El último escándalo aireado por el Gobierno andaluz ha sido el supuesto fraude que habrían cometido los anteriores Ejecutivos socialistas inflando los datos de la población mayor de 65 años realmente vacunada contra la gripe, lo que habría situado engañosamente a Andalucía en puestos de cabeza en el ranking estadístico nacional.

En los combates políticos entre la verdad y la mentira suele ganar quien tiene de su parte o bien la verdad o bien el aparato informativo más potente y mejor engrasado.

Tales batallas no acostumbran a quedar en empate, ni siquiera en los casos más bien excepcionales en que el acusador miente con absoluto descaro (como sucede, según la mayoría observadores, en populistas profesionales como Trump, Putin o Erdogan). En general, sin embargo, los contendientes manejan datos contrastados y fiables para sostener sus posiciones, aunque tales datos suelen ser, por desgracia, deliberadamente incompletos.

Para la Junta gobernada por PP y Ciudadanos, los socialistas con Susana Díaz al frente incrementaron en un 10 por ciento el número real de población vacunada, lo que sumaría desde la campaña del 2012-2013 a la del 2017-2018 más de 850.000 personas.

Para los socialistas, se trata de una nueva mentira del Gobierno ideada para tapar los problemas que está generando la gestión sanitaria del consejero Jesús Aguirre.

La versión de Moreno

Según la versión del Gobierno conservador, un funcionario del Servicio Andauz de Salud (SAS) alertó en un correo electrónico a sus superiores de que el anterior Ejecutivo “incrementaba la tasa de vacunaciones en un 10 por ciento”.

La información remitida por ese jefe de servicio de Prevención del SAS al nuevo director general de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica, José María de Torres, decía esto: "A fecha 3 de marzo estamos a un 49,09 por ciento de cobertura en mayores de 65 años según los datos registrados en el módulo de vacunas de Diraya. Hasta ahora, por decisión política, se incrementaba la tasa final en un diez por ciento".

El presidente Juanma Moreno mostró ayer impreso ese correo interno en la sesión de control del Parlamento, aunque no desveló si el Gobierno tenía más pruebas que certificaran el engaño.

"Falsearon todas las estadísticas posibles en materia de sanidad", dijo el presidente, que se preguntó quién había dado “la instrucción de inflar artificialmente el índice de vacunas contra la gripe en Andalucía”, la presidenta Susana Díaz o la consejera de Sanidad María Jesús Montero.

La versión de Díaz

Para la expresidenta socialista, el Gobierno “miente, manipula y difama”. Díaz exhibió un documento según el cual la plataforma digital Diraya no incluye las vacunas enviadas pero devueltas al SAS sin administrar por instituciones como bomberos, Protección Civil, ayuntamientos, residencias de ancianos, centros municipales de drogodependencia y otros grupos en población de riesgo.

Diraya es el sistema que se utiliza en el Servicio Andaluz de Salud como soporte de la historia clínica electrónica. Según la web del SAS, "integra toda la información de salud de cada una de las personas atendidas en los centros sanitarios, para que esté disponible en el lugar y momento en que sea necesario para atenderle, y sirve también para la gestión del sistema sanitario".

Por ejemplo, dijo Díaz, en el año 2017-2018 se suministraron a los centros 1.250.000 vacunas, de las que fueron devueltas 109.105: la diferencia fue, pues, 1.140.895. Las vacunas devueltas en la campaña 2016-2017 sumaron 179.821; las de la campaña anterior fueron 91.016 y las de 2014-2015 se habrían elevado a 154.440.

El cuadro difundido por el PSOE solo recoge datos de las campañas de vacunación de 2014-2015 a 2017-2018, pero no de las de 2012-2013 ni 2013-2014. Según ese cuadro socialista, la suma de las dosis devueltas al SAS fue de 534.382.

Los datos difundidos por la expresidenta fueron, en todo caso, insuficientes para despejar las dudas sembradas por la denuncia gubernamental. Si los socialistas no afinan y amplían más su información, el Gobierno andaluz se apuntará un nuevo tanto político, favorecido por la ventaja que da disponer de toda la información oficial, algo que ya no tienen quienes han pasado a la oposición.