El líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, parecía ser conocedor de la encuesta a tenor de su intervención en el congreso de los democristianos catalanes, el hermano menor de la federación nacionalista, y puso los puntos sobre las íes. La independencia es un elemento que divide a la sociedad catalana y, tal y como están las cosas, es pura ficción; las alianzas con el PP no funcionan y es el momento de abrir la puerta a nuevas alianzas; y CiU debe ser el garante del estado del bienestar y no su liquidador.

Con estos presupuestos, Duran se presentó ante sus delegados y se llevó el gato al agua. Su rival en el congreso, el alcalde de Vic Josep Maria Vila d’Abadal, retiró su enmienda soberanista para no cosechar un sonoro varapalo de los congresistas. De hecho, sus aspiraciones a rivalizar con Duran son puros fuegos artificiales basados en estigmas mediáticos.

El incombustible líder de los democristianos se ha afanado, sobre todo, en marcar perfil propio. No tiene ninguna intención de hacer seguidismo de Artur Mas, al que ha dedicado buenas palabras, en su transición nacional hacía la independencia y, mucho menos, que esta loca carrera se haga de la mano del PP. Duran ha negado por activa y por pasiva que la propuesta política nacionalista pase por la independencia. Y la encuesta parece darle la razón. Los independentistas vuelven a refugiarse en su marca, Esquerra Republicana, y no parece que CiU recoja estos apoyos. Tampoco, su cercanía al PP parece que sea bien acogida por los ciudadanos que ya consideran que Mas no es un buen presidente. El PP, también en Catalunya, paga los recortes y las improvisaciones de Rajoy. De ser el partido de referencia, los populares pierden hasta cuatro diputados en los cinco meses que lleva Rajoy gobernando. Hasta entonces, todas las encuestas les marcaban una pauta ascendente.

Duran apuntó ayer que los nacionalistas deben abrir sus puertas a nuevas alianzas. No pasa desapercibido para los analistas que el líder democristiano está dolido por el maltrato y el ninguneo de Rajoy. Apostó fuerte por dar su apoyo a Rajoy a cambio de estabilidad financiera en Catalunya con el pago de la deuda pendiente y sólo ha recibido largas de la Moncloa. Duran apuesta por ser indispensable e influyente en Madrid. Es la lógica de su política. La actitud de Rajoy le lleva a abrir nuevos horizontes en la política de los nacionalistas en Madrid y quizás le lleve a plantearse nuevos horizontes personales en Catalunya. En CiU se habla abiertamente de la sucesión de Trias en el ayuntamiento de Barcelona. Duran no mira con malos ojos ser el nuevo candidato por la capital catalana. Algunos dicen que no sería un mal retiro para quién lo ha intentado todo para ser ministro del gobierno de España y para quién intentó ser el sucesor de Pujol. Ahora en Madrid tiene poco que hacer y sus miradas, todavía tímidas, apuntan a Barcelona. Qué mejor que acabar la vida política de alcalde. El tiempo dirá pero hoy por hoy Duran está marcando ya sus cartas.

*Toni Bolaño es periodista y analista político