Ni la pericia retórica del portavoz de la Junta, Elías Bendodo, ni la indulgencia política de los medios conservadores, con Canal Sur a la cabeza, están logrando acallar el clamor generalizado de sindicatos, profesionales, usuarios y partidos de la oposición contra la gestión sanitaria del Gobierno andaluz ante la segunda ola de contagios de coronavirus.

Incluso organizaciones históricamente cercanas a la derecha como el Sindicato Médico Andaluz (SMA) o la CSIF se han sumado a las críticas. El diagnóstico que el SMA hacía esta semana en un comunicado era demoledor:

“La atención primaria en Andalucía no aguanta más. La atención sanitaria que se está prestando, ahora más que nunca, como consecuencia de la crisis del Covid-19 y por la falta crónica de recursos, es caótica.  En estas semanas estamos asistiendo en directo al desastre en que se ha convertido la atención primaria: sin tiempo para poder atender al elevado número de pacientes que lo precisan o piden cita, sin poder darles respuesta, con retrasos en las citas para realizar la PCR, con escasos minutos para realizar labores de rastreo y consultas telefónicas al mismo tiempo que se atienden las urgencias y los avisos domiciliarios, y todo ello con una plantilla mermada desde hace años y ahora en números tan críticos que no llegarían ni a cubrir los servicios mínimos que se decretarían en una huelga”.

CSIF, por su parte, no se muestra menos crítico. Uno de sus responsables en Cádiz, José María Villalta, decía esto ayer a un diario local: “La situación en la atención primaria andaluza es caótica, con la mayoría de los centros de atención primaria colapsados, con los profesionales desbordados debido a la enorme cantidad de trabajo que tienen, con muchísima demanda por parte de usuarios… falta muchísimo personal”.

Y algo parecido opinaba ayer la Federación de Empleados de los Servicios Públicos (FeSP) de UGT Andalucía: "Es imposible hacerlo peor, es imposible más desorganización o es imposible dar peor información; la Atención Primaria en Andalucía no ha estado peor en toda su historia, lo que conlleva que los profesionales sufran todo tipo de improperios por parte de usuarios hartos por no poder entrar en los centros y que no saben qué hacer para que los atiendan presencialmente".

El portavoz socialista José Fiscal recalcaba ayer en rueda de prensa que Andalucía ha registrado la cifra más alta de fallecimientos en la segunda oleada de la pandemia y tiene casi un millar de camas hospitalarias ocupadas por Covid, ante lo cual “la respuesta del Gobierno de PP y Cs es plantear de nuevo suspender y recortar consultas y pruebas diagnósticas, mientras la comunidad sigue a la cola” en PCR por población en España, la atención primaria está saturada, hay esperas de semanas para una cita médica, centros de salud cerrados y no hay refuerzo de personal sanitario ni siquiera para cubrir las bajas”.

La opinión de usuarios y sindicatos en las diferentes provincias andaluzas no es muy distinta. La confluencia de Podemos e IU en Granada y la provincia denunciaba ayer el estado actual de la Atención Primaria, que calificaban directamente de "colapso".

Las quejas y advertencias sindicales y ciudadanas vienen, sin embargo, de lejos. A mediados de agosto, ya UGT alertaba de que la atención primaria estaba “al borde del colapso”, reclamaba medidas contundentes y aventuraba este diagnóstico de la situación: “Listas de espera para llamadas telefónicas, falta de rastreadores, inexistencia de circuitos Covid, cierre de centros de salud, no sustitución de personal de gestión y servicios, falta de médicos de familia y aumento de funciones, pero con el mismo personal, o menos, por las vacaciones". También decía el sindicato que era “mentira que existan más de 8.000 rastreadores en Andalucía”, como había sugerido el consejero de Salud.

A principios de septiembre, seguían las advertencias. El pasado día 4 el Sindicato de Enfermería SATSE reclamaba al Servicio Andaluz de Salud que adoptara “de forma urgente las medidas necesarias para evitar el colapso de los centros de Atención Primaria, priorizando la contratación de personal (…) la plantilla de enfermeras y enfermeros, ya de por si escasa, ha tenido que asumir cada vez más competencias y un incremento de la carga asistencia de los centros, todo ello con el personal bajo mínimos por la falta de cobertura de las vacaciones.”