El curso 2025‑2026 marcará un antes y un después para miles de estudiantes castellanomanchegos y sus familias. Por primera vez, la matrícula del primer curso de grado será gratuita para quienes comiencen sus estudios en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) o en el campus de Guadalajara de la Universidad de Alcalá (UAH). Mientras tanto, en comunidades como Madrid, las familias seguirán desembolsando casi 1.200 euros al año solo por matricularse para comenzar sus estudios superiores.
La medida, aprobada por el Gobierno del socialista Emiliano García-Page, supone una bonificación del 99% de los créditos del primer curso. La iniciativa, dotada con una inversión pública de casi cinco millones de euros, beneficiará a más de 5.000 estudiantes y sus familias.
En Castilla-La Mancha, la matrícula media de primer curso rondaba los 900 euros, un coste que ahora desaparece prácticamente para quienes cumplan unos requisitos muy accesibles: ser de nuevo ingreso, haber accedido desde bachillerato, FP o pruebas para mayores, y solicitar la beca estatal aunque no se conceda. También se admiten traslados de expediente, siempre que se hayan superado al menos el 65% de los créditos del curso anterior.
Frente al modelo de Castilla-La Mancha basado en "no dejar a nadie atrás", el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid sigue aplicando precios públicos sensiblemente superiores. El precio medio por crédito en las universidades públicas madrileñas para el curso 2024‑2025 ha sido de 18,55 euros, lo que supone unos 1.113 € por curso académico de 60 créditos, sin contar tasas administrativas o apertura de expediente. En la práctica, el coste del primer año puede superar los 1.300 €.
Para el Gobierno de Castilla-La Mancha, es este modelo el que tiene sentido. “Queremos que ningún estudiante tenga que renunciar a ir a la universidad por razones económicas”, declaraba recientemente el presidente Emiliano García‑Page.
El plan no solo elimina el coste inicial para las familias, sino que fortalece la idea de una universidad pública fuerte, accesible y vertebradora del territorio. Según datos de la propia UCLM, más del 80% de sus egresados encuentra trabajo en los primeros años, y la empleabilidad se sitúa por encima de la media nacional en ramas como ingeniería, salud o educación.
Desde Madrid, la mirada es distinta. Las universidades públicas reclaman desde hace años una revisión de la financiación y una reducción de las tasas. La reciente crisis presupuestaria en la Universidad Complutense, donde la falta de fondos amenaza con paralizar la actividad docente e investigadora, ha reavivado el debate sobre la sostenibilidad del modelo universitario madrileño.
Castilla-La Mancha, sin universidades privadas a la vista
A esa diferencia se suma un dato llamativo. Mientras Madrid concentra casi una quincena de universidades privadas, en Castilla‑La Mancha no hay ninguna universidad privada. La UCLM asume casi en solitario la formación superior de toda la comunidad, con campus en Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Toledo y Talavera de la Reina.
El consejero de Educación Amador Pastor, en una reciente entrevista en La Tribuna, defendía con firmeza el modelo universitario público de Castilla-La Mancha, explicando que hasta la fecha no se ha autorizado ninguna universidad privada porque "ninguna propuesta ha mostrado la solvencia necesaria ni en la oferta académica ni en el desarrollo de proyectos de investigación o transferencia de conocimiento".
Según señalaba, todas las iniciativas que han llegado ofrecían titulaciones ya existentes en la UCLM o planteaban modalidades a distancia con estructuras mínimas. "Te lo despachan con un auxiliar administrativo y un director de escuela", criticaba. Frente a la expansión de las universidades privadas en otras comunidades, puesto que "más del 50% de la oferta universitaria en España ya es privada", Castilla-La Mancha apuesta por consolidar su red pública.
Castilla-La Mancha se ha convertido en un referente inesperado. En una comunidad sin universidades privadas, la apuesta por una universidad pública, gratuita en el primer curso y con un alto grado de inserción laboral, lanza un mensaje claro y es que la igualdad de oportunidades no puede depender del código postal. Y mucho menos del precio de una matrícula.