El estudio Paro juvenil y pobreza: ¿un problema estructural?, llevado a cabo por el Observatorio Social de “la Caixa”, ha evidenciado una conclusión: la relación entre baja formación y desempleo de los jóvenes es un círculo vicioso difícil de romper.

El primer informe contenido en el dossier, Bajo nivel educativo, baja participación laboral, elaborado por la profesora titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, Begoña Cueto, analiza el fenómeno del paro juvenil en España, el país de la Unión Europea en el que se ha producido una mayor reducción del empleo en este colectivo, concretamente de 22 puntos entre 2007 (cuando la tasa de empleo alcanzaba el 55,7 %) y 2015 (33,7 %).

El nivel de estudios incide en la empleabilidad

Sin embargo, los factores estudiados detallan que el efecto de la destrucción de empleo es muy diferente según el nivel de estudios, ya que los jóvenes con un déficit de formación tienen un problema tanto de desempleo como de inactividad, en otras palabras, no participan en el mercado de trabajo.

El estudio revela que la situación de partida de cada joven en cuanto a su nivel de estudios influye directamente en su éxito laboral y, en consecuencia, en el futuro, en su probabilidad de riesgo de pobreza y exclusión social: a menor edad y menor formación, mayor es la tasa de desempleo, algo que se ha acentuado con la crisis.

Durante la recesión, la tasa de empleo de los menores de 30 años se ha reducido entre 25 y 30 puntos en la población que dispone de estudios primarios; 20 puntos entre los que tienen la ESO, y 10 puntos entre los que cuentan con estudios superiores, según los datos emanados del informe del Observatorio Social de “la Caixa”.

Por otra parte, si tenemos en cuenta la población en general y no solo los jóvenes, tanto en los momentos de expansión como en los de crisis, la tasa de empleo entre las personas con cualificación baja no llega al 60 %, mientras que la de aquellos que tienen estudios superiores alcanza el 90 %. Por tanto, se puede concluir que se trata de un fenómeno arraigado. De hecho, si recurrimos al histórico, desde mediados de los ochenta, la ocupación de los varones con baja cualificación ha descendido en 20 puntos.