El 11 de septiembre es un día clave en la historia de Cataluña. La Comunidad Autónoma celebra en esta fecha su fiesta oficial, conocida como la Diada Nacional de Catalunya y habitualmente abreviada a Diada. El Parlamento de Cataluña declaró esta festividad en su primera ley tras ser reestablecido en 1980, y el artículo 8.1 del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006 establece: "La fiesta de Cataluña es el Día Once de Septiembre". Reconocida legalmente y muy popular no sólo en Cataluña y en España, sino también de manera internacional, surge una pregunta clave al pensar en esta festividad: ¿Cuál es realmente su origen y significado?

Para responder a esta pregunta, es necesario remontarse hasta 1714. El 11 de septiembre de aquel año, la ciudad de Barcelona fue tomada por las tropas borbónicas en el marco de la guerra de sucesión española, en la que Felipe V salió victorioso. Una toma de control que tuvo como consecuencia, dos años después, la implantación de los Decretos de Nueva Planta, que, en esencia, anulaban la validez de las instituciones catalanas y abolían todas las leyes propias del Principado de Cataluña.

Sin embargo, no fue hasta 172 años después, en 1886, cuando se conmemoró esta fecha por primera vez. Un grupo de nacionalistas catalanes pertenecientes al Centre Català celebraron un funeral en la Basílica de Santa María del Mar, lugar próximo a donde, según varias teorías, fue enterrado un gran número de defensores de Barcelona en los conflictos de 1714. Dicho evento funerario tuvo como premisa "honrar la memoria de los que murieron en defensa de las libertades catalanas destruidas por Felipe V con la toma de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714". Para Narcís Roca, ampliamente considerado como el primer independentista catalán, denominó lo ocurrido como "nuestro 2 de mayo", porque, a su juicio, "Barcelona combatió contra un invasor extranjero como se hizo en Madrid".

La progresiva popularización del 11 de septiembre

Tras el funeral de 1886, no fue hasta 1891 cuando hubo un segundo acto conmemorativo. En concreto, una velada del Foment Catalanista en honor a los caídos en la defensa de 1714, un acto solemne que se repitió en 1892. En 1894 se celebró una ofrenda al monumento a Rafael Casanova, inaugurado en 1888 y que honraba la memoria del conceller atacado en Barcelona durante la guerra de sucesión.

Las ofrendas florales al monumento de Rafael Casanova se fueron sucediendo durante los siguientes años. En 1901 se celebró la primera manifestación con carácter reivindicativo, convocada por Lluís Marsans y las asociaciones Catalunya i Avant, Lo Sometent, Lo Renaixement, Los Montanyechs, La Falç y Lo Tràngul, en la que fueron detenidas 30 personas y que motivó, cuatro días después, una nueva convocatoria de protesta en la que participaron más de 12.000 personas. Aunque las detenciones y los enfrentamientos policiales habían sido algo habitual en el marco de estas ofrendas, la de 1901 fue la primera ocasión en la que el tono reivindicativo fue a más y en la que el número de detenciones fue tan elevado.

1901 es, precisamente, un punto de inflexión clave en el desarrollo de la Diada. A partir de dicho año, empieza a popularizarse masivamente, y en 1905 y 1906 comienzan a celebrarse actos reivindicativos y unitarios. A su vez, en 1915 se coloca una placa en el Fossar de les Moreres con unos versos patrióticos de Serafí Pitarra: "En el Foso de las Moreras no se entierra a ningún traidor / incluso perdiendo nuestras banderas será la urna del honor". Cabe destacar que un año antes, en 1914, la ya acostumbrada a recibir ofrendas estatua de Rafael Casanova fue reubicada desde su emplazamiento inicial junto al Arco del Triunfo hasta la Ronda de Sant Pere, donde se encuentra en la actualidad.

1917 fue otro año importante: se celebró coincidiendo con el fallecimiento de Enric Prat de la Riba, presidente por aquel entonces de la Mancomunitat de Catalunya. En 1923 se destacan fuertes represalias policiales, tan solo dos días antes del golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera. Bajo su régimen la Diada quedó prohibida, y durante la Segunda República volvió a celebrarse. Del mismo modo, durante la dictadura franquista volvió a prohibirse e incluso se retiró la estatua de Rafael Casanova. 

Vuelta a la legalidad tras la dictadura

Después de casi cuarenta años de ilegalización, se volvió a celebrar la Diada en 1976, pero no fue en Barcelona, sino que el Gobierno de Adolfo Suárez decretó que tuviera lugar en San Baudillo de Llobregat, municipio en el que está enterrado Rafael Casanova. 1977 fue otro año clave: se estima que se alcanzó el millón y medio de asistentes, y el lema principal de la concentración fue: Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía.

Tres años más tarde, en 1980, el recién constituido Parlamento de Cataluña decretó el 11 de septiembre como su fiesta oficial, y desde entonces se ha celebrado de manera ininterrumpida.

Así las cosas, la Diada es una fecha conmemorativa de la resistencia de los catalanes de la época a la entrada de las tropas borbónicas durante la guerra de sucesión, y por toda la mitificación que la ha rodeado desde finales del siglo XIX, ha llegado hasta nuestros días convertida en uno de los símbolos oficiales del pueblo catalán.