Víctor Elías, el pianista y actor que interpretó a Guille en Los Serrano continúa en el foco mediático tras su paso por el altar con la cantante Ana Guerra. Después de estrenar su libro Yo sostenido: Historia de un juguete casi roto, el artista ha compartido en una entrevista con El Mundo algunas de las sus experiencias relacionadas con la adicción a las drogas, su paso como estrella infantil y la relación con ambos de sus padres.

“Al poco de empezar en Los Serrano, llegué superfeliz de grabar y mi madre no estaba en casa. Empecé la ruta de las tabernas, buscándola por todos los bares del barrio hasta que la encontré completamente borracha y me empezó a gritar de todo”, narra el intérprete para añadir que eso “es algo que ningún niño de 12 o 13 años debería vivir, pero yo lo pasé mil veces con ella y con mi padre, que también era alcohólico”.

Además de ello, el también pianista ha enumerado los problemas derivados de ser una estrella infantil durante la época en la que rodaba ‘Los Serrano’. “El bullying en el colegio, las palizas porque era gracioso pegar al famoso, mi reacción haciéndome yo mismo violento, los problemas de adaptación al mundo real... Fue una serie de gran éxito (...), pero lo heavy es todo lo que pasó mientras tanto”, ha explicado.

El actor ha narrado su descenso a los infiernos particular, explicando cómo se enganchó a la cocaína durante une época de su vida. “Un día falto a un ensayo, al siguiente olvido una cita, el tercero me busco un sustituto para una gala... Y de repente me doy cuenta de que lo único que me apetece es quedarme drogándome solo en casa (...) Piensas que nunca va a ir más hasta que te das cuenta de que empiezas a perder trabajos y personas”, ha contado al periódico con el objetivo de normalizar los relatos sobre adicción en los jóvenes y romper el tabú de las drogas. “Es una enfermedad incurable es la única manera de tratar con ella y no volver a lo oscuro. Siempre seré un adicto”, ha asegurado.

"Un viaje jodido con final feliz"

Víctor Elías también ha compartido su experiencia de remontada con su adicción cual fue el punto de inflexión en su vida. “Llegó un momento en que me pasé cuatro días en casa sin comer ni dormir. Sólo raya, piano, raya, piano, raya... Al salir había fallado a medio Madrid y, al fin, me levanté y dije: '¿Qué cojones estoy haciendo?”, ha confirmado. Es en ese momento en el que el actor decide volver a tomar las riendas de su vida, pero no lo hace solo. Elías ha subrayado en este sentido la ayuda fundamental que le prestó su círculo cercano.

"Yo solo no hubiera conseguido salir, seguiría metiéndome o estaría muerto. Mucha gente no lo logra superar. La verdad es que a veces, tras todo lo que he vivido, me siento un puto milagro", ha reconocido el acto. "En cierto modo, reenfoqué mi gen adictivo hacia el trabajo y reencontré el equilibrio", ha asegurado para después hablar de su mujer, Ana Guerra, cuya sana relación es un síntoma de la estabilidad actual del actor. "Ana es la primera pareja de mi vida adulta de la que estoy enamorado estando todos los días sereno, sin idolatrar, sin buscar el perdón ni agradar todo el rato (...). Se quedó, no me juzgó, me apoya a diario. Ha sido un viaje jodido, muy jodido, pero el final es feliz", ha concluido. 

Una infancia dura

Tal y cómo narra en su libro, Elías ha compartido cómo fueron sus primeros años de infancia y posterior adolescencia, así como la dañina relación con sus dos padres. "Mi infancia fue caótica y educativa. Hay cosas que estoy empezando a superar ahora>. Por feo que suene, la muerte de mi madre, que era con la que más codependencia tenía, fue el momento en el que yo empecé a vivir. Sólo así he conseguido perdonarla y sentirla más cerca de mí”, ha confesado el que fuera Guillermo Serrano hace más de una década.

El artista ha compartido también cómo acabó ese vínculo insostenible cuándo su madre vivía. “Denunciar a mi madre con 13 años es la decisión más difícil de mi vida. Estaba borracha, tuvimos una bronca y los vecinos llamaron a la Policía (...) el juez hizo algo que me sorprendió y ahora sé que fue la mejor decisión: me mandó a vivir con mis tíos. Mi madre nunca me perdonó aquello”, ha reflexionado.