Sabemos que a Rajoy le gusta caminar siempre rápido, marcando el mismo ritmo, pero a la hora de trabajar y tomar decisiones la intensidad varía según sus intereses.

Desde este mismo lunes, Mariano Rajoy vuelve a ser el presidente del Gobierno. Ha conseguido quitarse la etiqueta de “en funciones” 315 días después. Tenía ganas. Él y su partido, el PP, no paraban de decir lo importante que era tener un Gobierno, lo malo que era para España estar sin un inquilino fijo en la Moncloa. No han dudado en sacar a pasear el discurso del miedo, en hablar de populismo, de la caída del Ibex35, de que la recuperación podía morir antes casi de nacer… y todo por no tener Gobierno. Pues bien, ahora que lo tenemos, ahora que Rajoy es de nuevo presidente, se lo toma con tranquilidad y coge unos días de vacaciones para pensar y descansar. Ya no hay prisa.

Sólo hay que ver como gestionaron los tiempos hace cuatro años y como lo ha hecho ahora. Corría el año 2011 cuando José Luís Rodríguez Zapatero comparecía ante la prensa para anunciar un adelanto electoral. Los comicios se celebraron el 20 de noviembre y un mes después, el 20 de diciembre, Rajoy era investido presidente por primera vez. Poco más de 24 horas después, el líder popular anunciaba quién iba a conformar su Ejecutivo. Parece que tenía prisa por empezar y por asentarse en la cúspide.

Desde entonces, sus vacaciones han primado sobre otros asuntos en muchas ocasiones. Sin ir más lejos, en la actualidad. España lleva 315 días sin un Gobierno estable y aunque este lunes Rajoy ha jurado su cargo, tendremos que esperar hasta el jueves para conocer quiénes serán sus ministros.

Las vacaciones lo primero

Si miramos atrás, no es la primera vez. En plena campaña electoral del 20D, el ahora presidente y por entonces presidente en funciones no dio la cara en el debate a cuatro. Hubo muchas teorías: unos apuntaban a que no quería quemar su imagen antes de los comicios, otros decían que acudiría Soraya Sáenz de Santamaría porque así demostraría ser una buena sucesora; fue la llamada Operación Menina, también se alegó tener “una apretada agenda”. La realidad fue bien distinta: Rajoy estaba de vacaciones.

El debate a cuatro coincidió con el puente de diciembre y Rajoy ya había reservado en Doñana, en al Palacio de las Marismillas, un edificio de titularidad estatal y uso protocolario utilizado por todos los presidentes. Eso sí, nunca nadie se había refugiado en él para huir de un debate electoral.

“Veremos después de Semana Santa”

Sólo unos días después de rechazar el ofrecimiento del Rey para presentarse a la investidura, después de las elecciones del 20D, Rajoy afirmaba que seguiría trabajando para conseguir tener apoyos. Dijo esto y, acto seguido, añadió “He decidido dejar enfriar las cosas con Pedro Sánchez y veremos después de Semana Santa”. Estábamos a 16 de marzo y venían las vacaciones, un buen momento para pensar y luego… luego ya veremos.

Y en verano…

Después llegó el verano y, con ello, agosto. Comprobando la agenda de Rajoy, que está disponible al público en la web de Moncloa, ELPLURAL.COM pudo demostrar que llevaba más de un mes de vacaciones. En todo agosto, el presidente en funciones tuvo actos los días 2, 3, 5 y 10.

Incluso paralizó la agenda del monarca Felipe VI. Retrasó una semana la votación del Comité Ejecutivo Nacional del PP en la que había que aceptar o no las exigencias de Ciudadanos (lo hicieron y votaron “sí” en su investidura).

En vacaciones hay menos gente para reprochar

Si le va mal… entonces cambia el uso de los días de vacaciones. En 2013 estallaba el escándalo Bárcenas y se empezaba a hablar de una supuesta financiación irregular en el PP. La oposición reclamaba que Rajoy acudiera al Congreso de los diputados para dar explicaciones.

Finalmente lo hizo y escogió para ello un 1 de agosto, cuando la mayoría de los españoles comienzan sus vacaciones y están más pendientes del tráfico en la operación salida que de lo que se diga en el hemiciclo.

Esta es la realidad, a veces hay prisa y otras no.