Alemania afronta una paradoja en su política de salud pública: a pesar de que el tabaquismo es la principal causa de muerte evitable en el país —con alrededor de 100.000 fallecimientos anuales y más de 17 millones de fumadores—, la legislación vigente ha derivado en una prohibición de facto de las bolsas de nicotina. Esta decisión ha derivado en una expansión del mercado negro, ha obstaculizado el abandono del tabaco y ha situado a Alemania a la cola de Europa en la reducción de la prevalencia del tabaquismo. Son algunas de las conclusiones de un informe elaborado por la Fundación Tholos sobre las restricciones a esta alternativa sin humo al tabaco convencional en el país germano.
Una prohibición de facto sin sentido
La decisión alemana se sustenta en la consideración de las bolsas de nicotina como un alimento por lo que le impone unos requisitos imposibles de alcanzar, algo que equivale a su prohibición de facto.
Además, esta interpretación diverge de la práctica en la mayoría de países de la UE, donde se han regulado en marcos específicos o como productos relacionados con el tabaco, tal y como subraya el informe de la Fundación Tholos.
La decisión alemana tampoco cuenta con respaldo unánime en el propio país. En 2021, la Conferencia de Ministros de Protección al Consumidor concluyó que “las bolsas de nicotina para uso oral deben considerarse un producto relacionado con el tabaco y, por tanto, regularse bajo la legislación correspondiente”. Por su parte, el Instituto Federal para la Evaluación de Riesgos (BfR), tras realizar una evaluación del impacto de este tipo de productos sobre la salud pública, llegó a la conclusión de que las bolsas de nicotina son más seguras que los cigarrillos convencionales y podrían "representar una reducción en los riesgos para la salud de una persona que fuma”. Asimismo, recomendó un control de calidad estandarizado y regulado para minimizar los posibles riesgos que pueda plantear el consumo de esto producto.
Efectos indeseados: mercado negro y tabaquismo estancado
Lejos de eliminar la demanda, la prohibición alemana ha propiciado un auge del mercado ilícito. Según el estudio, en 2024 más de 1,4 millones de adultos alemanes usaban bolsas de nicotina, accediendo a ellas a través de más de 1.300 canales online, muchos con sede en el extranjero y sin ningún tipo de control sanitario o de edad del consumidor. La mayoría de estos productos superan ampliamente el límite de nicotina recomendado por las autoridades alemanas (16,6 mg por bolsa), llegando algunos a contener hasta 150 mg.
La situación es especialmente preocupante entre los menores. En 2023, un 5,4% de los adolescentes alemanes había probado estos productos, cifra que asciende al 15,2% entre los chicos de 16 y 17 años. Los envoltorios con imágenes de dibujos animados o referencias a caramelos, junto con la ausencia de verificaciones de edad, agravan la accesibilidad de un producto que en un entorno regulado debería estar restringido a adultos.
El problema no es solo sanitario. El auge del contrabando también ha supuesto una pérdida significativa de ingresos fiscales y ha obligado a destinar recursos públicos a la persecución de un mercado que crece año tras año.
Mientras tanto, el tabaquismo permanece prácticamente estancado. Desde 2017, la tasa de fumadores se mantiene en torno al 24%, muy lejos de los descensos registrados en países de la UE con enfoques más flexibles, como Suecia, Reino Unido o República Checa. El contraste es evidente: Suecia está a punto de convertirse en el primer país europeo libre de humo gracias a la disponibilidad de alternativas sin combustión, mientras Alemania sigue encabezando el ranking de fumadores en la Unión.
El espejo español
La experiencia alemana ofrece una advertencia para España, donde el borrador de Real Decreto plantea una prohibición de facto de las bolsas de nicotina al limitar a 0,99 mg la cantidad máxima de nicotina por unidad, lo que supone de alguna manera un prohibición de facto según los expertos.
Una encuesta de la Fundación Tholos recogida en el informe revela que dos tercios de los usuarios españoles consumen estos productos por razones de salud, principalmente para reducir o dejar de fumar. Si se aplicara una prohibición, solo un 6% afirma que dejaría la nicotina por completo; la mayoría recurriría al mercado negro, al consumo transfronterizo o regresaría a los cigarrillos de combustión.
El informe concluye que, en lugar de reforzar el tabaco y abrir la puerta al contrabando, los gobiernos deberían apostar por marcos regulatorios proporcionales al riesgo, que garanticen calidad, restricción de acceso a menores y disponibilidad para los fumadores adultos que buscan alternativas. Alemania, con su prohibición de facto, muestra lo contrario: una política que no ha protegido la salud pública y que ha generado efectos contrarios a los deseados.