Hasta ahora, parecía uno de los pocos dogmas inamovibles del negocio audiovisual: el streaming y la televisión en abierto —la de toda la vida— competían con modelos aparentemente antagonistas en su camino para atrapar audiencias, los horarios y su estrategia de comercialización. Pero todo eso está cambiando. Francia ha sido el escenario elegido para romper un tabú: Netflix ha firmado un acuerdo histórico con TF1 para incluir en su oferta los canales lineales del gigante francés. Realmente, ¿supone un punto de inflexión para la industria europea?

Será a partir del verano de 2026 cuando los usuarios franceses podrán acceder desde Netflix a las emisiones en directo de los cinco canales principales de TF1, además del acceso bajo demanda a sus contenidos. Estamos ante un movimiento inédito en el universo de las plataformas, que supone una apertura inédita del modelo que hasta ahora había definido al servicio de streaming. A juzgar por el movimiento, lo que antes era impensable… ahora es estratégico. Y sobre todo, abre una nueva vía que obliga a revisar las predicciones históricas.

El modelo híbrido toma forma: streaming + directo

Lo que se está dibujando no es el final de la televisión en abierto, sino su reinvención dentro de las propias plataformas que hace unos años venían a abrir el abanico y, por ende, la fragmentación de la oferta. El acuerdo entre Netflix y TF1 no puede considerarse como una simple operación comercial: es la prueba fehaciente de que la televisión lineal sigue siendo hegemónica, con un poder de convocatoria y fidelidad que los algoritmos sin poder igualar.

En un contexto marcado por la masividad de la oferta, la demanda se vuelve cada vez más selectiva y las plataformas de streaming ya han comenzado a explorar nuevas fórmulas. La televisión en abierto se caracteriza por la proximidad, la cercanía y, sobre todo, la inmediatez del directo en millones de hogares a nivel mundial; condición muy atractiva para cualquier servicio. Prueba de ello es el auge de los modelos FAST (Free Ad-Supported Television), donde contenidos en directo y gratuitos con publicidad permiten retener a usuarios sin forzar una suscripción mensual.

Pero hay algo más profundo: la necesidad de las plataformas de generar rutinas de consumo, de volver a crear hábitos diarios. Y eso —por el momento— sigue siendo patrimonio exclusivo de la televisión en abierto. Lo exploraremos más adelante con datos de consumo y un ejemplo que evidencia la hegemonía de la televisión lineal.

El tabú que ha saltado por los aires

El conjunto de las plataformas fue durante años sinónimo de ruptura: sin horarios, sin publicidad, sin parrilla. Pero uno a uno, esos pilares han ido cayendo. Primero fue la publicidad —con la llegada de su plan básico con anuncios— y después vino el directo. Prime Video fue pionero en España con el lanzamiento de Operación Triunfo 2023, habilitando emisiones lineales de manera inédita para sus galas.

Y lo cierto es que los resultados del talent show convencieron a la plataforma para renovar por una nueva edición. A lo largo de 14 semanas, más de 3,5 millones de espectadores únicos estimados conectaron en algún momento con Operación Triunfo 2023. Prime Video confirmó que un 85% de ellos regresó cada semana para no perderse nada de lo que ocurría en la Academia más famosa de nuestra pequeña pantalla.

El siguiente paso en el negocio audiovisual llega con este pacto firmado a dos bandas entre Netflix y TF1. A primera vista, para nada parece un simple experimento: es una apuesta que va mucho más allá de lo que dictaba su modelo original. Una muestra de que hasta los gigantes más disruptivos son consicentes de que la televisión en abierto juega un papel crucial en los hábitos de la población.

La televisión en abierto tiene un alcance envidiable y una fidelidad extraordinaria

El movimiento de Netflix en Francia se entiende mejor si ponemos la lupa en el peso real de la televisión en abierto —aunque con acento español en este caso—. En mayo de 2025, más de 43 millones de personas en España vieron algún canal lineal. Eso supone un 92,3% de la población, una cifra que desarma cualquier discurso pesimista sobre su presunta desaparición. Además, el consumo diario se mantuvo estable en los 162 minutos por persona, según la consultora Dos30, demostrando que el medio resiste a la fragmentación de la oferta.

Pero no solo sobrevive: la televisión ha expandido su influencia, trasladando su músculo a otros entornos. Sus contenidos brillan en las plataformas bajo demanda, generan conversación constante en redes sociales y mantienen la capacidad de atrapar cuando aparece el momento clave. Ejemplo reciente: la comparecencia de Pedro Sánchez el 12 de junio. Un 61,1% de cuota de pantalla, con casi 4,8 millones de media y 5,6 millones de contactos únicos, confirman que cuando el acontecimiento lo requiere, el país sigue sintonizando la televisión de siempre.

Asimismo, esa conexión masiva no pasa desapercibida para quienes invierten en publicidad. El último Estudio InfoAdex publicado hasta la fecha revela que la televisión sigue siendo el medio individual líder en inversión, con 1.857 millones de euros en 2024 y un crecimiento del 2,1%. Aglutina el 30% de toda la inversión controlada, un dato que no alcanza ningún otro medio tradicional.

¿Qué significa esto para España?

El acuerdo entre Netflix y TF1 puede marcar el camino o convertirse en una simple anécdota. ¿Podría pasar algo parecido aquí? La pregunta ya está sobre la mesa. En nuestro país, ya existen acercamientos estratégicos entre las plataformas y las cadenas tradicionales:

  • Televisión Española (TVE) emite en directo a través de Pluto TV, Tivify y su propia app RTVE Play.
  • Las cadenas públicas y privadas exploran acuerdos para ofrecer archivo o actualidad en entornos Over The Top (OTT).
  • Las plataformas FAST como Rakuten TV o Samsung TV Plus ganan peso ofreciendo señales de canales lineales.

Y no podemos olvidarnos de los grandes operadores de televisión de pago. Movistar Plus+ es la plataforma de origen español preferida por la audiencia, según los datos que arroja el Panel de Hogares de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Curiosamente, un servicio con alta estima entre los espectadores y que agrupa contenido original bajo demanda, el mejor deporte, los canales lineales que emiten en abierto o aquellos que pertenecen al ámbito del pago.

El futuro de la televisión en abierto, más claro que nunca

Lo que está ocurriendo puede suponer un punto de inflexión. La televisión en abierto sigue siendo un medio dominante, influyente imprescindible. Y ahora, incluso los gigantes del streaming lo reconocen. El futuro de la televisión en abierto, más que incierto, parece más claro que nunca. Tan claro que las plataformas están en constante movimiento.

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