Desde el siglo 14 ha habido muchos intentos de crear un arma de fuego rápido y de un bajo calibre. Pero Leonardo Da Vinci fue uno de los pocos capaz de diseñarla. Sin importar como, el primer ancestro de la ametraladora fue introducido en el siglo 18. En 1717 el escritor James Puckle diseño y demostró su arma de defensa personal. Esta arma constaba de un largo cañón de revolver con un cilindro de multi-disparo apoyado en un trípode y capaz de disparar nueve ráfagas por minuto. Pero el ejército rechazo su invento. Pero Puckle nunca se rindió y obtuvo la patente en 1718 y creo una compañía para producir y vender el arma. Según el diagrama el cargador con forma de cilindro era colocado al lado del cañón, empujando el compartimento a la parte posterior, para sellar el arma. Un soldado maniobra el arma manualmente y mueve los compartimientos uno a uno hasta el cañón. Luego una manivela descargaba el gatillo que encendía el compartimento con la bala. Después del primer disparo, el cilindro se desbloqueada y se ajustaba para el siguiente compartimento y con la siguiente bala. Una vez el cilindro se acaba el operador sacar el mecanismo y cargar uno nuevo. En una épica demostración que tuvo lugar el 22 de marzo de 1722, Puckle disparo 63 balas en siete minutos en el centro de artillería londinense. Cada bala fue lanzada con mucha fuerza lo que supuso un gran avance ya que el soldado estandar solo podía disparar tres ráfagas por minutos. Uno de los generales quedo tan impresionado que quiso usarlo inmediatamente en combate durante el ataque a St. Lucia y St. Vicente. Pero la ametralladora no obtuvo grandes resultados ya que los soldados encontraban muy complicado activar la ametralladora. No fue antes de la primera guerra mundial cuando se crearon modelos más avanzados de esa versión que la hizo una de las armas más letales en la guerra moderna. 200 años después del invento de Puckle.