Cambio –con mal rollo– en el grupo parlamentario socialista con la sustitución de su portavoz Mario Jiménez por el exconsejero de Medio Ambiente José Fiscal, proveniente también del PSOE de Huelva. Tres exconsejeros de los Gobiernos de Susana Díaz completan la nómina de nuevas incorporaciones a la dirección del grupo para darle a este un “nuevo impulso” en su tarea de oposición: Rodrigo Sánchez Haro como secretario general y Manuel Jiménez Barrios y Rosa Aguilar como portavoces adjuntos. 

El otro cambio significativo –ahora sin mal rollo– en el PSOE andaluz ha sido este: el sanchismo, que ya estaba presente en espíritu en la Ejecutiva Regional, se ha hecho carne con la incorporación a la nomenclatura orgánica de Joaquín Dobládez, para quien se ha creado –¡noticia bomba, paren las rotativas!– el nuevo cargo de delegado de Transición Ecológica y Cambio Climático.

El armisticio

En el primer caso, el mal rollo lo evidenciaba el propio Mario Jiménez al no asistir a la reunión de este lunes de la Ejecutiva Regional que sancionaba su defenestración de un cargo que el onubense ha desempeñado con solvencia durante más de un lustro, aunque el destino orgánico que finamente le habría pasado la factura más alta sería el de haber desempeñado un papel de gran visibilidad y relevancia en la guerra civil asoló al socialismo durante casi tres años y que se saldó con la victoria de Pedro Sánchez en las primarias de mayo de 2017.

Algo puede que tenga la caída de Mario Jiménez de botín de guerra reclamado por los vencedores en su momento y aceptado por Susana Díaz en una fecha tan tardía como el 27 de mayo pasado, seis meses después de perder la Presidencia de la Junta y dos años después de las funestas primarias.

Doblemente derrotada, fue ese día cuando la expresidenta andaluza acordaba con Pedro Sánchez el armisticio mediante el cual ganaba tiempo para intentar lo que muchos en el partido creen imposible, bastantes estiman improbable y un buen puñado considera todavía factible: la reconquista de San Telmo por las huestes socialistas capitaneadas de nuevo por la comandante Díaz.

Oficiales intrépidos

Al igual que esos intrépidos oficiales del ejército vencido que, tras haber dado lo mejor de sí mismos en el campo de batalla, ni aceptan de buen grado la derrota ni encuentran fácil acomodo en tiempos de paz, es probable que Mario Jiménez no admitiera de buen grado el giro sanchista del PSOE andaluz, antaño confederal y rebelde y hogaño forzado por las circunstancias a integrarse en el ejército regular y someterse a la disciplina federal de toda la vida.

Por lo demás, Mario Jiménez y Susana Díaz han compartido en los últimos años proyecto orgánico, objetivos políticos y trinchera bélica, pero no sintonía personal. El hecho de que, hacia el primer semestre de 2013, ambos hubieran sido señalados por José Antonio Griñán como posibles delfines para sucederle como presidente de la Junta y secretario general socialista favoreció una pugna sorda entre ambos de la que salió victoriosa Díaz, elegida finalmente por Griñán.

Un destino para Mario

Si su nombramiento seis años atrás por Díaz como portavoz parlamentario le dio relevancia pública pero lo dejó sin tiempo material ni herramientas orgánicas para ‘hacer partido’ o urdir algún tipo de oposición interna a la secretaria general, su destitución del cargo e inminente reconversión en diputado raso le devuelve el tiempo y las herramientas para poder hacer ahora ambas cosas.

Lo lógico es que, siendo un hombre todavía joven –48 años– y dada su hoja de servicios, Jiménez crea merecer un destino mejor que el que ahora le tocará sufrir, aunque tras rechazar educadamente, eso sí, un féretro –perdón, un escaño– en el Senado.

Más allá de la ingratitud que, se mire como se mire, implica toda destitución de un compañero de armas cuya conducta no ha sido deshonrosa, son muchas más las cosas que tendrán que rectificar el PSOE y Díaz para, por una parte, poner en apuros al Gobierno de las derechas y, por otra, salvaguardar el buen nombre de la gestión socialista de los últimos 37 años, en cuyo descrédito sistemático viene trabajando con ahínco y buen rédito la fontanería del nuevo inquilino de San Telmo.

La difícil reconquista

Como cabía esperar, enemigos y adversarios de Díaz –pocos políticos se los han ganado tan a pulso como ella– se han apresurado a identificar la caída de Jiménez como una muesca más en la culata del revólver de la expresidenta.

Aun así, no hay que pasar por alto las razones de orden estrictamente funcional y práctico: para enfocar con nitidez y ejecutar sin interferencias su estrategia de oposición, Díaz tiene derecho a contar las personas que considere más idóneas, y parece obvio que, desde hace tiempo, Jiménez no estaba entre ellas. 

Por lo demás, la larga sombra de su doble derrota, el fuerte desgaste sufrido durante la contienda interna, el estado de shock del partido tras el 2-D y el buen entendimiento entre las tres derechas sugieren que Díaz tendrá que emplearse a fondo y aprovechar muy bien el tiempo concedido por Sánchez para sobreponerse ante sus compañeros y convencer a los votantes de que, en efecto, la reconquista con ella al frente de las tropas es todavía posible.