La expresidenta socialista Susana Díaz ha probado hoy en el Parlamento la amarga medicina que el Gobierno andaluz piensa administrarle durante los próximos meses, cuando no años. En la sesión de control al presidente, los portavoces de PP y Ciudadanos, José Antonio Nieto y Sergio Romero, han protagonizado un intenso fuego cruzado dirigido contra el Partido Socialista en general y contra Susana Díaz en particular.

Para Juanma Moreno la sesión ha sido un paseo militar. Vox le ha inquirido sobre un escrache en la Universidad, pero el presidente apenas ha puesto interés en su respuesta, y Adelante Andalucía hizo lo propio con los recortes presupuestarios en violencia de género, que Moreno negó con desahogo. ¿Escrache? ¿Qué escrache? ¿Recortes? ¿Qué recortes?

Una audiencia ansiosa

Las intervenciones de Alejandro Hernández (Vox) y Ángela Aguilera (Adelante) no eran, obviamente, de trámite para ambos portavoces, pero sí para la audiencia política y periodística de la sesión, más bien distraída ante los dos teloneros y ansiosa de ver cómo transcurría el primer capítulo de la nueva temporada de la serie sobre los ERE, basada en hechos reales.

La sentencia condenatoria de la Audiencia de Sevilla, conocida la semana pasada, es una mina de oro para las derechas andaluzas, una valiosa propiedad que han comenzado a explotar con fruición porque saben que sus riquísimas vetas son inagotables. Quedan por delante varios años de juicios donde se verán no menos de 150 piezas separadas que darán mucho juego a Juanma Moreno, Juan Marín y Teresa Rodríguez y muchos quebrantos a Susana Díaz y los suyos.

Un tipo duro... ahora

La líder de los socialistas andaluces aguantó el tirón como buenamente pudo ante un ataque fríamente combinado en el que sus adversarios de la derecha se mostraron implacables.

El más duro en los ataques volvió a ser el portavoz de Ciudadanos, Sergio Romero, a quien el Partido Popular seguro que no tendría inconveniente en acoger en su seno si en un futuro no necesariamente lejano los naranjas acaban desapareciendo. Escuchándole, nadie habría dicho que hablaba en nombre del mismo partido que durante casi cuatro años fue socio bien avenido de quienes Romero identifica ahora como “una vergüenza para los andaluces”.

La pregunta concreta que el portavoz de Cs le hizo a Moreno era esta: “¿Qué repercusión cree que tiene para Andalucía esta vergonzosa sentencia?”. En el arranque de su respuesta, al presidente solo le faltó decir “me alegra mucho que haga usted esa pregunta”, antes de compartir con Romero un festín de carne socialista a la brasa al que, minutos después, se sumaría el igualmente hambriento portavoz popular José Antonio Nieto.

Estas fueron algunas de las frases escuchadas a Romero, Nieto y Moreno: “el daño de la sentencia de los ERE es incalculable para Andalucía”; “el mayor caso de corrupción de la historia”; “680 millones defraudados que son de todos los andaluces”; “y todo ello para mantenerse en el poder”; “traicionaron la limpieza y la ética”; “el daño es irreparable”; “deberían dedicarse permanentemente a leer los 1.800 folios de la sentencia, que es un epitafio a un ciclo político en Andalucía”; “¿quién nos dice que si vuelven a gobernar no harán lo mismo que hicieron?”; “nuestra prioridad ahora es limpiar el nombre de Andalucía”.

Sanidad frente a ERE

Cuando le llegó el turno de intervención a Susana Díaz, sus reproches a la gestión sanitaria del Gobierno andaluz sonaron como extemporáneos, y no porque no anduvieran bien fundados, sino porque venían a ser algo así como contraponer una suave brisa a un bronco temporal.

El eco de las acusaciones a cuenta de la sentencia seguía retumbando todavía con demasiado vigor bajo la bóveda la iglesia del antiguo hospital de las Cinco Llagas como para que Díaz lograra captar la atención del respetable con su denuncia de los incumplimientos sanitarios de la Junta.

Consciente de ello, la expresidenta intentó en su último turno de intervención contrarrestar “las mentiras y difamaciones” que se habían dicho sobre el PSOE, pero sus argumentos no obtuvieron réplica ni sus preguntas, respuesta.

Díaz reprochó al presidente que siguiera diciendo que había habido un fraude de 680 millones al tiempo que su vicepresidente reconocía que muchos de los beneficiarios de las ayudas lo eran legítimamente y por eso la Junta seguía pagándoles las pólizas comprometidas.

También reivindicó la expresidenta que la acción de su Gobierno había permitido ganar en los tribunales pleitos civiles por valor de 86 millones de euros, al tiempo que se amparó en el criterio técnico del Gabinete Jurídico para haber retirado a la Junta de la acusación en la pieza política.

"Un mal trago"

El presidente, que cerró la sesión, no solo no le echó cuentas a Díaz, sino que se permitió el lujo de mostrarse condescendiente con ella: “Sé que está pasando usted un mal trago, este es un momento complejo para usted, pero creo que no se ha enterado, está todavía bajo el shock de una enmienda que ha pulverizado 23 años de gobierno”.

Moreno remató la faena con esta alusión a los apuros actuales de Díaz: “Es la primera vez que veo que todo el Parlamento le pide a alguien la dimisión, la primera vez que he visto esto, todas las fuerzas políticas de muy distinto signo coinciden en pedirle que se vaya”.