En la batalla de las listas electorales, Pedro Sánchez ha desplegado toda su artillería para someter a la ciudadela susanista y tras recuento provisional de bajas propias y ajenas, que se conocerá oficialmente este domingo en el Comité Federal del PSOE, todo el mundo coincide en que el secretario general ganará la partida dado que la última palabra sobre las listas al Congreso y el Senado no será de la infantería, sino del comandante en jefe.

En Andalucía ha habido –con matices– acuerdo entre susanistas y pedristas en Málaga, Granada, Huelva y Jaén, aunque es difícil saber si el entendimiento ha tenido lugar porque los de Díaz no tenían fuerza suficiente para enfrentarse con garantías al sanchismo o porque plantar batalla abierta en todas las provincias exhibía un frentismo de viejo cuño que resultaba perjudicial para sus intereses.

Votos y pactos

En las circunscripciones donde ha habido acuerdo y se ha votado una lista conjunta es difícil saber qué piensan en estos momentos los militantes, pues el resultado de las primarias de mayo de 2017 no da muchas pistas al respecto.

Díaz obtuvo entonces su ventaja menos holgada sobre Sánchez en Málaga con 22 puntos de diferencia, Granada con 23, Almería con 21 y Cádiz con 16. En cambio, arrasó con ventajas que fueron del 36 al 41 por ciento en provincias hoy nominalmente pactistas como Huelva o Jaén.

Dos lecturas

La lectura que hace el sanchismo de los pactos en la mitad de las provincias es que el susanismo ya no es lo que era: ha retrocedido en todos estos meses y ese retroceso es un buen augurio para emprender la ofensiva final contra Díaz tras el ciclo electoral de abril y mayo.

La lectura que hace el susanismo es que en las provincias donde las bases han hablado el recuento de votos no admite réplica: el 90 por ciento de los militantes –esos militantes en quienes teóricamente ‘el nuevo PSOE’ ha residenciado el poder del partido–– está en sintonía con las direcciones provinciales y la dirección regional.

El sueño de Ferraz

Hoy por hoy, recuento en mano, Díaz dispone de fuerzas suficientes para resistir y ganar frente a un sanchismo que sigue soñando con una retirada voluntaria de la expresidenta para evitar el choque de trenes que, de producirse, podría resultar letal para la primera federación el socialismo español.

Aunque ‘letal’ tal vez sea mucha palabra para un PSOE andaluz que el 2 de diciembre habría doblado su cabo de Hornos y entrado en una decadencia irreversible. Tras el 2-D, ya no puede seguir presumiendo de sus victorias con la suficiencia de antaño. El 2-D, Díaz ganó pero en realidad perdió, y para Ferraz no es igual de arriesgado echarle un pulso interno a quien, además de secretaria general del PSOE-A, era presidenta de la Junta que a quien solo es lo primero.

Bandera de conveniencia

En la batalla de las listas, andaluzas pero no solo andaluzas, Pedro ha ganado al conformar un grupo parlamentario leal a su proyecto político, pero al mismo tiempo su victoria ha evidenciado que la bandera de las bases era una bandera de conveniencia, como aquellas que los caballeros de fortuna de las novelas de piratas izaban en el palo mayor de sus audaces bajeles.

Así pues, Pedro gana pero pierde. No obstante, mientras que su victoria es claramente cuantificable, el alcance de su derrota no puede medirse todavía. ¿Traicionar sin contemplaciones al 'nuevo PSOE de la militancia' tendrá costes relevantes para el secretario general? Aventuremos una respuesta: si vuelve a ser presidente del Gobierno, ninguna; si se imponen las tres derechas, puede que sí pero no es seguro. 

Simultáneamente, Susana pierde muchos leales en el Congreso y el Senado, pero le ha hecho tragar a Pedro la medicina las bases, tan dulce en teoría y tan amarga a la hora de la verdad. Es lo que algunas crónicas han denominado con crudeza ‘la ración de militancia’ que Díaz le habría administrado a Sánchez. En ese sentido, Díaz pierde pero gana, auque, al igual que en el caso de Pedro, es díficil cuantificar por ahora el rédito efectivo de tal victoria.

Dos reductos galos

Y también es demasiado pronto para hacer pronósticos de mayor alcance. Si, como parece, el PSOE experimenta una fuerte subida el 28 de abril, Sánchez estará mucho más fuerte de lo que realmente lo estuvo tras su victoria de las primarias y tal vez sea el momento de emprender la cruzada definitiva contra Aragón y Andalucía, que se han ido configurando como los dos últimos reductos galos frente a César.

En principio, del 28-A parece que saldrá un Pedro más blindado. Un Pedro que estará legítimamente en su derecho de apuntarse los buenos resultados que el PSOE obtenga en Andalucía, donde el 2 de diciembre se quedó alguna décima por debajo del más bien escuálido 28 por ciento.

Díaz ya ha dicho que, aunque no sean las listas que ella hubiera deseado, piensa “batirse el cobre” durante la campaña. Ni puede hacer otra cosa ni, en realidad, el cuerpo le pide hacer otra cosa. Paradójicamente, el principal beneficiario de su esfuerzo electoral puede acabar siendo su eterno adversario.