Gobernar es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo. Lo que no pudieron resolver horas y horas de negociación entre Podemos y En Marea lo resolvió Pablo Iglesias con un ‘tuit’, y es que todo político tiene algo de dios, del mismo modo que todo dios tiene algo de político. Jehová habló ordenando ‘hágase la luz’ y la luz se hizo; Pablo Iglesias escribió un tuit ordenando ‘hágase el pacto’ y el pacto de hizo.No le demos demasiadas vueltas: no hay líder político digno de tal nombre que no tenga un punto de divino. Sin un poco de divinidad –pero solo un poco, eh- no hay liderazgo posible. Lo difícil, claro está, es hallar el equilibrio justo entre lo humano y lo divino: un líder demasiado humano, malo; un líder demasiado divino, peor.La paradoja de Iglesias es que ha venido sosteniendo que Dios no existía, sobre todo en la tierra prometida de Podemos, cuyo reino no era de este mundo. Pues bien, sí lo era. Pues bien, Dios existía y se llamaba Pablo.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]LA GUERRA ES LA GUERRA[/cita]La decisión de Iglesias de que Podemos no compita electoralmente en las gallegas de septiembre con En Marea y concurra en la misma candidatura aun perdiendo identidad y perfil propio es la decisión menos mala que podía adoptar el líder de la formación morada. La suya ha sido una buena decisión pero no ha sido, claro está, una decisión democrática. Ha sido una decisión de formato y contenido estrictamente militares, pues no en vano las elecciones son un equivalente exacto de la guerra y cuando los contendientes pisan el campo de batalla las leyes que rigen en él son las leyes de la guerra, no las leyes de la democracia, que están muy bien pero solo para tiempos de paz.Ahora bien, el divino ‘tuit’ de Iglesias, esas pocas palabras suyas que han bastado para cortar limpiamente el nudo gordiano de Galicia tal vez sean una buena decisión pero son un mal síntoma. Podemos es un partido que sigue improvisando demasiado, y que lo hace además en contra de su propio credo: Iglesias ha improvisado tomando una decisión que desacredita tanto a las bases gallegas del partido, que no querían esta solución, como a los propios negociadores enviados por Iglesias, cuya dignidad como negociadores ha salido bastante mal parada.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]EL SUELO Y EL CIELO[/cita]Pablo Iglesias ha hecho lo que tenía que hacer, sí, pero al hacerlo se ha dejado en el camino otro jirón más de la hermosa túnica con la cual entró en política. De nuevo, lo que está en discusión es la identidad misma de Podemos, víctima de aquel infantilismo que aquejaba a Guille, el hermanito de Mafalda a quien su padre levantaba en brazos preguntándole qué iba a pedir ese año a los Reyes Magos. “Todo”, respondía Guille sin inmutarse. Su padre le explicaba entonces que tal cosa era imposible y el pequeño Guille lo miraba circunspecto y le ordenaba altivamente: “¿Me deja uzted en el zuelo, pod favod?”.Como Guille, Podemos empieza a saber que no puede pedirlo todo. Los resultados del 26J lo han bajado al suelo. Los resultados de Galicia podían bajarlo no ya al suelo, sino al subsuelo. Había que evitarlo a toda costa. Es lo que ha hecho Pablo Iglesias, pero a un alto precio: el de confirmar que, contra lo proclamado inicialmente, el reino de Podemos también es de este mundo.