El Orgullo sigue sin escucharse. El Ayuntamiento de Madrid no se ha movido en su intención de permitir emitir mayor ruido en la celebración del MADO de 2023. El consistorio de José Luis Martínez-Almeida ha aumentado ligeramente los límites sonoros durante los conciertos y la manifestación de la festividad, pero no permitirá una exención general sonora, como ocurrió durante el Gobierno de Manuela Carmena entre 2016 y 2019. Como consecuencia, las críticas de los asistentes son constantes y este miércoles, primer día de actos festivos en la calle, los silvidos y los gritos de "no se oye" se han repetido por los escenarios de Plaza del Rey, Pedro Zerolo y Callao. Misma situación se prevee que ocurra este jueves en Plaza de España, cuyo escenario arranca la programación con el 'Orgullo flamenco'.

La situación la comunicaba hace una semana la vicealcaldesa y delegada de Seguridad y Emergencias, Inmaculada Sanz, en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno municipal, donde indicaba que "el ruido queda exactamente igual que el año pasado". Es decir, que no habrá barra libre de decibelios. Una situación que podría revertirse si el Orgullo fuera declarado Bien de Interés General y se permitiera que sobrepasara los límites que marca la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica (OPCAT) como ocurre con otros eventos que se desarrollan en la ciudad

De hecho, en su punto 1, la orden dice que el Ayuntamiento "podrá autorizar, por razones de interés general o de especial significación ciudadana o con motivo de la organización de actos con especial proyección oficial, cultural, religiosa o de naturaleza análoga, la modificación o suspensión con carácter temporal de los niveles máximos de emisión sonora establecidos en el artículo 15, a petición de sus organizadores, y en relación con las zonas afectadas, previa valoración de su incidencia acústica", tal y como recuerdan a ElPlural.com tanto Más Madrid como el PSOE. Es lo que solía ocurrir con el Orgullo desde 2008, con Alberto Ruiz Gallardón (PP) como alcalde.

Una decisión la del Gobierno de Almeida que en la práctica se traduce a que no se escuchen los conciertos y que no gusta a la oposición. "La actitud de Almeida con el Orgullo os produce el mayor bochorno, hablamos del mayor evento cultural, social y económico de la ciudad. Le pone nervioso, le incomoda y le queda grande", indica el portavoz adjunto de Más Madrid en el Ayuntamiento, Eduardo Rubiño.

"Hemos defendido en varias propuestas al Pleno (como en el Pleno del mes de junio del año pasado) que, atendiendo el carácter de Fiesta de interés general para Madrid, y como se hace con otras fiestas locales, la Junta de Gobierno realizara la exención de los niveles máximos de emisión sonora recogidos en la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica en los lugares, días y horas determinados con motivo de los eventos programados", añade Reyes Maroto, portavoz del PSOE en el Consistorio.

De hecho este miércoles pudo comprobar, como el resto de fuerzas políticas que acudieron al pregón a excepción del alcalde, las quejas y silvidos. En las pantallas instaladas en los escenarios la organización del Orgullo explicaba el por qué no se escuchaban los conciertos. "En cumplimiento de la OPCAT tenemos limitados los niveles de emisión sonora. El Orgullo respeta las normas", indicaba un cartel. 

No son las únicas trabas que tiene el Orgullo. "La organización del MADO fue sancionada e incluso también se le bloqueó la liquidación del aval, depositado en el distrito de Moncloa, hasta hace unos días. Estos problemas complican mucho el desarrollo de los actos y actividades del Orgullo 2023", denuncia Reyes Maroto. "Sus actitudes le delatan, no son casualidad: su negativa reiterada a desplegar la bandera arcoíris en Cibeles y a levantar la exención del ruido -es el quinto año consecutivo- demuestran que no está a la altura del Orgullo de Madrid, añade.

"En concreto, sobre la limitación del ruido, Almeida sí concede esta excepción a fiestas como las de la Paloma, San Cayetano y San Lorenzo, pero no para el Orgullo.  Es el alcalde de las contradicciones, incumple incluso la propia normativa municipal cuando algo no le gusta, como es el caso del Orgullo", concluye Rubiño. 

El Ayuntamiento esgrime el descanso de los vecinos

Sanz explicaba a una semana que la decisión se tomaba para preservar el descanso de los vecinos. "Hablamos de una zona de Protección y, por tanto, como hemos explicado en múltiples veces, no se puede realizar la petición que se venía planteando en ocasiones anteriores", indicaba en rueda de prensa hace una semana en alusión velada a las demandas de la izquierda en la capital y los organizadores del evento por exonerar la normativa ya que los niveles que plantea el Consistorio son incumplibles por la cantidad de gente que abarrota Chueca estos días.

Sin embargo, y teniendo en cuenta a otras festividades que se celebran en la ciudad, el Orgullo es un caso aislado. Como recuerda a este medio Rubiño, durante tres semanas de agosto el barrio de Lavapiés celebra las fiestas de la Paloma, San Cayetano y San Lorenzo. Ahí se permite que se superen los niveles sonoros a pesar de que calles como la del Oso o Calatrava apenas miden los 10 metros de ancho y los diferentes escenarios y bafles que se instalan desde los bares rozan con viviendas. 

Tampoco ocurre en Lavapiés durante la Paloma, San Cayetano y San Lorenzo que el Ayuntamiento controle el aforo de las fiestas. Es raro poder acceder en el recinto de los escenarios pasadas las siete de la tarde. La saturación provoca que la Policía corte los accesos y regule el tráfico, cosa que no ocurre durante el mes de agosto a pesar de que año tras año se producen numerosas aglomeraciones en las tres festividades de Lavapiés.