Cuando Carmen Lomana se sienta a hablar, todas sus declaraciones son susceptibles de acabar convirtiéndose en noticia. Acostumbrada al foco, la empresaria, tertuliana y cronista de estilo se ha convertido en una voz inesperada que reflexiona sobre cómo habitamos —o más bien deshabitamos— nuestras ciudades. En esta conversación, que atraviesa el aislamiento contemporáneo, el vacío afectivo de los jóvenes, sus peores momentos vitales y los egos mediáticos, Lomana se muestra directa a la par que reflexiva.
Habla de la soledad, de los derroteros de la vida en general y de su historia en particular. "Estaba muy mal. Dije, 'ya no puedo seguir así'. Cerré una etapa y abrí otra", asegura. En el marco de Salseo en la plaza, la iniciativa de Choví que reivindica la plaza como espacio de conexión, Lomana desgrana varios aspectos clave de su vida. Incluso aborda cómo superó el peor episodio que recuerda: "Estoy muy orgullosa de mí por haber sido capaz de salir del hoyo y reinventarme".
PREGUNTA (P): Las plazas eran el WhatsApp de antaño. Hoy, parece que no miramos más allá de la pantalla. ¿Qué hemos perdido —y qué podríamos recuperar— de esa manera más comunitaria de vivir como reivindica esta iniciativa?
RESPUESTA (R): Pues la calidad humana, eso hemos perdido el poder hablarnos, querernos, conocer y cotillear y salsear de todo lo que pasa por el barrio, que también está bien. Si uno se va a casar, si al otro le ha pasado no sé qué. Si a otro le ha tocado la quiniela, pues saber cómo vive y qué le pasa tanto a tus vecinos como a la gente que te rodea
(P): De todo esto fuimos conscientes durante el apagón. Por un momento volvimos a conectar con la vida del pasado…
(R): Pues eso, yo desde luego no, porque mi barrio es muy soso para estas cosas. Allí no hay plaza ni nadie salía al balcón, pero los vecinos, que somos muy pocos, nos conocemos bien.
(P): Has compartido conversaciones con Adriana Torrebejano para abordar el diálogo entre generaciones. ¿Qué es lo que más te cuesta entender de los jóvenes de hoy… y qué crees que ellos no entienden de tu generación?
(R): Pues yo creo que tengo el valor de entenderme, llámalo como quieras, divinamente con los jóvenes, ellos a mí y yo a ellos. Tengo cantidad, cantidad de fans de 18 años, 20, pero fans absolutamente entregados que me ven y lloran y se emocionan y me dicen que quieren ser como yo. ¿Es tan bonito? Eso es una bendición.
Tengo fans absolutamente entregados que me ven y lloran
Pero yo les entiendo y me parece que la gente joven es el mayor valor que tenemos y que tenemos que cuidarla, quererlos y darles un buen ejemplo. Desde luego, el móvil es atroz por un lado. Por otro, también tiene muchas posibilidades de relacionarse, pero no siempre bien, no siempre bien. Creo que es mucho mejor el relacionarte cara a cara.
(P): A colación de esta reflexión, ¿piensas que que las nuevas generaciones no están del todo bien cuidadas o del todo bien tratadas como se debería?
(R): Yo creo que en muchos casos sienten muy abandonados, muy solos, por sus padres. Son los dos extremos. O los típicos padres como agobiantes todo el día con los niños no dejándoles ni respirar o los padres que pasan de todo porque trabajan mucho, llegan tarde a casa, no tienen tiempo de hablar con sus hijos… Sí les dan de comer, les dan una cama, pero no les dan ese cariño, ese amor, ese querer comprenderlos, preguntarles, ¿qué te pasa?, ¿necesitas hablar?, ¿quieres contarme algo?'.
Los padres deberían tener una intuición grande para saber cómo están sus hijos. Tú imagínate lo que a veces se comenta. Tienes un hijo o una hija homosexual y hasta que son capaces de decírtelo sufren mucho. Y sin embargo, tú como madre o padre deberías intuirlo, porque no es tan difícil.
(P): Recapitulando, participas en campañas, en tertulias de televisión, programas en la radio… ¿Carmen Lomana puede permitirse no estar a la altura?
(R): ¡Pero claro! Es que en muchos momentos… seguro que ni estoy a la altura ni tengo ganas de estarlo. Hay muchas veces que estoy hecha polvo. Bueno, como cualquier persona, yo no me creo ni más ni menos que nadie porque trabaje en los medios. Lo que sí estoy es muy orgullosa de mí por lo trabajadora que soy, responsable y, sobre todo, por haber sido capaz de salir del hoyo y reinventarme. Reinventar mi vida en un momento que estaba muy mal. Dije, 'ya no puedo seguir así'. Me vine a Madrid y empecé. Cerré una etapa y empecé otra. Lo que nunca me imaginé que mi etapa iba a ser mediática.
Estoy muy orgullosa por haber salido del hoyo y reinventarme
Y fíjate, escribo en un periódico desde hace doce años. Trabajo en la radio, en la televisión y tengo una vida muy llena. He aprendido una barbaridad en los medios. Jamás me he arrepentido de decir que sí. Y todo ha ido fluyendo y saliendo sin buscarlo, pero sí siendo valiente para enfrentarlo. Pues vale, 'tienes que escribir todos los sábados'. Claro, digo, '¿yo cómo voy a escribir si nunca he escrito en un periódico?'. 'Tú escribe lo que quieras, pero escribe'. Jamás me han censurado nada y eso quiero decirlo. Hay otros medios en los que tengo mucha más censura.
(P): Para cerrar, Carmen, ¿qué salsa le falta a nuestra sociedad de hoy? ¿Qué ingredientes recuperarías para que todo nos supiera un poco mejor?
(R): A mí esta campaña me parece maravillosa porque está hablando del gran problema que es la soledad. Tú puedes estar cenando con una persona y que esté mirando al móvil todo el tiempo. No le das ni opción al otro para que entre en tu vida. Y creo que es el gran problema, la soledad, el aislamiento, el no querer compartir por pereza, porque están metidos en todos estos aparatos infernales, ordenadores, que están bien para trabajar, pero hay un momento en el que hay que desconectar.
Dedicarte a charlar, a hablar, a tener sentido del humor, a reírte muchísimo. A mí lo que más me relaja, lo que más me libera de los días malos, es salir con un amigo que tenga mucho humor, que yo también lo tengo, y partirnos de risa. La risa es una terapia maravillosa y creo que le falta a esta sociedad humor… ¡reírse de uno mismo y no tomarse las cosas demasiado en serio!
La risa es una terapia maravillosa
La gente, sobre todo la gente que se cree famosa, se lo toman muy serio y se lo creen de verdad. ¡Y adoptan unas actitudes que, bueno, a veces en vez de para reírte son para llorar! Yo reivindico el barrio, el café, muchísimo. Yo soy de ir al Café Gijón, al Comercial, a charlar. Antes era maravilloso. Es cultura, querido.