El verano es una temporada de disfrute al aire libre, pero también conlleva ciertos desafíos para la salud auditiva y respiratoria. Otitis, faringitis y congestiones acechan a la vuelta de la esquina como consecuencia de muchas de las actividades de esta época, como los baños en piscina y playa o los festivales de música. Prevenir estas molestias está al alcance de nuestra mano si seguimos unos consejos sencillos y prácticos, para que nada se interponga en esta época marcada por el descanso y las vacaciones.
Aunque en el imaginario colectivo el frío esté relacionado con los catarros y los resfriados y con la estampa de la manta y el caldo caliente para sofocar esas molestias, lo cierto es que en los meses cálidos nos enfrentamos a varios riesgos que pueden afectar tanto a nuestros oídos como a nuestras vías respiratorias.
Piscinas y playa: riesgo de otitis
Las piscinas, y también el mar, son un foco propicio para las otitis. La exposición prolongada a los aires acondicionados puede acabar en faringitis virales y afrontar ruidos intensos en eventos al aire libre como conciertos y festivales puede causar daño auditivo. Además, el calor y la humedad pueden propiciar condiciones ideales para el crecimiento de bacterias en las vías respiratorias, aumentando el riesgo de infecciones como la congestión nasal y las otitis.
“Los principales riesgos para la salud auditiva son las otitis externas de las piscinas, pero también en el mar” nos explica el doctor José Miguel Villacampa, jefe asociado del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y del Hospital Universitario Infanta Elena, centros integrados en el servicio público sanitario de Madrid (SERMAS). Las otitis externas se dan por una maceración excesiva de la piel del conducto auditivo externo, sobre todo cuando se expone a aguas más susceptibles de estar contaminadas, como son las de las piscinas e, incluso, la del mar. Por ello, hay que evitar estar mucho tiempo seguido en el agua (lo que es complicado con los niños, a los que cuesta sacar del agua).
“Lo que no hay que hacer, si a uno le molesta el oído, es meterse un bastoncillo justo después del baño, porque la piel está macerada y es fácil que se produzcan pequeñas heridas, microtraumatismo, que se infectan y dan lugar a las otitis externas”, explica el doctor Villacampa. En caso de necesitarlo tras el baño, lo mejor es introducir ligeramente la punta de la toalla y dejar que ésta absorba el agua. Y, sobre todo, en cuanto se noten molestias, acudir a un centro médico para que se le valore la posibilidad de administrar un antibiótico en gotas óticas externas; un tratamiento que suele ser suficiente, sin tener que recurrir a antibióticos orales.
Los riesgos del aire acondicionado
Otro de los grandes enemigos de la salud durante el verano es el aire acondicionado, cada vez más extendido por hogares, puestos de trabajo y lugares recreativos. Hay que evitar la exposición prolongada, “porque si está demasiado fuerte crea un clima muy seco y muy frío, lo que provoca que bajen las defensas de la vía respiratoria y se favorece la aparición de faringitis virales que pueden desencadenar o empeorar otras patologías concurrentes”.
Las recomendaciones para estos casos son los lavados nasales “con agua de mar isotónica de farmacia, cada 24 o 12 horas” ante la aparición de la mínima congestión nasal, porque así nos libramos de los antígenos que provocan inflamación a nivel de la fosa nasal, desencadenando el resto de patologías. Y, sobre todo, evitar la exposición continua a aires acondicionados demasiado fuertes” señala el jefe asociado de Otorrinolaringología de los hospitales madrileños.
El uso de los lavados nasales también es recomendable para afrontar las alergias en verano. Aunque no es una época especialmente afectada por las alergias, como puede ser la primavera, también podemos sufrir los alérgenos habituales, con la consecuente congestión nasal y la hidrorrea, la mucosidad abundante, que nos pueden fastidiar un plan veraniego. Por ello, ante los síntomas de congestión, podemos recurrir a los lavados nasales. Y, en el caso de conocer bien los alérgenos que nos afectan, y encontrarnos en una situación en la que sabemos que vamos a estar expuestos, tomar un antihistamínico previo a la exposición.
El problema de la deshidratación
La deshidratación puede afectar negativamente las vías respiratorias, especialmente en climas secos y calurosos. La falta de suficiente agua puede provocar sequedad en las mucosas nasales y faríngeas, aumentando el riesgo de infecciones respiratorias y empeorando condiciones crónicas como la rinitis alérgica. Mantener una hidratación adecuada es esencial para asegurar un buen funcionamiento de las vías respiratorias durante el verano.
Otro de los riesgos respiratorios de la deshidratación es la aparición de la epistaxis, que es el nombre técnico del sangrado nasal, un suceso común y no grave, pero que es molesto y que en el caso de algunos niños puede ser un padecimiento frecuente. “Hay que intentar mantener una hidratación hídrica suficiente habitual que es, en condiciones normales, de 1,5 litros a 2 litros de agua al día, aunque puede variar según las situaciones y comorbilidades de cada paciente”, recuerda el doctor Villacampa. “Y para los sangrados nasales frecuentes, una solución es aplicar un poco vaselina tópica neutra en la entrada nasal; con el dedo, sin meter la uña, simplemente en la entrada nasal, con un masaje nasal externo, para que el aire entre hidratado”, añade.
Festivales y conciertos
El verano también es época de actividades recreativas ruidosas al aire libre, como espectáculos pirotécnicos y, sobre todo, conciertos y festivales. En estos casos, la primera medida es la protección pasiva: “No acercarse mucho a los bafles principales, ni estar de forma mantenida justo delante de ellos, asi como recurrir a tapones de oídos. En general valen unos tapones de farmacia normales, que disminuyan la exposición del oído interno a esos ruidos tan fuertes”, señala el experto.
Un dato menos conocido que nos da el doctor es que, antes de acudir a eventos con mucho ruido como los conciertos o los festivales, se debe evitar el consumo de antiinflamatorios, “sobre todo la aspirina”. “La aspirina desprotege al oído de sus mecanismos de defensa y, al exponerlo a ruidos fuertes, aumenta la posibilidad de causar daño”.