La derecha ha aprendido a sumar en Andalucía y en Navarra, pero le cuesta hacerlo en España. La izquierda practica desde siempre la resta y la división con mucha rapidez y soltura, como acaba de demostrar Más Madrid con la decisión de concurrir a las elecciones generales del 10 de noviembre.

Sumar no está de moda en España y tampoco en la Europa del Brexit y los nacionalismos identitarios. Mientras la economía se hace cada día más colaborativa, los políticos se empeñan en cultivar el personalismo y estimular las pulsiones individualistas en una redes cada vez más antisociales.

Sumar esfuerzos y voluntades en aras del bien común parece ya anticuado y fuera del tiempo, la búsqueda de sinergias y el trabajo en equipo son conceptos muy alejados de la práctica política cotidiana. Por todo esto el 90 por ciento de la ciudadanía española está cabreada y clama contra los representantes a los que eligió en abril y que, ahora en un alarde de contumacia, piensan repetir sin despeinarse.

En este contexto florecen las iniciativas pesimistas como la campaña #quenadievote en Twitter y otras que invitan al voto en blanco. Pero, como soy un optimista empedernido, pienso que habrá que votar más en noviembre y me congratulo de aquellas otras movidas ciudadanas encaminadas a cambiar las inercias que nos impiden avanzar en la dirección correcta, como la campaña que invita a solicitar la exclusión de la copia del censo que se entrega a los partidos políticos para que nos envíen propaganda electoral en papel al domicilio particular. Esta iniciativa ha sido secundada ya por más de cien mil personas.

En la campaña electoral del 10N se reducen los gastos en un treinta por ciento gracias a las reformas introducidas en la ley electoral, que se quedan cortas, por ejemplo, al no suprimir por completo la cartelería en papel y las banderolas de plástico, dos soportes muy caros y antiecológicos por su difícil reciclaje.

Aunque los programas de los partidos van a ofrecer pocas novedades respecto a la anterior convocatoria del 28 de abril, habría que exigirles compromisos para reformar la Constitución e introducir mecanismos para impedir la repetición de las consultas electorales.