El presidente del Partido Popular en Castilla-La Mancha, Paco Núñez, ha vuelto a demostrar que su prioridad política no está en resolver los problemas de la región, sino en derrocar al Gobierno de España a cualquier precio. En una entrevista a Europa Press, el dirigente ‘popular’ ha desgranado parte de su estrategia para el nuevo curso político, que combina una campaña de imagen con promesas genéricas y una presión constante y casi obsesiva sobre Emiliano García-Page para que facilite el fin del mandato de Pedro Sánchez.

Lejos de limitarse a ejercer una oposición constructiva en Castilla-La Mancha, Núñez ha apostado por usar las Cortes Regionales como un instrumento electoral permanente, anunciando que todas las propuestas que presenten desde septiembre serán directamente las que conformen su futuro programa de gobierno.

Vuelve a llamar al transfuguismo

En ese marco de confrontación continua, Núñez ha deslizado una idea especialmente grave y poco ética. Que no es otra que García-Page debería utilizar su influencia sobre los ocho diputados socialistas castellanomanchegos en el Congreso para hacer caer a Pedro Sánchez.

"Solo con que Page ejerza su autoridad como líder del PSOE de Castilla-La Mancha, el sanchismo pasa a la historia". Una afirmación que bordea el transfuguismo parlamentario, lo cual no solo contradice los principios democráticos más elementales, sino que roza la deslealtad institucional.

El “cansineo” de Núñez con Page se ha convertido en una constante desde hace meses. Le exige que “baje el telón” y que “deje de hacer el ridículo”, acusándolo de incoherente por criticar algunas políticas del Gobierno de España mientras su partido respalda con votos las decisiones del Ejecutivo.

Núñez, portavoz de Génova

Pero lo que Núñez no dice es que esa supuesta contradicción forma parte del ejercicio de autonomía política que siempre ha reclamado Castilla-La Mancha dentro del PSOE. Lo que sí resulta contradictorio es que alguien que aspira a presidir esta comunidad autónoma no deje de actuar como portavoz de Génova y como brazo ejecutor de la estrategia de Feijóo.

Al presentar sus propuestas para los próximos meses, el líder del PP ha intentado vestir su agenda con ideas como “formación profesional a la demanda” o “industria agroalimentaria con valor añadido”, además de una bajada de impuestos y la recuperación de la carrera profesional sanitaria. Sin embargo, ninguna de estas promesas se ha concretado más allá de los titulares vacíos y los foros sectoriales, una táctica de marketing político habitual en campañas a largo plazo.

Más preocupante aún ha sido su intento de implicar directamente al Gobierno regional en la caída del Gobierno central, situando esa “misión” como la prioridad número uno para Castilla-La Mancha. Según ha afirmado, “debemos utilizar todos los medios que estén en nuestra mano para contribuir al fin del sanchismo”.

Confunde agitación con propaganda

Esta estrategia, que confunde oposición con agitación y programa con propaganda, evidencia la dificultad de Núñez para construir una alternativa sólida al Gobierno regional. En lugar de ofrecer una visión ilusionante para Castilla-La Mancha, se enroca en su cruzada personal contra Pedro Sánchez y lanza mensajes que, de tanto repetirse, ya suenan huecos y desfasados.