Este miércoles, 29 de mayo, Jon Sistiaga capitanea una nueva entrega de Otro Enfoque a partir de las 23:00 horas en Cuatro. El equipo del programa ha ahondado en un auténtico escándalo poco conocido y que tiene que ver con el Patronato de Protección a la Mujer, una institución a través de la cual la dictadura franquista "las obligaba a hacer trabajos esclavos". Así de contundente lo cuenta el periodista en ElPlural.com durante una entrevista.
Lo más curioso de este caso es que ese Patronato de Protección a la Mujer, según relata Sistiaga, es la institución franquista más longeva. Pero entonces, ¿qué ha ocurrido para que la población mayoritariamente no conociese ápice alguno de su existencia? "Por alguna razón, no se le ha dado la importancia que yo creo que sí tiene. Nadie lo puso en su foco y es una historia tremenda, que habla de toda una época en este país", responde.
En este sentido, sí es necesario recalcar que "hay cosas ya contadas y gente que había escrito sobre esto"; de hecho, Otro Enfoque cuenta con la intervención en la entrega Descarriadas de la historiadora Carmen Guillén, autora de una tesis sobre el Patronato. Sistiaga defiende que lo más importante se dio durante los últimos años de su existencia: "Fue una institución que nace en la Segunda República y que luego es reconducida por la dictadura franquista para pastorear y adoctrinar, en base a la moral de la época, a mujeres descarriadas".
En definitiva, la dictadura pretendía reeducar a "prostitutas, embarazadas o personas homosexuales" que se escapaban de los cánones de la moral franquista. "Estas chicas, aparte de estar recluidas sin haber cometido un delito ni haber tenido condena, eran sometidas a un régimen tremendo de disciplina, rezo, castigos físicos o psíquicos, limpieza…", señala Sistiaga a continuación.
Todas ellas estaban "obligadas a hacer trabajos que hoy denominaríamos esclavos", como, por ejemplo, fabricar determinados encargos para empresas muy conocidas: "Esas compañías no estaban detrás, lo hacían todo de buena fe, subcontratando con el Ministerio de Justicia determinados asuntos para que las monjas y las chicas que ellas acogían tuviesen un buen salario y viviesen dignamente". Lo cierto es que eso fue simplemente la teoría porque, en la práctica, era un trabajo esclavo: "Las chicas nunca veían ni un duro". A modo de ejemplo, el periodista ha hecho referencia a dos encargos muy significativos:
- La visita del Papa Juan Pablo II: "Ellas hacían las bolsas que regalaban durante las visitas, con fotos, la banderita de España…".
- El Mundial de Fútbol de Barcelona en 1992: "Las chicas eran las que embolsaban los cromos en los paquetes".
Y lo más curioso de todo es que el Patronato de Protección a la Mujer fue "la institución franquista más longeva, porque duró hasta 1985; aproximadamente diez años después de la muerte del dictador". Las últimas niñas que por allí pasaron, por la red de conventos, "tienen ahora entre 55 y 58 años"; muchas de ellas sin intención de reconocer que fueron sometidas a aquel mandato del régimen.
Las razones y el modo de captación del Patronato
Las mujeres entraban allí por distintas razones, tal y como relata Sistiaga en ElPlural.com: "Motivos políticos, flirteo con el movimiento comunista, manifestaciones… Otras porque sus propias madres no podían sostenerlas. Las últimas que entran lo hacen porque engañaron a sus familias. Casi todas muy pobres o creyentes".
Y respecto al modo de captación, porque en muchas ocasiones fue voluntad de los círculos más íntimos de las víctimas, "los propios curas o monjas afines a las familias les decían que la joven díscola y descarriada a la que había que enderezar podría ingresar en el Patronato para ser una buena señorita". Las hermanas, además, "eran mayores y muy afines al régimen, con un tipo de educación que ellas ya habían tenido y que les parecía normal".
Sistiaga continúa su relato advirtiendo un patrón deducido tras sus entrevistas a diez mujeres: "Muchas acabaron en manos de maltratadores. Salían con un cartel en la frente que decía 'hola, soy débil y puedes hacer conmigo lo que quieras mientras me des órdenes, me des cuatro leches o me insultes', porque era a lo que estaban acostumbradas".
"A esa disciplina terrible que hacía que, al salir, acabaran en manos de tipos que supuestamente las protegían, pero realmente eran maltratadores. Callándote cuando te gritan, mirando hacia abajo, rezando, sola… Muchas de ellas se sentían completamente abandonadas. Pasan de tener el disgusto por estar recluidas al resquemor con sus familias hasta la salida donde no estás preparada para la vida real", continúa.
¿Por qué el Patronato está tan 'escondido'?
Preguntado por los motivos respecto a lo desconocido de este asunto, Sistiaga apunta en dos direcciones: "A día de hoy, hay muy poca documentación. Varios de los almacenes sufrieron inundaciones donde se perdió documentación. Pero choca también con la Ley de Secretos Oficiales del Estado, impidiendo a muchos historiadores acceder".
Por otro lado, las edades de las víctimas de esta norma también juegan un papel importante: "No ha habido muchas mujeres que quieran reconocer que pasaron por ahí, porque es un estigma. Para poner el título 'descarriadas' he tenido que pelear con ellas; no les gustaba, no veían la capacidad simbólica que podía tener apropiarse de un nombre despectivo con el que siempre se las describió".
El poder de Otro Enfoque: se inicia una investigación interna
Gracias a Otro Enfoque, Sistiaga desvela que este asunto ha llegado a la Confederación de Organizaciones Religiosas, que agrupa a todas las órdenes que trabajan con mujeres: "Han asumido el compromiso de investigar todos aquellos años; pedir todos los archivos que trabajaron para el patronato y están muy concernidos con dar una muestra rápida. Hacer un ejercicio de reparación y perdón".
"Estarían dispuestos a aceptar una auditoría externa. La Confederación sabe que puede tener ahora mismo debajo de sus oficinas una especie de bomba retardada que puede estallar en cualquier momento. No quieren cometer los mismos errores que ha cometido la Conferencia Episcopal con los abusos, el negarlos, extenderlo en el tiempo…", concluye.
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