalde de Badalona el próximo 8 de noviembre. Sin embargo, el albiolismo, una forma de populismo local contra el que fracasa una y otra vez la izquierda desde 2011, sigue vivo y esperando la revancha en las elecciones municipales de 2023. El PSC recupera una alcaldía que fue cómodamente suya entre 1983 y 2007 con entusiasmo descriptible por ser consciente que, en realidad, se ha visto empujado a dar el paso por el resto de partidos, incluida la CUP. Rubén Guijarro será el nuevo alcalde con la misión de gestionar un polvorín en minoría (sólo con Badalona en Comú), confiando que al menos les aprueben el presupuesto para asegurarse llegar hasta fin de mandato, salvo aparición de alguna eventualidad insuperable, circunstancia habitual en este consistorio en los últimos mandatos.

En 1979, el PSUC ganó las elecciones municipales en Badalona. Las siete siguientes lo hizo el PSC, aunque solo alcanzó la mayoría absoluta (14 concejales) una vez, en el lejano 1991. Justo en aquel año apareció Xavier García Albiol en el consistorio, encabezando las lista del PP que obtuvo únicamente una concejalía, la suya. En 2011, Albiol dio el sorpasso al PSC. El PP no ha conseguido superar los 11 concejales, quedando siempre al albur de las discrepancias entre la izquierda para poder gobernar. En 2015 se quedó en la oposición y en 2019 la recuperó en minoría. Al margen de los avatares en el seno del consistorio, en estos treinta años, el albiolismo se ha consolidado en la cuarta ciudad de Cataluña,  independientemente de la fuerza electoral del PP.

El albiolismo es la expresión de la más clásica ecuación populista de derechas: un líder campechano que predica con éxito el orden y la seguridad en los barrios, entre los comerciantes y las clases medias, señalando a la inmigración como factor de preocupación y exhibiendo una parafernalia policial de resultados moderados, según las estadísticas del Ministerio del Interior. El número de robos en Badalona, por ejemplo, fue en 2013, durante su primer mandato, casi idéntico al registrado en 2019 con gobierno de izquierdas (700-719). Le sean los porcentajes de criminalidad más o menos favorables, lo cierto es que su popularidad es incomparable a cualquier otro político local, dándose en la ciudad un singular fenómeno de militancia activa en defensa de su persona y gestión poco detectable en otros municipios.

García Albiol goza del apoyo unánime de su partido a pesar de figurar su nombre entre los evasores fiscales señalados en los papeles de Pandora elaborados por el consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. La dirección del PP zanjó de inmediato la polémica sobre su destitución, considerando suficientes las explicaciones dadas por su político más popular en Cataluña. Y éste, se ha tomada con relativa parsimonia la moción de censura que le hará perder la alcaldía. “Nos veremos en 2023”, ha dicho Albiol, en la convicción de que de no prosperar ninguna acción procesal a partir de la denuncia periodística su proceso de victimización a manos de la izquierda y el independentismo puede agrandar su fuerza en las próximas elecciones municipales.

La hipotética pasividad judicial o la falta de una condena a Albiol antes de 2023 no es el único problema del nuevo alcalde socialista. Rubén Guijarro deberá afrontar una situación social y económica, de seguridad, siempre al borde de la emergencia. La combinación de una fuerte presencia del narcotráfico, ocupaciones de naves por los sin techo y disputas policiales entre cuerpos de seguridad hacen prever tensiones en los planteamientos internos de la mayoría que le ha ofrecido sus votos para la investidura. La reaparición de la campaña auspiciada desde el primer día por el albiolismo, la supuesta dejadez imperante en la ciudad cuando mandan los progresistas en comparación con el orden reinante con Albiol en la alcaldía, será inmediata entre los muchos altavoces que domina el líder del PP en Badalona.

En la última década este mensaje le ha dado la victoria a Xavier García Albiol, aunque no siempre la alcaldía, coincidiendo con la extrema debilidad de los candidatos municipales de la izquierda, en sus diferentes expresiones. El PSC tocó fondo en 2015, cuando fue superado incluso por Guanyem Badalona En Comú, y dejó gobernar a Dolors Sabater (hoy en el grupo parlamentario de la CUP en el Parlament) hasta que en 2018 votó una moción de censura contra ella junto a PP y Cs. De los 4 concejales de 2015 pasó a 6 en 2019 y situó a Àlex Pastor en la alcaldía con los votos de ERC, En Comú Podem y Junts.

La decepcionante experiencia de aquella operación, que acabó con García Albiol recuperando la alcaldía por la incapacidad de la izquierda para acordar un sustituto de Pastor, dimitido tras ser detenido conduciendo ebrio, habrá pesado en la dirección del PSC antes de aceptar el reto planteado por el resto de grupos. Al final decidieron enfrentarse al fantasma de fracaso, avivado por la fuerza del albiolismo y las peculiaridades de la CUP, creyendo que, finalmente, han dado con el candidato para la remontada.