Un par de frases trasladadas al titular firmado por el periodista del diario Sur Alberto Gómez entreabrieron la caja de los truenos que muchos socialistas se afanaron ayer en cerrar: “No descarto presentarme. El PSOE de Andalucía necesita recuperar la confianza mayoritaria”.

El diputado por Jaén Felipe Sicilia se postulaba explícitamente como alternativa a Susana Díaz para liderar el socialismo andaluz, pero lo hacía sin haber confiado siquiera previamente su anuncio a aquellos sin cuyo respaldo orgánico sus opciones de victoria se verían drásticamente mermadas.

Una salida en falso

Sicilia ha arrancado la carrera antes de sonar el disparo con el que la organización da la señal de salida a los corredores. Arranque nulo, pues, el del diputado jiennense: su salida en falso es un primer aviso para el corredor, pero no lo descalifica.

Como a él, a muchos principiantes con buenas marcas en los entrenamientos les ha sucedido que su ansiedad se ha impuesto a sus intereses. La prisa por ganar le ha jugado una mala pasada a las virtudes para lograrlo.

Error de principiante el de Sicilia, aunque no pueda tacharse propiamente de novato a quien, aunque no haya cumplido todavía los 40, fue parlamentario andaluz con solo 26 y diputado al Congreso son apenas 32.

En política hay dos clases de errores: los que se cometen porque es imposible no cometerlos y aquellos que se cometen por cuenta propia. El de Sicilia al preanunciar su precandidatura es de estos últimos.

La metáfora del agua

Los menos indulgentes de sus compañeros sentenciaban ayer que Felipe se había tirado a una piscina sin agua. Metáfora interesada y parcial porque no puede decirse que el nadador de Jaén se haya roto la crisma contra los azulejos del fondo: aunque no sepamos cuánta, agua hay; lo único que ocurre es que la competición no ha comenzado.

Es como si nuestro hombre se hubiera lanzado a la piscina, empezara a bracear airosamente y a buen ritmo, pero al echar la vista atrás comprobara que el único nadador era él y que el poco público que lo aplaudía desde las gradas era del equipo contrario.

Por lo demás, es obvio que el congresista no está solo y que, más allá del error de esta semana, eso es lo que de verdad importa. Ahora bien, ¿cuántos están tras su candidatura? Imposible saberlo. Si es demasiado pronto para anunciarla ¡cómo no ha de serlo para adivinar su verdadero alcance!

Es conocido, eso sí, que el candidato a tomar la alternativa lleva tiempo manteniendo contactos regulares con militantes y dirigentes críticos y que cuenta con el patrocinio de la vicesecretaria general socialista Adriana Lastra, pero, como Susana Díaz sabe mejor que nadie, los mecenazgos orgánicos ya no son lo que fueron: los militantes socialistas son muy suyos, los muy arteros van a su bola en las primarias, sin hacer demasiado caso a las indicaciones de sus mayores.

¡Viva Felipe!

Con su anuncio, Sicilia le regalaba a la derecha un balón de oxígeno que esta se apresuró inhalar con ansia: hasta dos veces le recordaron ayer a Susana Díaz desde la bancada parlamentaria del PP que le había salido un competidor. Incluso el presidente Moreno, que no es precisamente el príncipe de la ironía, se permitió chotearse un poco del socialismo enfatizando su coincidencia “con Felipe… [pausa dramática] con Felipe González, quiero decir”, lo que fue recibido con risitas crueles desde los escaños conservadores.

Pero el error del precandidato ha tenido que ver no tanto con el involuntario favor que le ha hecho al PP como con el perjuicio objetivo que le ha ocasionado a su partido al distraerlo de las tareas de oposición y remover las aguas internas, abriendo con demasiados meses de antelación un debate sucesorio que tiene que producirse y que sin duda va a producirse, pero no ahora.

No ahora: con la pandemia azotando al país, el Gobierno de España sin Presupuestos, la sanidad andaluza en llamas, la Fiscalía investigando las contrataciones exprés de Bendodo, una caja B más que verosímil en el PP de Almería… Con ese panorama, ¿cómo no va decir Juanma ¡viva Felipe!?

La gran pregunta

El socialismo andaluz es consciente de cuál es la gran pregunta que –no ahora, sino el año que viene– debe contestar: ¿cómo recuperar la Junta de Andalucía? No cómo ganar las elecciones, sino cómo reconquistar el poder.

De esa pregunta fundacional cuelgan las demás: ¿es Susana la mejor opción?, ¿está tan muerta como asegura su legión de enterradores?, ¿cuál será su estado de forma dentro de un año?, ¿encontrará el partido un relevo con garantías?, ¿serán capaces los socialistas de que las primarias para decidirlo no se conviertan en una nueva guerra civil?, ¿es Felipe Sicilia el candidato alternativo mejor situado?, ¿optarán al relevo María Jesús Montero o Juan Espadas?

Solo dos cosas parecen seguras: que habrá candidato alternativo y que Díaz optará al relevo. Solo esas. Las demás están en el aire: cuándo será la carrera; cuánta el agua que tendrá cada competidor en su calle de la piscina; cuánta la rapidez, el vigor o la resistencia de cada nadador; si Ferraz –no me llames Ferraz, llámame Pedro– patrocinará a alguno de ellos; hacia dónde se inclinará el favor del público…