La reciente inscripción de Adelante Andalucía en el registro de partidos del Ministerio del Interior no habrá sido una sorpresa para la dirección nacional de Podemos. Era solo una cuestión de tiempo: el que necesitaba la líder de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, para vencer las resistencias de Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía a transformar en partido político la coalición electoral que concurrió a las autonómicas de diciembre pasado con la marca Adelante Andalucía.

Teresa Rodríguez viene apostando desde hace muchos meses por un proyecto confederal que, quiérase o no, choca frontalmente con la concepción federal que Pablo Iglesias dice tener de Podemos y que sus adversarios califican de centralismo democrático puro y duro, al viejo estilo leninista.

No menos severos son con Rodríguez sus críticos, para quienes lo que la líder gaditana persigue es tener un partido propio, vagamente hermanado con Podemos, pero en el fondo independiente de este a todos los efectos: políticos, ideológicos, orgánicos, financieros, administrativos…

Dos razones

Si el proyecto confederal promovido con determinación por Teresa Rodríguez está tardando en materializarse es, principalmente, por dos razones: la primera, el fracaso electoral de la marca Adelante Andalucía en las autonómicas del 2-D, un fracaso particularmente amargo porque sus promotores habían cocido a fuego lento y con mucho mimo el guiso de la confluencia con IU, en contraste con la más bien chapucera improvisación bajo cuyo signo nació Unidas Podemos.

La segunda, porque el nuevo coordinador de IU Andalucía, Toni Valero, siempre ha tenido más dudas sobre la fusión con Podemos de las que pudo albergar su antecesor, Antonio Maíllo, quien además tenía una gran sintonía personal con Teresa que Toni no tiene.

A esa doble razón hay que sumar la bien conocida resistencia de la dirección nacional de Podemos a perder toda influencia –o control– sobre la organización morada en Andalucía, que es lo que con toda seguridad sucedería si Rodríguez consuma sus planes.

El congreso regional –Asamblea Ciudadana en la terminología morada– de Podemos Andalucía que se celebrará en los próximos meses decidirá quién gana la batalla, si federales o confederales, aunque la favorita en todas las apuestas es sin duda Teresa Rodríguez.

Consultas trucadas

Al distanciamiento de Rodríguez e Iglesias por las estrategias contrapuestas hacia dentro se ha sumado a lo largo de 2019 el distanciamiento entre ambos derivado de las estrategias hacia fuera, pues mientras el líder de Podemos ha apostado por integrarse en un Gobierno de coalición con el PSOE, la dirigente andaluza siempre consideró que para los morados era mejor opción la denominada fórmula portuguesa.

En principio, la prudente propuesta de pacto de legislatura defendida por Rodríguez entraña menos riesgos para Podemos, pero lo cierto es que la de entrar en el Gobierno, propugnada por Iglesias, obtuvo el 97 por ciento en la consulta a los inscritos celebrada a finales de noviembre.

Sin embargo, a estas alturas de la experiencia en materia de votaciones internas nadie desconoce que las consultas a las bases suelen estar trucadas: tanto como para que en ellas acabe pesando más el temor a debilitar al partido desautorizando a sus dirigentes que la sincera convicción a la hora de votar lo que tales dirigentes les proponen.

Por lo demás, a las diferencias puramente políticas entre ambos hay que sumar el más que probable resentimiento personal de Pablo Iglesias y su pareja Irene Montero con Teresa Rodríguez y su pareja José María González ‘Kichi’ por el posicionamiento contrario de estos, primero, a la adquisición por los primeros de un lujoso chalé en Galapagar y, segundo, a someter dicha decisión familiar a una consulta ‘trucada’ a las bases del partido.

Tics del pasado

Previsiblemente, la entrada de Iglesias y tal vez de Montero en el Gobierno de Pedro Sánchez hará más hondas y visibles las diferencias entre el líder nacional y su homóloga andaluza. Los tics antisocialistas que siempre formaron parte de la cultura política comunista de Rodríguez e Iglesias permanecen intactos en la primera, pero irán diluyéndose en el segundo cuando empiece a compartir asiento con nombres del PSOE en el Consejo de Ministros presidido por Pedro Sánchez.

Si el experimento de la coalición entre el PSOE y Unidas Podemos sale bien, lo previsible sería que el entendimiento entre ambas formaciones se extendiera a territorios como Andalucía, donde, como saben Teresa Rodríguez y Susana Díaz, solo un pacto político entre el PSOE y Podemos podría desalojar a las derechas.

Sin embargo, hoy por hoy resulta inverosímil para cualquier observador que Díaz y Rodríguez puedan no ya entenderse, sino siquiera dialogar serenamente con vistas a un entendimiento futuro o, como mínimo, a un pacto de no agresión presente. Baste recordar que, a raíz de la sentencia condenatoria de los ERE, la líder morada se apresuró a pedir la dimisión de Díaz como diputada y fue la promotora de la propuesta parlamentaria de recusarla que será votada favorablemente por las derechas.