Ha pasado ya más de una semana desde que Mariano Rajoy atendiese, cuatro años después, la llamada de Jordi Évole. El presentador de Salvados insistió bastante sobre la corrupción del Partido Popular, hasta el punto de que Rajoy llegó a decir que había sido una “encerrona”, e indagó también sobre qué entiende el presidente del Gobierno por responsabilidad política.

Rajoy se intentó zafar de la mayoría de preguntas alegando una y otra vez que “la inmensa mayoría” de la gente que le rodea es buena y no es corrupta. Tampoco quiso reconocer que fuera responsable de la corrupción del partido que dirige y alegó que la culpa es “de quien comete el delito de corrupción”.

Sin embargo, Évole insistió y le preguntó que tendría que pasar para que el asumiera alguna responsabilidad. Y Rajoy señaló: “Que yo lo hubiera cometido o una persona que estuviera en el Gobierno nombrada por mí”. Este giro de tuerca podría dar la puntilla a Rajoy, ahora que se acaba de destapar que su ministro de Industria, José Manuel Soria, creó una sociedad offshore en Bahamas, a través del despacho panameño de Mossack Fonseca.

¿Tendría que dimitir Mariano Rajoy? Pues si la frase del presidente del Gobierno hubiese acabado donde la habíamos dejado, debería dejar el cargo ya mismo. Pero tras esa expresión, Rajoy se apresuró a apostillar que, cuando hablaba de alguien nombrado por él, la responsabilidad le afectaría si “hubiese cometido los delitos estando en el Gobierno”. ¿Eso significa que Rajoy ya sabía que uno de sus ministros acabaría tocado? ¿No se extiende esa responsabilidad a la elección de un personaje que no sólo tenía una sociedad offshore, sino que, presuntamente, se va de vacaciones pagadas por el Caribe?