España lidera junto a Italia y Chipre el triste ranking de obesidad infantil en la Unión Europea. Un informe elaborado por Save The Children asegura que en nuestro país uno de cada cinco niños de entre 7 y 8 años sufre obesidad. En general, el exceso de peso afecta al 28,1% de los menores de 18 años. Los factores determinantes de la obesidad o el sobrepeso en la infancia son la calidad de la alimentación, la actividad física, el número de horas de sueño o que pasan delante de una pantalla, además de factores ambientales, culturales y biológicos.

La obesidad provoca en los niños las mismas enfermedades que en los adultos: hipertensión, hipercolesterolemia, litiasis biliar, esteatosis hepática, diabetes, problemas articulares y problemas respiratorios como la apnea obstructiva del sueño. Los menores con sobrepeso son víctimas en muchas ocasiones del rechazo de sus compañeros e incluso llegan a sufrir bullying, lo que añade al listado de posibles enfermedades asociadas, depresión y problemas de ansiedad.

Los expertos coinciden en señalar que el origen de esta pandemia está en los hábitos poco saludables de los menores, principalmente falta de ejercicio físico, sedentarismo, exceso en el uso de las pantallas, poca higiene del sueño y malos hábitos alimentarios. Entre otras cosas, se consumen muy pocas frutas y hortalizas que, junto a los cereales, constituyen la base de una alimentación saludable. En el caso de los niños deben consumir, además dos o tres raciones de lácteos diarias y pescado o carne dos o tres veces por semana.

Los hospitales de Quirónsalud integrados en la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid (los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz en Madrid, Rey Juan Carlos de Móstoles, Infanta Elena de Valdemoro y General de Villalba), preocupados por el aumento de la incidencia del sobrepeso y la obesidad en los niños, han creado InfaSEN, una estrategia común para combatir y prevenir esta epidemia. Entre otras cosas, ofrecen recomendaciones para llevar una vida saludable centrada en mantener buenos hábitos de sueño, realizar ejercicio o actividad física y una nutrición adecuada.

El sedentarismo es el principal aliado de esta alarmante pandemia. “Además, que vivamos en un país de dieta mediterránea no implica que la gente la cumpla porque, por desgracia, aunque la fruta y la verdura sean mucho más baratas que unas galletas, la gente sigue considerando que es muchísimo más cómodo comer lo segundo, porque vivimos en el mundo de la inmediatez, y hacer platos más elaborados o cocinar nos lleva mucho más tiempo que calentar algo que ya venga preparado”, asegura la doctora Cristina Alfaro, pediatra especializada en Endrocrinología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos.

¿Cómo diferenciar entre sobrepeso y obesidad?

Los especialistas tienen en cuenta el índice de masa corporal (IMC) para diferenciar entre sobrepeso u obesidad, comparándolo con el mismo sexo y grupo de edad. “Hablamos de sobrepeso cuando ese valor del IMC supera el percentil 85, y de obesidad cuando supera el percentil 95”, asegura la Dra. Alfaro. La buena noticia es que ambas situaciones, sobrepeso y obesidad, son reversibles.

Uno de los mayores problemas con que se encuentran los especialistas en consulta es la falta de conocimientos sobre nutrición en general. A ello se suma el marketing que se hace de muchos productos que se venden como 0% o bajo en azúcar y es falso. “Muchos de esos productos tienen un valor nutricional escaso y además siguen teniendo un aporte calórico elevado, algunos de ellos llevan edulcorantes que, por supuesto, no es lo mismo que ingerir azúcar, pero desencadenan, a nivel metabólico, la misma respuesta que si se tomaran esa cantidad de azúcar”, argumenta la Dra. Alfaro.

Deberíamos leer con atención el etiquetado de los productos e intentar utilizar los menos procesados posibles. “El objetivo es enseñar a la población a comer como se hacía antes, es decir, sin procesados, sin salsas, sin aditivos, e intentar reeducar nuestro paladar para que no se nos antojen ese tipo de productos. Yo lo que suelo decirles a los padres es que intentemos no comprar determinados productos y volver a la ingesta de productos tradicionales y clásicos”, añade.

Los requerimientos nutricionales de niños y adolescentes van variando con el crecimiento y cada vez necesitan un aporte calórico mayor. En general, deben tener una proporción adecuada de grasas, hidratos y proteínas. En este punto, la Dra. Alfaro pone como referencia saludable el llamado plato de la Universidad de Harvard en lugar de la clásica pirámide nutricional. “Establece que la mitad del plato deberían ser frutas y verduras, un cuarto de carne o pescado, huevo o proteína de origen vegetal, y otro cuarto debería ser de hidratos de carbono, preferible integrales. Además, deberían ser siempre dietas en las que el agua fuera la bebida principal, con la ingesta de 500 ml de lácteos o hasta 750 si estamos en época de crecimiento extremo, y utilizar como grasa para cocinar el aceite de oliva o aceites vegetales de buena calidad (el mejor, el de oliva virgen extra)”, asegura.

Además de la dita, es imprescindible hacer ejercicio físico y, si es en familia o al aire libre, mejor. Asimismo, es vital reducir las horas que pasamos frente a las pantallas. “No debería ser superior a lo que dura una película los fines de semana, y entre semana, no más de media hora -como mucho-, y en adolescentes, una hora“, recomienda la doctora. Por otro lado, nunca deben estar presentes en otros momentos familiares. “Si nos sentamos a comer, nos sentamos a comer, y no estamos ni con el móvil ni con la tele de fondo y, sobre todo, recomiendo pasar mucho tiempo juntos en familia”, añade.

¿Debemos prohibir por completo los dulces? ¿Y los sitios de comida rápida?

“La comida no se debe prohibir, los dulces nunca deben servir ni para castigar ni para premiar, y no se deben prohibir; todos tenemos derecho a tomar dulce”, asegura tajante la Dra. Alfaro, quien advierte que la prohibición promueve la aparición de trastornos de conducta alimentaria.

La misma recomendación la extiende a los sitios de comida rápida. “Para la alimentación de cualquier persona se recomienda que tomen más o menos un 90% de alimentos lo más naturales posibles y, siguiendo las recomendaciones del plato de Harvard, un 10% es libre, y ese 10% puede incluir tomarte unas tortitas, un gofre o una hamburguesa en una cadena alimentaria de comida rápida. Y eso no tienen generar culpabilidad; además, se ha visto que el impacto en la salud es mínimo si se consume en estas frecuencias”, enfatiza.

Predicar con el ejemplo es el mejor consejo que se puede dar para evitar la obesidad infantil. “Pasar tiempo juntos, intentar cocinar cosas que sean atractivas para los niños, dar vueltas a cómo introducir alimentos que son un poquito más difíciles para ellos, como suele ser la verdura, y hacerlos más atractivos para los niños, y para los adultos también. Para eso hay millones de perfiles en las redes sociales de personas que se dedican a hacer atractivas y aparentes platos con fruta y verdura o con alimentos como el pescado, que nos cuesta más dar a los a los niños”, concluye la Dra. Alfaro.

Aunque estamos hablando de un serio problema de salud pública, la solución está en nuestros hábitos.