Un bombero forestal de Castilla y León no sabe dónde va a trabajar cuando se levanta, pero sabe que hasta que no llegue al punto del monte definido su jornada no empezará a contar, esté a media hora o a dos horas y media de su base de partida. Esta incertidumbre está asumida con resignación entre los trabajadores, que ni siquiera tienen la seguridad de si seguirán trabajando en la campaña siguiente, durante cuánto tiempo o para qué empresa privada de las decenas que son concesionarias en la autonomía lo hará.

La precariedad abunda en todas las que asumen los concursos, aunque la diferencia entre unas y otras puede ir desde contar con el material de seguridad y técnico necesario; librar algún día de la semana; poder disfrutar de las vacaciones sin que estas sean utilizadas como moneda de cambio por aquellos días que el monte es inaccesible; que la nómina a final de mes supere los 1.000 euros; o que te despidan estando de baja, entre otras muchas variables. La característica común es que no existe empresa que cumpla al 100% la ley y de unas condiciones laborales digna a los bomberos.

Algunas nóminas no llegan al SMI

Este es el lamentable relato que ha compartido Sergio F., bombero forestal de Castilla y León que oculta su apellido por miedo a represalias que ya se han tomado con anterioridad, con ElPlural.com. Un bombero forestal que pasa su vida en el monte, arriesgando su vida por salarios que algunos meses no llegan siquiera a situarse en el baremo del Salario Mínimo Interprofesional (1.184 euros brutos al mes) y que ahora funciona como centralita y posterior altavoz de las quejas de sus compañeros. “Somos cuatro gatos a los que además pueden despedir por cuatro pesetas”, lamenta.

Y es que los pliegos y las concesionarias de los concursos cambian cada pocos años, finalizando en consecuencia la relación laboral y desperdigando a los trabajadores cada cierto tiempo entre empresas desconectadas entre sí, impidiendo su progresión y la agrupación entre trabajadores. “No vamos a generar antigüedad en la vida, por lo que despedirnos es muy barato”, apunta, llegando a presentar un caso de rescisión de contrato durante una baja “porque salía más caro mantener al trabajador que pagarle una indemnización miserable”. Cuando están trabajando su vida tampoco es mejor.

Jornadas maratonianas y vacaciones robadas

Jornadas de más de 14 horas, cuando el máximo legal estipulado para su desempeño son 12 horas, con descansos algún día de entre 5 y 6 horas, pese a que el mínimo entre jornada y jornada está definido en 10 horas. Además, “en invierno cuando no puedes subir al monte porque las condiciones (como nieve o un temporal) lo hacen inaccesible, te descuenta el día del sueldo y te lo consideran ‘ausencia injustificada”, relata Sergio a este periódico, que pudo darse cuenta de esta situación tras un despido improcedente en el que reclamó las nóminas, que de normal no les son facilitadas.

“Y como algunas nóminas no llegan al SMI, nos meten días de vacaciones en aquellos días que no podemos acceder al monte para que cuenten y así engordar un poco el sueldo”, continúa el relato. “Entonces acabas sin poder disfrutar tus vacaciones y con nóminas que algún mes se sitúa en los 800 euros”, explica la cacicada. “Antes bromeábamos con que llevamos vida de perro, que éramos perros forestales, pero ahora ya nos tratan como ratas”, afirma Sergio, que camufla con humor la decadencia vital y laboral de unos trabajadores para los que el principal enemigo no son las llamas.

La Junta de Castilla y León se lava las manos

El Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco se llena la boca alegando que todos los recursos están desplegados, pero lo cierto es que, con los pocos existentes, afirmar esto no significa lo que quiere defender el presidente. Brigadas enteras se han visto “obligadas a dormir en el suelo después de una jornada de 21 horas”, expone el bombero forestal que ha conversado con ElPlural.com. “Te das con un canto en los dientes si te llega un bocadillo de 10 centímetros con una loncha de lomo” porque la alternativa es “un arroz en mal estado”. “Y al día siguiente al fuego con indigestión”.

“Lo bueno de todo esto”, prosigue Sergio, “es que este año no van a poder justificar la ineficiencia de todos los años”. “El sistema de extinción de incendios de Castilla y León ha colapsado”, asevera con contundencia. Sin embargo, de nada servirá si una vez superada la catástrofe, retirado el foco mediático y superado el rédito político no cambia el proceder de la administración de Mañueco. La temporalidad machaca la vida de los trabajadores, pero también imposibilita los trabajos de prevención en los meses no veraniegos.

“Mantener el operativo de incendios todo el año es absurdo y un despilfarro”, considera el consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones. 74 millones de euros es la inversión que ha destinado la Junta de Castilla y León ha destinado a la partida medioambiental y de extinción de incendios, ni el doble de la subvención que ha aprobado darle a una televisión privada regional. La formación de las cuadrillas, tan solo se exige un curso de 8 horas prácticas y 8 teóricas, tampoco es prioridad de la Junta, pese a que los propios trabajadores la reclaman para poder hacer bien su trabajo.

Reivindicaciones de los bomberos

Las reivindicaciones de los bomberos son muchas y todas ellas lícitas, pero si por algo pasan es por el reconocimiento de su categoría profesional y la aplicación de la ley vigente desde noviembre que regula su actividad, a través de cuales verían mejoradas notablemente sus condiciones laborales, desde salario hasta temporalidad. No obstante, la lista dictada por Sergio, bombero y víctima de la situación, es la siguiente:

  • Reconocimiento de la categoría profesional y subida salarial recogida en esta
  • Plantillas permanentes y eliminación de la temporalidad
  • Conversión a personal laboral de la Junta de Castilla y León
  • Formación constante para las cuadrillas
  • Ampliación del dispositivo y mejora de la dirección técnica
  • Avituallamiento digno que se dé durante el incendio y no al salir, tras 14 horas de trabajo
  • Jornadas legales (hasta las 12 horas) y descansos mínimos (10 horas) que se cuenten desde la llegada a base, no desde la salida del incendio (como ocurre ahora)
  • Mejora del equipo, especialmente las emisoras, y de las medidas de seguridad

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