Susana Díaz salió contenta de la reunión. Miquel Iceta también, quizá no tanto pero también. Ambos –tanto ellos mismos como aquello que cada uno representaba– salieron ganando con el encuentro, celebrado por iniciativa de un primer secretario de los socialistas catalanes consciente de que quien de algún modo había ‘roto la baraja’ socialista había sido el PSC al participar libremente en la tormentosa reunión del Comité Federal cuyo resultado decidió incumplir votando 'no' a la investidura de Mariano Rajoy.

Aunque Díaz se lo reprochó sin paños calientes en la reunión de dos horas y media que ambos mantuvieron en la sede del PSOE andaluz entre las ocho de la tarde y las diez y media de la noche, el encuentro fue bastante cordial, pero, sobre todo, fue útil.

Las relaciones entre el PSC y el PSOE han llegado a estar tan deterioradas en los últimos meses, que cualquier gesto de entendimiento y buena voluntad es por sí solo un éxito. Un éxito en esta ocasión propiciado por el líder catalán tendiendo a Díaz una mano que esta aceptó de buen grado.

El puente y las orillas

Ni Iceta ni Díaz cruzaron ayer a la otra orilla del río común socialista, pero sí restauraron el puente que une ambas riberas. El encuentro reforzaba a Díaz como referente indiscutible en el socialismo español, recomponía la conexión PSC-PSOE y realzaba el perfil dialogante de Iceta. No obstante las discrepancias de fondo siguen siendo las mismas que antes de la reunión: el PSC defiende que Cataluña es una nación y se siente cómodo en la órbita del derecho a decidir, mientras que el PSOE andaluz teme que el reconocimiento de la nación catalana entrañe privilegios fiscales o que el derecho de autodeterminación haga estallar las costuras del consenso social en Cataluña y en España.

En sus declaraciones a los periodistas al término de la reunión, Miquel Iceta aludió en varias ocasiones a la Declaración de Granada como punto de encuentro de todos los socialistas: “Es un fundamento muy importante” para enfrentar el problema catalán. Aunque el secretario del PSC llegó a decir que el documento socialista es muy detallado a la hora de abordar la cuestión territorial, lo cierto es que de su lectura no se deduce esa precisión sino más bien todo lo contrario.

Una Declaración abierta

De hecho, no fue nada fácil consensuar el texto entre las dos orillas del socialismo español. El texto, firmado en julio de 2013, incurre él mismo en aquello que lamenta: sostiene por un lado que “la Constitución dejó excesivamente abiertos e imprecisos algunos aspectos esenciales del modelo autonómico” y apuesta por “precisar lo que quedó impreciso”, pero finalmente se limita a proponer, sin mayores concreciones, el “respeto a las identidades diferenciadas dentro de España, compatible con un compromiso colectivo con el proyecto común”.

Ciertamente, la Declaración de Granada entra en bastantes precisiones sobre el tema autonómico, pero siempre sobre lo accesorio, no sobre lo fundamental: por eso, en gran medida, fue posible el consenso en torno a él.

Un PSC neutral

Sobre cuestiones internas del partido, Iceta fue poco explícito. Vio en Susana Díaz una "gran voluntad de unir" y aseguró que el PSC sería "neutral" ante el proceso congresual del PSOE. ¿Tienen solución las discrepancias entre ambos? Iceta no fue muy preciso en las palabras, pero sí muy convincente en el tono: "Hemos hablado de lo que ha pasado en el PSOE, de cómo lo hemos vivido, de la voluntad de superar desencuentros y de trabajar juntos para que el PSOE, cuanto antes, recupere su fortaleza, su vigor y su utilidad para la sociedad española y para ayudar en los esfuerzos que el PSC hace por reconducir la situación catalana”.

Susana Díaz, por su parte, tampoco era mucho más explícita: "Hemos trabajado en ver cómo podemos fortalecer el proyecto que compartimos como socialistas". En esa línea, ambos elogiaron el pacto alcanzado por los socialistas vascos con el PNV: “Dentro de la legalidad, los socialistas podemos hablar y buscar puntos de entendimiento”, coincidieron.